Privado número 14 - Aioros & Death Mask

Salió de una habitación y avanzó por el pasillo buscando el numero privado que tenía en la otra nota; esto si que iba a ser emocionante y a la vez algo frustrante entre un lado y él otro, debía planear muy bien que excusar dar para salir y correr al otro lugar; aunque así como iba las cosas, podria abrir la entrada al inframundo y crear portales... y.

Sí, era buena opción, la utilizaría como ultimo recurso.


a dos puertas encontró la suya caminó y sin pedir permiso entró esperando con ello sorprender a su cita pero comprobó que no había nadie aún; ase adentró y miró el lugar. Todo estaba lleno de rojo con blanco; que no podía ser negro con rojo? - pensó.



Más velas... esperaba que su culo no fuera a salir quemado entre un lado y otro.


El ambiente acogedor, la mesa puesta y se sentó un momento mirando a su alrededor y asaltándole la duda de quien era su cita en ese lugar; esperaba que le cayera bien y que tuviera sentido del humor; después de todo, él suyo, era negro y pervertido.


- Corazones? - dijo mirando la mesa - condones debería haber aquí.


Observó el lugar, quizás y sería bueno salir de ahí y comprobar su otra cita; se puso de pie.


- Volveré bombón, no te me escaparas - dijo a la nada, sonriendo ante la velada, que sabía seria una gran aventura.

Una nueva habitación lo aguardaba.

Ingresó despacio, encontrándola vacía, aunque pudo percibir en el ambiente un perfume delicioso que no logró identificar.

Recorrió el cuarto con lentos pasos, había pensado entretenerse con algo de beber, sin embargo no había nada allí. Quizás deberían pedirlo a algún camarero, aunque lo mejor sería esperar a que su cita llegara.

Se encontraba demasiado ansioso por descubrir quién le haría compañía en esa ocasión y prefirió quedarse de pie, caminando en círculos por el cuarto.

Llevó una mano a su frente y sus dedos hicieron contacto con la cinta roja que siempre solía llevar. En su apuro había olvidado por completo retirarla. Ambas manos se dirigieron a la parte trasera de su cabeza para comenzar a desatar el nudo.

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- Si para todos lados llevas esa cinta... Podría decirte de que otras maneras serian mejor de usarla. - dijo en un tono que no dejaba en duda su perversión. Lo dijo al tiempo que se acercaba a Aioros; no hubiera imaginado que era él, ya había cruzados algunas palabras y el hecho de que fueran tan distintos le hacia sentir emocionado.



Lo observó a detalle, caminando felinamente hacía el otro, estudiando su cuerpo, las piernas y la dirección que tomaban sus manos al desatar la cinta de su frente. Mordió su labio ante el antojo. Miró de lado y encontró una botella, ni tarde ni perezoso la tomo y comenzó abrirla para llegar a la mesa y a la espalda de Sagitario.



- Sí, días atrás me hubieran dicho de eso; no lo creíria y mucho menos me hubiera ido... con tan solo la idea de verte llegar. - le susurró al oído.

A punto estuvo de brincar al escuchar la inesperada voz del canceriano que finalmente se hacía presente.

Sus dedos habían encontrado el nudo de la cinta que siempre portaba y la habían desatado, dejándola deslizarse sobre su frente.

Negó con la cabeza, divertido ante aquel comentario con doble sentido que no había pasado desapercibido para él.

Se mantuvo quieto en su lugar, siguiendo con la mirada los movimientos que el italiano realizaba alrededor de él como un buitre analizando a su presa, sintiéndose inquieto y divertido al mismo tiempo.

Ató la cinta roja en su muñeca izquierda e ignoró lo mejor que pudo el escalofrío que le produjo el susurro de Deathmask en su oído.

- Vaya…¿Y por qué no te quedaste a esperarme? Hace más de una hora que espero a mi cita… - Mintió, caminando hacia una de las sillas para tomar asiento y observar mejor al otro, intentando lo mejor que podía de mantener su semblante serio.


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DM carcajeó al escucharlo decir que llevaba más de una hora esperándolo.


- Eres un mentorioso. Sólo fui a orinar... dudo que eso haya sido una hora... - volvió a reír y trato de alejarse lo suficiente para darle el espacio al mayor, jalar la silla y esperar a que se sentara como un gran caballero.


Ver sonreír a sagitario por una extraña razón le causaba una sonrisa que no lograba evitar por nada del mundo; era diferente a lo que había conocido y verse o saberse "según más experimentado" que él y a la vez no; le ansiaba conocer más y más de ese hombre que resulto ser todo un héroe en toda esta mierda de historia.


- Veamos... ya que ahora tu eres mi cita; me gustaría saber más de ti. - le miró serio y sin tabu - ¿Alguna vez tuviste o ellos quisieron tener algo contigo? - debía mencionar los hombres? - en su mente vino la imagen de Saga y Shura.


Necesitaba estar seguro, después de todo; ellos eran mayor que él y habían convivido más.


Quería saber; Aioris se había convertido en un hombre al cual podría alabar.

