Llevame despacio [Shaka & Aioria]

Aunque en el trayecto de Leo a Virgo intenté mantenerme sereno para hacerle una visita a Shaka, no pude hacer que la sangre baja desde mi cabeza hasta el resto del cuerpo para que él no lo notara; ella, simplemente decidió quedarse allá arriba mientras yo refunfuñaba un sin fin de insultos en griego, portugues y ruso para que el enojo saliera de mi cuerpo; no obstante al llegar finalmente al séptimo templo del zodiaco todavía seguía enojado.

Cuando sentí la sombra del templo sobre mi cabeza, las ideas que el sol de grecia había sobrecalentado, parecieron extinguirse con su frescuera y con la paz que el recinto destilaba gracias a su guardian.

Me detuve, no pude evitarlo; no sabía si quería quedarme o deseaba seguir peleando contra "ellos", después de todo Shaka siempre me ayuda, siempre me escucha... siempre está ahí para mí, aún cuando todos me llaman «el hermano del traidor», Shaka me ha mirado como el amigo de toda su vida, y no como eso.

Suelto un suspiro y decido que iré donde está él para acompañarlo, pero no le hablaré de mis problemas.

Me encuentro feliz porque finalmente lo he terminado, no soy muy dado a esto pero me he esforzado, espero que le guste y le traiga paz, después de todo el es muy importante para mi.

Siento su cosmos cerca, se encuentra algo perturbado, es muy facil leer en el su estado de ánimo porque es alguien muy impulsivo y su cosmos cambia con su dueño.

-Definitivamente es un león- pienso para mi mismo mientras preparo una infusión para ambos, estoy esperando pacientemente a que llegue a mi y si no lo hace mas tarde lo buscaré de cualquier forma.

Una suave sonrisa se planta en mis labios al recordar que desde niños hemos sido unidos y el esfuerzo que el debía hacer para estar conmigo mientras yo meditaba y el intentaba ser silencioso, por eso, tiempo después opte por relajarlo primero.

Con mucho orgullo puedo decir que soy el portador de la armadura de Leo, ante el asombro y el coraje de la mayor parte de habitantes en el Santuario, y aunque en esta ocasión mi cuerpo no la viste, sé perfectamente que ese tipo de gente hubiera detenido su lengua al verme con el brillo dorado bajo el Dios Apolo...

Simplemente esta situación no cambiará, y aunque lo desee no puedo responder del modo en que se lo merecen. Yo soy más fuerte y terminaria por quitarles la vida si perdiera el control de mis actos.

Un suspiro melancólico abandona mis labios, mientras los ojos se cierran y mi andar se vuelve despacio; una mano está suelta al lado de mi pierna, mientras la derecha se mueve por mi rostro para retirar del semblante la frustración y molestia con la que no quiero presentarme a Shaka.

"Inhala y exhala Aioria..."

Él me enseñó a hacerlo, aunque temo decir que casi nunca lo pongo en practica. Él lo repite casi tan a menudo como sus mantras, y yo siempre pienso "Pedirmelo es como decirle al viento que no sople tan fuerte" Yo simplemente no puedo calmarme, y no puedo hacerlo porque ellos siempre estan llamandome de esa forma.

No puedo evitarlo... Estoy molesto otra vez, y mi puños se han apretado: uno sobre mi pierna inerte y el otro sobre mis cabellos castaños.

Tal vez debería volver en otro momento, pero ¿cúando llegará?

Meneo la cabeza de un lado a otro y me fuerzo dandome palmadas en la cara a entrar completamente al recinto, porque Shaka ya debe saber que estoy aquí y no será bueno huir de él. Me perseguirá después e intentará "forzarme" a mantener la calma y yo pretenderé que me interesa hacerlo simplemente para que no repita uno de esos discursos aburridos sobre Buda y el etc del universo...

Creo que si estuviera de mejor humor en otro momento le prestaria mayor atención, aunque eso de la calma no se me da en lo absoluto, y no niego que estar a su lado me ayuda mucho, también, es una de las cosas que más disfruto estando en el Santuario.

Finalmente y sin importar la turbación de la que aún soy victima, coloco en mis labios una suave sonrisa mientras me abro paso hasta Shaka. Él es una de esas pocas excepciones que se ganan este gesto.

— ¿Qué hay, buda? — Le saludo con una palmada nada brusca en la espalda.

