Cae la noche en el Santuario de Poseidón, cierto general marino recorre su pilar con andanza libre y tranquila. Sus pisadas causadas por la armadura pesada que trae, conllevan a ruidosas reverberaciones que violan el silencio. Se detiene unos momentos para sacar su casco y de inmediato revelar su abundante cabellera azulada e indomable como el mar. La sostiene entre sus manos y camina un poco más para sentarse en las escalinatas de su templo; ahí aprovecha de estirar las piernas y descansar el objeto a su lado. Suspira profundo, a todo lo que sus pulmones le quiso dar, y libera pesar luego de un rato.
De pronto alza la vista, y observa ese cielo ficticio que son corrientes tratando de imitar al cielo terrestre. Luego sus ojos se pasan por la abundante naturaleza marina, viendo a los coloridos corales que están por todas partes. Hace mucho que está solo, volver dentro de ese pilar en veces le causa una desesperación producida por la oscuridad y el encierro, recordándole amargos recuerdos producidos en la prisión que hace tanto ya se liberó.
Aquí descansa de nuevo, tratando de cerrar un poco los ojos y descansar. Kanon apoya su cuerpo en un pilar dórico, y descansa sus brazos tras él, siempre a la compañía de su casco. Al menos eso le hace sentir menos solo...
Vuelve a suspirar, cansado.
De pronto alza la vista, y observa ese cielo ficticio que son corrientes tratando de imitar al cielo terrestre. Luego sus ojos se pasan por la abundante naturaleza marina, viendo a los coloridos corales que están por todas partes. Hace mucho que está solo, volver dentro de ese pilar en veces le causa una desesperación producida por la oscuridad y el encierro, recordándole amargos recuerdos producidos en la prisión que hace tanto ya se liberó.
Aquí descansa de nuevo, tratando de cerrar un poco los ojos y descansar. Kanon apoya su cuerpo en un pilar dórico, y descansa sus brazos tras él, siempre a la compañía de su casco. Al menos eso le hace sentir menos solo...
Vuelve a suspirar, cansado.