Arqueó ambas cejas ante la pregunta del canceriano, sin saber cómo interpretarla, aunque parte de él por alguna razón se sentía halagado al ver el interés que el otro demostraba en su persona.


Se acomodó mejor en su silla sin despegar su mirada del italiano. - ¿A quiénes te refieres?. – En el fondo creía saber de quien hablaba el otro, aunque prefirió no arriesgarse y dejar que el italiano se expresara claramente.


- ¿Y qué hay de ti, Deathmask?. – Estiró uno de sus brazos para tomar la copa de vino que el otro sostenía, arrebatándosela de un ligero movimiento para dar un pequeño sorbo. - ¿Te gustaría relatarme tus aventuras por los templos del Santuario?. – Cuestionó sonriendo ampliamente.

Verlo removerse en el asiento, provoco que por instinto relamiera sus labios; aunque Aioros no lo notará, sus movimientos habían sido fuertes y provocadores junto a su mirada. Sonrió al saber que el arquero fingía ignorar a quién se refería por lo que revolvió sus cabellos intentando aplacarlos pero sin conseguir nada.



Sí que era todo un hombre maduro y aún a la corta edad en la que se había ido; no sabía si desde antes era así; o apenas ahora que había vuelto a la vida; pero de algo si estaba seguro; quería conocerlo - Todo de él - porque era alguien prodigio. Y él - DM - Lo respetaba aunque por fuera dijera palabrería de mierda de el frente Aioria tiempo atrás.


- Me refiero a Saga y Shura. - Dijo sin rodeos.


Vio su copa alejarse de sus labios, para verla ir hacia los del otro; y tuvo que contenerse de arrebatarla y ser sus labios, su boca la que le dieran a beber.


- Retatarte mis aventuras? - si que le había sorprendido ese comentario, pero no dejo de mostrarse altanero. - En los templos? - carcajeó. - Creó que no sabes... que así como muchos quizás quieren pedirte perdón; hay muchos otros que no me quieren ver ni en pintura... no soy de su agrado; y querrían verme muerto. Pero si de aventuras quieres... puedo decirte que varias en el Rodorio y en la guarida de las amazonas.


Quería ser sincero con Aioros; no sabía porque pero quería.

Observó divertido como Deathmask intentaba acomodar su rebelde cabellera.


Le costaba admitir lo mucho que su ahora compañero  había crecido y madurado durante su larga ausencia, ya no era el pequeño aprendiz que recordaba.


Inclinó la cabeza, sonriendo ante la mención de sus dos camaradas.


- Solo con Saga. – Se limitó a decir, no pensaba compartir los detalles de su vida pasada, al menos no aún. - ¿Por qué querías saberlo?. – Por alguna razón le agradaba ver al italiano interesarse por su vida, aunque fuera de la manera menos sutil que conocía.


Arqueó una ceja, intrigado por sus palabras. – No imagino por qué razón querrían verte muerto los demás. – Comentó, esperando que el otro aclarara aquella duda que le había surgido.


- ¿Qué acaso no estaba prohibido ingresar al área de las amazonas?. – Inquirió divertido, sonriendo de lado. Llevó nuevamente la copa con vino hacia su boca, bebiendo mayor cantidad ésta vez, pasando la lengua por sus labios, degustando el agridulce sabor.

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- ¿por qué quiero preguntar? es obvio... los envidio... tuvieron la oportunidad de conocerte a detalle, de entablar amistad contigo y verte de otra manera; cuando yo apenas era un pendejo crío. - era verdad... a su corta edad, admiraba a Aioros y saber lo que después paso, le había dejado un desasosiego que con la convivencia estos días después de despertar se había completado en una competa admiración.



respiró hondo... ¿cómo decirle?


- Porque como tu... no tuve oportunidad e expresar mi poder hacia la humanidad; pero chinga... como hacerlo cuando nadie entiende tu punto de vista de ver que el infierno y las cosas oscuras es lo mejor que hay - carcajeó y después le miró.



Se estaba poniendo serio pero la ultima pregunta de Airos le arrancó una carcajada sonora...


- Esta prohibido peor igual y me encargo de incumplir reglas... como esta - se acercó y consiguió que sus labios rozaran con los de Aioros - Así es como comienza un beso fortuito. - le guiño el ojo; y sus labios se relamieron al sentir el vino delicioso.

Lo observó enternecido ante aquella pequeña confesión. Si el italiano quería conocerlo mejor, no había razón para impedírselo.

- Entonces, ésta es nuestra oportunidad para recuperar el tiempo perdido, y comenzar a conocernos. – Propuso sonriendo.


Dejó escapar una pequeña risilla ante el retorcido humor de su compañero, imaginaba que no todo el mundo encontraría gracioso aquel tipo de comentarios.


Agitó la cabeza de lado a lado, negando divertido ante el pensamiento que tenía el otro sobre el cumplimiento de ciertas reglas.


Sus cejas se arquearon, intrigadas al ver a Deathmask acercarse descaradamente hacia él, invadiendo su espacio personal, hasta rozar sus labios que se mantuvieron entreabiertos por la sorpresa.