Lo siento entrar en el templo intentando en vano calmarse pues su carácter no se lo permite por mucho que le pida que lo haga.
-Hola Gato, ¿debo mojarte para que tu cabeza se enfrie?- le cuestiono, dándole a entender que se lo que le pasa y no lo obligare a hablar, mi mano automáticamente va hacia sus cabellos y los desordena, volviendo mas salvaje su aspecto pues es mucho mas corpulento que yo.
-Sígueme- le indico sonriendo, guiándolo hacia la sala de mis sales gemelos donde ya he dejado con anterioridad mullidos cogines para que disfrutemos una amena tarde.
-¿Te apetece una tarde tranquila?- Le pregunto durante nuestro trayecto, sonriéndole cálidamente. -Prometo no ponerte a meditar- Le bromeo sabiendo cuanto lo desespero.

Ya sabía que él se daria cuenta... Él me lee como si fuese un libro abierto, además, no sé por qué cuando piso este lugar me siento como en la mano de Buda... ¡Qué rayos! Mejor me voy.

Consideraba esa idea cuando sentí su mano tibía sobre mi cabeza, en una caricia que me recordaba mucho a las que Aioros tenía conmigo... Y aunque me molestó y me hizo sentir con un nudo en el estómago, meneé desenfrenadamente la cabeza y la sacudí con mis manos como si tuviera pulgas.

Me reprendí mentalmente y me obligué a calmarme mientras aceptaba la invitación de Shaka tras caminar vagamente detrás, con las manos en la pretina del pantalón; aligerando el peso de mis hombros y el ardor en el estómago con la idea de no tener que repetir mantras y hacer las piernas en posición de loto.

Gracias Athena, porque te juro que hoy estoy de menor humor para intentar no matar a Shaka.

Su propuesta me hizo reír internamente, y desear no dejar pasar la oportunidad de molestarle.

— ¡¿Qué no vamos a meditar!?

Estiré la mano y alcancé con ella su nievo brazo para tirar de él hacia mi cuerpo y colocar la otra mano encima de su frente.

— ¿Te sientes bien?— Pregunté como extrañado y preocupado. Revisé la temperatura de rostro con el toque de mis manos, e incluso me atreví a indagar bajo los párpados, allá dónde se ocultaban sus pupilas ceruleas con la esperanza de descubrir algo anormal. —Pues enfermo no estás, así que una de dos, o tú no eres Shaka o definitivamente te volviste cuerdo.

No esperaba que me jalara por el brazo, el movimiento hizo que un poco de te se derramara sobre mi mano quemando mi muñeca aunque no se lo hice saber.
-No estoy enfermo... mis palabras fueron prometo no obligarte a meditar no que yo no lo haría.- Respondo divertido ante su comentario, con el tengo la libertad de bromear libremente.
-Anda, vamos- Le apuro separándome suavemente de su contacto. -y por cierto... yo soy cuerdo a diferencia de otros.- Le sonrío burlón intentando apresurarme antes de oir su réplica.
Después de todo la intención es que se olvide de todo por un instante y me alegra que se de la oportunidad de hacerlo conmigo.
Una sonrisa se planta en mi rostro al pensar en que no importa que pase siempre contara conmigo como yo lo haré con él.

Mis ojos se giran hacia el cielo mientras un bufido escapa de mis labios, provocando que la exhalación de aire mueva el mechón de fleco tras su salida.

Le dejo ir y palmeo mi frente ante su respuesta, mientras mis pies continuan moviéndose tras él.

¡Ya sabía yo que me saldría con una de esas! Y claro, ahora me toca contemplarle mientras entra en contacto con su yo interno...

Cruzo los brazos a la altura del pecho, exhaló y los llevo tras la nunca, vuelvo a emanar aire y me acerco a Shaka por la espalda para colgarle los brazos por arriba de los hombros; mi barbilla queda justo arriba de uno de ellos.

— Si vas a meditar me quedaré dormido por ahí... ¿Podrías no hacerlo hoy?— Me adelanto un poco y le retiro la bandeja con el te y las tazas para ayudarle a llevarlas. — Yo sé que me estabas esperando... Tú lo sabes todo...— Me burlo de él empleando un tono de voz diferente.

Contengo el impulso de reir ante su reacción creo que al menos por un instante se ha olvidado del porqué vino y se me ha colgando ayudándome a su manera.
Me le adelanto un poco para mostrarle el camino... me detengo antes de entrar a las sales gemelas para girar al verlo. -Te prometo que no dormirás por ahí... estarás a mi lado gato gruñón. - Le respondo abriendo la puerta, mostrándole los cómodos cojines que he dejado dispuestos.
Me dirijo hacía la improvisada cama sonriendo y me siento del lado derecho con mis piernas extendidas.
-Anda... acompáñame- Le invito sonriendo, palmeando el lugar a mi lado.
Nunca ha sido mi intención meditar este dia, lo unico que deseo es que mi querido amigo se olvide de todo.

Mientras lo sigo con la bandeja de té, me pongo a pensar que es un poco extraña su actitud. No actua sospechoso, ni con sigilo, pero si parece emocionado por algún suceso que todavía no entiendo. Y aunque quiero preguntarle directamente qué le pasa, por primera vez me trago mi curiosidad y simplemente lo sigo.

Me distraígo un poco al notar que el camino a seguir no es el mismo de siempre, y justo cuando finalmente voy a preguntarle a dónde vamos; él se detiene, me sonríe y lo que veo después de este gesto me deja sin palabras o movimientos.

El paraje ante nosotros es de un verde brillante, túpido por pigmentos rosa pálido, con olor dulce; la lluvia de los pétalos y flores a nuestro al rededor es producto de dos árboles solitarios en medio del jardín.

Mi boca está medio abierta mientras distraídamente camino tras Shaka. Sé que al entrar he cerrado la puerta con un empujón, pero me he perdido tanto en la majestuocidad del sitio, que sólo al mirar a mi compañero sentado en la cama de cojines, puedo despejarme.

No tenía ni la menor idea que Virgo pudiese poseer un sitio como este.

Finalmente me doy cuenta que la razón por la que lo sentía "sospechoso" era está sorpresa... Y eso me hace feliz... Muy feliz. Él siempre piensa en mi bienestar, y hace cualquier cosa para que yo olvide mi vida tras las cuatro paredes de virgo.

Me pongo de rodillas delante de Shaka, dejando la bandeja de té donde el contenido no pueda caerse por accidente, he intento decir un montón de cosas que me vienen a la cabeza; sin embargo, ninguna logra salir correctamente de mi boca..

Y no sé qué hacer... Quiero hablar, pero no puedo. Comienzo a sentirme ridiculo en esta posición. Inclino mi cuerpo y apoyo la frente sobre su hombro sin decir nada más, gritando un gracias con todas mis fuerzas desde el fondo de mi corazón. Mis manos buscan las suyas en silencio, las toman y las llevan hasta mis labios... No sé, nunca creí sentir el deseo o la necesidad de besar las manos de alguien, pero habiendo preparado esta sorpresa y con las palabras atoradas en mi garganta esto es lo más que se me ocurre. Mis labios pasan por sus dedos, por la palma extendida, por el dorso, las muñecas y.... En ese momento noto una marca rojiza sobre su piel nívea, la toco con los dedos suavemente sin la intensión de lastimarle dándome cuenta que se trata de una quemadura; mi lengua sale de su resguardo y pasa cariñosamente por el área afectada. Al terminar le doy un beso sobre la piel rojiza, y levanto mis ojos hacia a él para sonreírle, pero me doy cuenta que estoy un poco agitado y ansioso... Sospecho que fue debido a mi comportamiento reciente. Nunca había besado o lamido la piel de otra persona, y si, he tocado la piel de Shaka en muchas ocasiones, pero nunca me había sentido alterado.

Suavemente me separo y me retiro de la alfombra de cojines dándole la espalda. Me siento abochornado, y creo incluso que debería marcharme, pero siendo él quien ha dispuesto esta sorpresa no tengo el valor de hacerlo.

Sonrio suavmente aunque él no puede notarlo, y comienzo a quitarme las botas de entrenamiento para acompañarlo en los cojines.