Sonrió ampliamente cuando lo vió separarse. Sí que era atrevido su camarada.


Llevó su pulgar hacia su boca, delineando los labios que cosquillaban, enfrentando su mirada con la del italiano.


- ¿Quién te ha dado permiso para hacer eso, Deathmask?. – Cuestionó, sin poder ocultar su sonrisa divertida. Debía admitir que el sutil contacto le había agradado y estaba deseando que se repitiera.


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- No digas más porque de lo contrario, pensaré más de lo que no es - comentó al escuchar al otro comenzar a conocerse y recuperar el tiempo perdido. Pero se quedo serio al ver la sonrisa sincera y nada maliciosa de Aioros. Y muy por dentro le peso pensar en cosas sucias con él; porque siempre desde niño había admirado al griego y ahora que él era un hombre y el centauro apenas volvía a la vida; lo hacían pensar que podría ser un asalta cunas; pero... ¿Cómo no serlo cuando había revivido con una edad parecida a la suya.



Trató de desvanecer esa idea que comenzaba a picarle el cerebro.


No lo pudo evitar y le besó... sin malicia, sin ideas oscuras... un beso sumamente casto; y se alejó tan rápido como ataco; expectante a la reacción del otro.



Le miró reparar con los dedos, los labios por su beso y por fin enfrento su mirada; y se sorprendió a no verla molesta, sino todo lo contrario. - En verdad que Aioros era alguien difícil de interpretar. - DM respiró hondo al ver que no reacciono mal y copiando la expresión, le dijo sonriente.



- Nadie... nadie me da permiso a nada; pero... como te dije, me gusta incumplir reglas - se volvió acerca para volver a robar otro beso, mucho menos inocente que el anterior. Saboreó cada relieve de esas carnosidades griegas.

Se mantuvo estático en su lugar, observando como el canceriano volvía a acercase como un predador hacia él.


Sonrió ante sus descaradas palabras y no pudo evitar cerrar los ojos cuando los labios del italiano volvieron a hacer contacto con los suyos, aunque ésta vez con mayor intensidad.


No sabía por qué no lo rechazaba, y aunque había pensado no corresponder el beso, le fue imposible no mover sus labios al compás del otro, atrapando el carnoso labio inferior para succionarlo levemente.


Fue su propia acción la que lo despertó del trance momentáneo y colocando una mano en el pecho de su camarada empujo con suavidad para separarlo unos centímetros.


Podía sentir el ardor en sus mejillas, pero esperaba que el mismo no fuera tan notorio para Deathmask. Le sonrió, después de todo, le había agradado aquel beso.


- Algo me dice que quizás te gusto, Deathmask. – Bromeó, volviendo a tomar la copa de vino y tomar casi todo el contenido que restaba de un trago.

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Aioros le correspondia, sus bocas se unian y encajaban tan bien; que no encontro motivos para alejarse de ella; de seguir saboreando el sabor de ese interior; tanto estaba absorto en ello que no supo en que momento el sagitario lo separo y él le miró penetrante, esperando una explicación.


Pero su mirada se suavizo cuando notó el sonrojo en sus mejillas y rió divertido para relamer sus labios uno a uno sin quitarle la mirada de encima al otro.


- ¿Algo te lo dice?... ¿Qué podría ser? - tanteó y alzo su ceja suspicaz. Al tiempo que le quitaba la copa y la dejaba en la mesa para tomar mejor la botella y beberla.


Le dio un gran trago, y expuso su cuello moreno sintiendo como su manzana de adán se movía al beber el liquido; pero se quedo un poco en su boca; nuevamente se acercó y capturo los labios para hacerlo beber de su boca; sintiendo como el licor se derramaba entre sus bocas, y recorría el mentón y cuello de Aioros.


- Me gustas. - Dijo después de separarse y darle un poco de espacio al otro. - ¿Quieres hacer algo al respecto?

Se preguntó qué haría el canceriano cuando éste retiró la copa de su mano para alejarla y observó cada acción con atención, con una sonrisa tenue impresa en sus labios.


Se quedó hipnotizado un breve momento, mirando fijamente el expuesto cuello de su compañero. Tan absorto estaba que apenas notó cuando el otro se acercó de nuevo hacia él, uniendo sus labios en un nuevo beso, sintiendo como el vino llegaba a su boca también, tomándolo desprevenido, ocasionando que una gota se escurriera por la comisura de sus labios y se deslizara por su cuello.


Decidió dejarse llevar. Relajó los músculos y copió los movimientos que Deathmask imprimía sobre su boca. Se atrevió a aventurar su lengua, tanteando a la otra con algo de duda. Luego de unos segundos, inseguro de lo que hacía, interrumpió el beso, aprovechando la oportunidad para recuperar el aire.


- Aún no me decido. – Respondió sonriendo, apoyando su espalda contra el respaldo de la silla, distanciándose del otro unos centímetros.


- Dime, ¿Haces esto en todas tus citas?. – Cuestionó, fingiendo enfado, con la intención de incomodarlo un poco.

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