Siento como su cosmos termina de calmarse dentro de su cause y me alegra ser partícipe de ello, no suelo dejar que nadie entre aquí, pero Aioria es especial y no necesito que me agradezca nada.
Me sorprende la forma en que besa mi mano con suavidad, pero sobre todo con dulzura, sus labios son suaves a diferencia de su cuerpo más trabajado que el mio.
Mi cuerpo tiembla al sentir su lengua pasar por la zona afectada logrando que mis ojos se abran más de lo normal ante las sensaciones.
Me sorprendo al sentirme anhelando que el contacto no termine y mi respiración se entrecorta, no puedo evitar fijarme en lo atractivo y masculino que es cuando me da la espalda, jamás lo había percibido de esa forma, su aroma se mezcla con la de los sales y me intoxica.
Mis ojos se cierran mientras mis mejillas se tornan rojas y pienso. -¿Que me has hecho Aioria?- Mis planes de no meditar se han arruinado pues lo necesito con urgencia, pero no lo haré por el no podría romper mi promesa.

En virgo el silencio es más normal que causal, sin embargo, cuando estamos juntos no resulta tan incómodo como en este preciso momento.

Mientras retiro de mis pies las botas, los movimientos que realizan mis manos y piernas son un poco tardados, mientras mi respiración intenta modularse y apagar la impresión que todavía tengo molestándome en el pecho.

"No importa, Aioria, no puedes marcharte ahora..." Intento pensar, respirar y actuar normal. No sé por qué pero me siento tenso.

Aspiro el aroma del jardín para apaciguar mis dudas, y cuando mis pies están descalzos me acerco a los cojines para sentarme a un lado de Shaka, en el sitio que él me ofreció momentos antes, quedándome ahí con las piernas estiradas sin decir nada y golpeando los dedos de los pies con ansias; y aunque muchas cosas me pasan por la mente, me limito a guardar silencio...

El entorno se siente un poco extraño y ajeno a lo que solemos ser nosotros; esta sensación me lleva a tener miedo... como si acabara de perder algo, y me empuja a ser honesto con él para borrar la incomodidad que nos ha bordeado.

— Yo... —Apenas comienzo a hablar un nudo en el estómago me obliga a demorar la oración, por lo que subo mi mano hacia la boca de este para tamborilear sobre esa insana sensación. El nerviosismo me obliga a pasar del estómago a la cabeza para rascar el cuero cabelludo mientras mi rostro se calienta y enrojece. — Yo nunca he hecho eso con nadie... disculpa... es la primera vez que... yo no quería.. bueno si, si quería... pero era mi forma de decir gracias y luego... ¡eso! ¡esto!... ¡tú sabes! y si no, no intentes que quiera explicártelo porque tampoco lo entiendo... — Las ideas en mi cabeza revolotean como las flores a nuestro alrededor y no logro ponerla en orden ni en mi cabeza, en mis labios.

No puedo evitar observár sus movimientos deleitando mi vista y mis sentidos, es la primera vez que el silencio me incomoda.
Lo observo jugar con sus manos en sus cabellos y se me antoja hacer lo mismo, sus palabras tocan mi corazón y sonrío ante su nerviosismo, decidiéndo ser sincero.
Me acomodo de lado viéndolo directamente, no puedo evitar el impulso que me recorre y tomo una de manos con la mia para tranquilizarlo.
-Yo... tampoco he hecho nunca nada de esto, es la primera vez que me siento así.- Confieso sinceramente sin poder evitar que mi mirada se clave en sus labios.
-Aioria- susurro su nombre mientras acaricio su mentón para atraer su mirada hacia la mia.
No se como pero creo que me he acercado tanto que ya siento su aliento golpear mi rostro.
-Yo...- No puedo completar ninguna frase, mis labios hormiguean mientras acaricio su piel ¿Que debo hacer? me cuestiono sin saber porque mis ojos se sienten tentados a cerrarse.

Todo el entorno desaparece a mi vista y entendimiento, y solamente puedo observar sus labios pequeños y delgados moviéndose, aunque no sé exactamente lo que intentan decirme; el roce de su piel contra la mía con un delicado y travieso jugueteo de dedos me aprisiona, y eleva el revoloteo de confusión en mi interior.

Mi corazón está agitado y golpea desesperadamente dentro de la carne; la sangre que no alcanza a frenarse baja hasta el estómago, haciendo que mis tripas se encojan y que el rubor en mi rostro no aminore cuando pensamientos ajenos atacan mi cabeza.

Es la primera vez que me encuentro en una situación como esta. He luchado mil veces contra mis oponentes, tocado, herido en batalla e incluso peleado nariz contra nariz, pero tener a Shaka robándome el aliento es nuevo para mí.

Su mirada de azul celeste me hipnotiza y atrae al torso a acortar la distancia que nos aleja; mis piernas continuan extendidas sobre la cama de cojines, pero mi cuerpo virado en su dirección se ha acercado. La punta de mis dedos libres se coloca a un lado de sus piernas para darme apoyo, mientras mis labios cayendo rendidos ante la mensión de mi nombre se han dejado seducir por los suyos, plasmando un contacto suave, torpe y breve encima de aquella pálida carnosidad.

Y no sé si debería vencerme, luchar o continuar. He visto este contacto entre otras personas, pero yo nunca fui el protagonista directo de una obra como tal. Mis ojos estan cerrados, y solamente puedo sentir su toque cálido, la brisa y el olor a hiervas.

Mis ojos se cierran ante la tibieza del contacto de sus labios sobre los mios, son tan sueves que me provocan un cosquilleo exquisito, mi mano se mueve por si sola de estar en su mentón a su mejilla, mientras disfruto del cálido contacto, su aroma inunda mis fosas nasales, es algo salvaje, atrayente, mi cuerpo se inclina un poco hacia adelante adhiriendo mis labios más a los suyos.

Es la primera vez que recibo un beso, jamás pense que la sensación fuese tan maravillosa, no se si debo dejarme llevar pero mis labios se han movido por si solos en un pequeño jugueteo apenas apresando el inferior de Aioria, mi otra mano baja hasta sus hombros en busca de un pequeño soporte y eso me hace sentir la firmeza de sus músculos.

Nunca había visto de esta forma a mi amigo y si me dejo llevar podría perder su amistad pero, la sensación es muy placentera, mi corazón se ha acelerado como loco, siento como mi sangre corre mas a prisa de lo normal mientras disfruto de su cercanía.

Mis labios han decidido por mi y continuan con su movimiento disfrutando de los ajenos, me detengo un poco esperando a saber si él responderá pues no quiero cometer un error que me haga perderle.

Mis mejillas están sonrojadas, mis ojos se abren levemente para observarle con sus ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas una imagen deliciosa, los cierro nuevamente para seguir disfrutando del calor de sus labios y esperar su veredicto.

A los movimientos de sus labios mi vientre reaccionó con una sacudida involuntaria, que me hizo apretar los dedos sobre el cojin, y el puño suelto sobre mi pierna con indesición, pues no sabía que hacer con los movimientos y con las manos. La sangre circulaba descontrolada por mi cuerpo, y mis labios cobraban vida con torpes caricias a las suyas. Tenía ganas de dejar vencer el peso de mi cuerpo sobre el suyo, y explorar a fondo esta emoción.

Su sabor era dulce y adictible, y mi boca se acoplaba perfecamente a los bordes de la suya, presionando y soltando a placer la carne, abriéndose paso acompasadamente y tomando valor y soltura tras cada movimiento.

Mi mano subió hasta su mejilla tal y como la de él sobre la mía.

¿Qué quería hacer?

Besarle, eso era seguro. Estaba extasiado por su sabor y contagiado por sus movimientos. La deslicé hasta la nuca y perdí mis dedos sobre las hebras de rubio color tras su espalda, rozando la piel de su brazo por mi otra mano.

Tenía curiosidad por explorar y ahogarme completamente en el mar de deseos que era aquél cuerpo delgado entre mis manos.

Siempre nos tuvimos confianza, y fuimos francos el uno con el otro, pero nunca creí que él y yo podríamos llegar a compartir un beso. Él no parece incómodo, o tenso; y yo me siento curioso e intrigado por descubrir todo lo que está emoción puede desencadenar en ambos.

Algo en mi cuerpo me lleva a detenerme, es una sensación de deseo que ajeno a lo que Shaka representa para mí; es este revoloteo y vaiven entre la sangre, la curiosidad, su piel bajo mis dedos y el ritmo de nuestros besos.

No puedo ni mirarle a la cara cuando corto el contacto.

Siento mi corazón desesperado y el pecho agitado. Le atraigo entre mis brazos, cambiando la posición de mis piernas al quedar de rodillas, dejando mi barbilla sobre su hombro, ocultando mi rostro entre su pelo.

— Creo que el té estaba un poco fuerte...— Comento cual broma sin dejar de sostenerle en ese abrazo. — Me ha hecho preguntarme si besarte es suficiente.

Siento como poco a poco va moviendo sus labios sobre los mios jugando con ellos cada vez con mayor confianza, mi piel se eriza completamente ante el recorrido de su mano desde mi mejilla hasta enredarse en mi cabello.
Un placentero cosquilleo se instala en mi vientre haciéndome desear que la caricia continue, siento su cuerpo cerca del mio y su aroma impregna en mis pulmones haciéndome desear tenerlo mas cerca, por alguna razón el deseo de sentirle aumenta a cada segundo.
Aioria es alguien muy importante para mi pero jamás imagine llegar a compartir estas sensaciones con el, le siento alejarse dejándome inconforme y sintiendo mis mejillas ruborizarme al saber que es lo que estoy sintiendo.
Me abrazo a su cuerpo cuando me toma entre sus brazos riendo por su ocurrencia sobre el té, acaricio cariñosamente su cabello, mientras me calmo un poco para tomar su mentón y hacerle mirarme.
-No hemos tomado te Aioria.- Explico sonriendole. -Ni me arrepiento de ello.- Finalizo en voz mas baja.
Le observo fijamente, es alguien muy atractivo, ¿Cómo es que antes no lo habia notado?, mis manos acarician su rostro delicadamente mientras tomo valor para expresar lo que estoy sintiendo.
Quiero besarle nuevamente, su sabor me ha enbriagado, es un sabor entre dulce y especiado que me tiene encantado. -No, eres el unico.- Respondo finalmente esperando que comprenda lo que quiero decir.
Uno de mis dedos recorre sus labios en una lenta caricia, apreciando su textura de otra forma, mi corazón se encuentra acelerado ante las nuevas sensaciones que me provoca.
-¿Que quieres hacer?- Le pregunto mientras bajo mi rostro al suyo para rozar sus labios con los mios.
Un suspiro escapa de mis labios mientras un cosquilleo delicioso me recorre.
Tomo una de sus manos y la llevo a mi pecho para que sienta como me encuentro, mis ojos se enfocan en los suyos mientras le cuestiono de nuevo.
-¿Que cres, que sería suficiente?-

Trago saliva con dificultad pues el nerviosismo, las ansias y el deseo han colocado un nudo en mi garganta que me imposibilita pasar y respirar con normalidad.

Mis labios hormiguean debido al roce que él ha dejado con sus dedos, mientras mi mano percibe sobre la tela el pulso acelerado de su corazón que imita perfectamente el sonido del mio.

Suspiro entrecortadamente y les permito a mis yemas perderse en la piel de sus brazos y buscar las manos para entrelazarse. Mi frente se une a la suya, y me permite apreciar bajo una delgada línea de pestañas sus ojos azules.

— No sé si esto es... correcto...— Tartamudeo, palpando el terreno en mis labios donde aún quedan particulas suyas. —Tú y yo somos amigos desde siempre... Y cruzar esa línea puede ser peligroso.

No puedo creer que esté siendo tan precavido, yo siempre voy al objetivo sin titubeos, pero Shaka no es cualquier cosa, es mi apoyo y soporte; no resistiria perder su compañía solamente porque he descubierto lo adictible que resulta besarlo.

—... pero nunca había sentido este deseo por nadie... Ni siquiera por...— Me da vergüenza reconocer a quien he espiado y querido todo este tiempo; y yo sé que Shaka ama también a alguien más... ¿Esto está bien?

Suspiré pesadamente.

—Si continuo aquí contigo no me pondré contener, pero si me voy no quiero sentirme incómodo cada vez que te vea.

Le observo directamente a sus brillantes esmeraldas, se que tiene toda la razón, si continuamos con esto podemos perder nuestra amistad y eso es algo que no deseo, Aioria es muy importante para mi, no es alguien a quien podría arriesgarme a perder, pero también es cierto que si no aclaramos las cosas en este momento la situación puede volverse muy incómoda y tensa.

- Yo tampoco he sentido esto por nadie, ni quiero perderte, por mi parte, no importa que pase jamás vas a perderme, eres muy importante para mi. - Murmuro con mi frente pegada a la suya y apretando ligeramente sus manos.

-Tampoco se, si este bien o esté mal pero... si continuas aquí no se que pueda ocurrir y definitivamente no quiero que te sientas incómodo.- Explico pacientemente.

Un suspiro brota de mis labios mientras me mantengo pensativo sobre los riesgos que algo así conllevaría.

No se cual sería la mejor desición a tomar, lo que estoy experimentando son sensaciones completamente nuevas pese a haber escuchado sobre ellas jamás había hecho nada al respecto, hasta el día de hoy no me interesaba conocer, sin embargo; ahora es diferente, es él quien me provoca, que hace que me sienta diferente, su beso me ha dejado un agradable sabor de boca y no niego que me gustaria experimentarlo nuevamente, pero no a costa de perderle.

- Creo... que la desición es tuya Aioria, yo me acataré a lo que decidas y permanecerá a tu lado. - Expreso solemne.

-Si quieres irte sabes que no te detendré solo avisame para hacer algo que deseo antes de eso.- Le pido recordando el obsequio que tengo para él.

Se que tanto él como yo amamos a otras personas y eso motiva nuestras dudas, no pienso presionar a nada, si vamos a hacer algo la desición debe ser tomada por ambos, aunque creo, que sería mas fácil para mi amoldarme a lo que decida.

Alimentado mi curiosidad y la necesidad por indagar en sus acciones y descubrir ese algo que ha venido preparando para, una liviana sonrisa se apodera de mi boca cuando dice sus últimas palabras.

—No puedes decir algo así sin atreverte a pensar que me quedaré por curiosidad...— Rió brevemente porque sólo el tiene el poder de hacer vibrar mi corazón de felicidad... Él es muy detallista conmigo, aunque la gente suele decir que Shaka es serio, estricto, aburrido y engreído, yo sé perfectamente todo lo que hay y vale ese corazón.

Él tanto como yo ha descubierto lo interesante que resulta esta situación y me ha permitido decidir mi siguiente movimiento al quedarme o irme de virgo.

Mi lengua palpa mis labios, mientras mi mano derecha deja la de Shaka y se coloca en su mejilla. Mis ojos observan los rasgos de su rostro, mientras mi piel acanelada delinea pausadamente la nívea suya, explorando su frente, nariz, labios sonrosados debido a nuestro beso y mandíbula.

—¿Sabes? Tú siempre me das todo, Shaka...— Mi propio cuerpo es mágneticamente atraído al suyo, y mis labios tentados a repetir su delito cuando murmuro la última frase a un palmo de su boca: —Yo también quiero dártelo todo...— mis ojos se encierran tras la oscuridad de los párpados, cuando mis labios vuelven a tomar aquellos delgados y finos, suavemente, decidiendo entregarme y no resistirme demasiado al revoloteo acelerado que siento en mi vientre con tocarlo.

Mi mano se ha instalado en su nuca y la otra ha decidido situarse sobre su rodilla y recorrerla en busca de explorar un poco más.

Su risa alegra mi corazón, se que seguido le hacen pasar malos momentos sin que el merezca semejante trato y el que conmigo pueda olvidarse de ello siempre me ha hecho feliz, además su respuesta logra que una sonrisa se me escapae pues bien sabe que podría darle lo que he preparado antes de irse sin necesidad de que se quede conmigo, aunque no puedo negarme que no veo mi vida sin su presencia en ella.

Veo como mueve su lengua sobre sus labios ocacionando que mi respiración se detenga por un instante haciéndo que mi estómago revolote al recordar las sensaciones que su beso me ha causado, las caricias que hace en mi rostro no me ayudan a mejorar la situación pues un cosquilleo placentero me recorre, es como sentir una pequeña descarga recorrer mi cuerpo sin lastimarlo, solo sencibilizándolo; es entonces cuando le escucho hablar de nuevo.

—¿Sabes? Tú siempre me das todo, Shaka...—

Le escucho mientras le veo como se acerca a mi cuerpo y sus labios están tan cerca de los mios que puedo embriagarme con su aliento mis ojos se cierran sin mi permiso mientras escucho sus ultimas palabras.

—Yo también quiero dártelo todo...—

Es lo último que escucho antes de sentir nuevamente sus labios sobre los mios causando un revoloteo en mi vientre por sentirle de esta forma, sus labios son cálidos al contacto y los mios se mueven con fervor correspondiendo a sus caricias, siguiendo su ritmo, entregándose a los suyos.

Mis manos suben a su cuello y acarician los cabellos de su nuca mientras la otra va a su espalda pasando por su costado, sus caricias en mi rodilla me causan un gran cosquilleo que no sabia que podía sentir y que definitivamente no me causa ninguna risa, al contrario siento un aleteo muy suave en mi vientre.

Quiero responderle pero sus labios sobre los mios me quitan totalmente la intención, haciéndome disfrutar su contacto y desear no alejarme, mis manos se mueven no puedo dejarlas quietas y mis labios se abren a el entregados.

Me separo un momento sin alejarme mas que lo necesario para hablar. —Ya me lo das todo...— hablo sobre sus labios antes de sellarlos nuevamente sin aguardar por una respuesta.

¿Y ahora qué hago...? ¿Qué es lo que sigue..? ¿Debo seguir fielmente las acciones que mandan mi corazón o el procedimiento que dicta mi cerebro? ¿A quién debo hacerle caso?

Toda mi vida he dedicado mis pensamientos y mi tiempo a servir cabalmente mis deberes como aprendiz, y posteriormente como santo de Athena; así que nunca creí que tendría la oportunidad de probar algo como esto. Me siento curioso e inseguro, no sé si lo estoy haciendo bien o debería detenerme. Siento curiosidad por preguntarle a Shaka si sabe a dónde vamos o qué se hace en estos casos, pero no quiero parecer más idiota de lo que estoy sintiéndome.

El roce de sus dedos sobre la piel de mi cuello me provocan una sacudida involuntaria, que me hace morder suavemente el labio que estaba saboreando; su toque me produce un cosquilleo que desciende mi sangre hasta el estómago y le da a mi entrepierna un toque eléctrico. Sus caricias suaves me incitan a aumentar el nivel del beso, y que mi lengua se sienta traviesa por delinear el borde carnoso y explorar dentro de aquella cavidad con pausada torpeza.

La mano que jugueteando delineaba su pierna, se entrecierra sobre la rodilla y asciende hasta la cadera, quedándose quieta mientras pienso que quiero palpar su piel un poco más, y que aquella prenda estorba mis deseos.

Un pequeño suspiro escapa de mi boca cuando siento su pequeña mordida sobre mi labio y su lengua acariciandolo, un escalofrio viaja desde mi cuello a mi hombría cuando mi lengua entra en contacto con la suya, es como si mi cuerpo me pidiera algo más que no se si pueda darle.

La presión de su mano en mi cadera hace que mis manos bajen en una caricia descendente por su espalda hasta llegar a la pretina de sus pantalones, mis dedos hormiguéan por tocar su piel acanelada, tomo el borde de su camisa y juego con el dobladillo, quiero tocarle pero no se si deba hacerlo.

¿Es esto el deseo carnal del que todos hablan?, ¿Tengo derecho a sentirlo?, Buda me ha hablado sobre ello pero jamás crei caer en tan bajas pasiones, abro mis ojos un momento y le observo deteniendo por un momento el movimiento de mis manos, siento mi corazón acelerarse al observar su imagen, sus ojos cerrados, sus manos sobre mi cuerpo mientras el suyo está ligeramente inclinado sobre el mio y su rostro, esa expresión placentera mientras la intesidad de nuestro beso se incrementa.

No... no es deseo solamente, me explico a mi mismo, no es algo carnal, el es importante para mi, si con alguien quiero compartir esta experiencia es con él, con la persona incondicional que ha estado siempre en mi vida, de quien no imagino su ausencia y el dolor que ella me acarrearía.

Mis ojos se cierran lentamente mientras mis manos deciden entrar en contacto con la piel desnuda en la parte baja de su espalda, ese simple contacto logra que un latigazo de electricidad me recorra por completo mientras en mi vientre se siente un revoloteo intenso como si quisiera vomitar, pero es placentero.

Mi cuerpo me pide tener un mayor contacto con el suyo, el calor de su cuerpo traspasa su ropa envolviéndome, su aroma se mezcla con el de mis sales y llena mis pulmones, me relajo ante su presencia pero a la vez mi estómago se tensa, mis manos se detienen aun en contacto con su piel mientras espero su desición.

Ni Buda me preparo para lo que siento en este momento así que no se que hacer solo sé que no quiero que mi mente interfiera.

¿Que haremos Aioria? pienso mientras siento los poros de mi piel erizarse.