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Ámame | Multi-chapter | Terminado

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1Ámame | Multi-chapter | Terminado Empty Ámame | Multi-chapter | Terminado Lun Abr 13, 2015 6:45 pm

mirindanokoori

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Aspros de Géminis
Aspros de Géminis

1. Drama

Milo de Escorpio, caballero dorado guardián del octavo templo del zodiaco, se encontraba atravesando por una terrible crisis emocional y sexual. Desde hacía ya dos años, había dejado su vida de “bicho aventurero”, o eso decía, se había enamorado de aquel hombre de piel blanca como la nieve, de lacios cabellos como el agua marina de mirada y actitud fría y calculadora, sí, del caballero dorado de Acuario.

Le había costado mucho trabajo que lo aceptara, que aceptara entablar una relación con él, Camus, había puesto varias reglas, pero la más importante era le de exclusividad, en todo el sentido de la palabra. Camus, debía ser el único en su vida y en su cama. Pero Milo ya había roto esa regla en más de una vez y para su desgracia, Camus, no toleraría ni una más, otra cosa era que el acuariano iba y venía de Liberia al Santuario y tras su última vuelta seis meses atrás, habían peleado y Camus se había negado a acostarse con él.

Y ahí radica el problema, se había a acostumbra a tener relaciones a diario (no es literal) y gracias a su último chistecito el francés lo había privado de sus necesidades básicas.

Milo se encontraba sentado en el suelo sentado en el suelo, en un rincón de la estancia principal amarrado con una camisa de fuerza y golpeando su cabeza contra la pared.

— No se que voy a hacer…— comenzó a decirse a sí mismo y en voz alta — No lo aguanto. Me estoy volviendo loco… necesito tener sexo… sólo una vez…¡Ah!

En ese instante como a todo un loco aparece una versión chibi pervertido de él, vestido de diablito y del otro lado uno vestido de angelito.

— Y que esperas para salir de esa cosa e ir a los bares — dijo el diablito.

— No puedo…— seguía golpeado su cabeza contra la pared — Camus me mata… Camus me deja.

— Así es Milo… Si te atreves a salir de aquí Camus se molestara con nosotros — dijo el angelito.

— Al diablo Camus, sal de aquí, vamos a divertirnos — dijo moviendo el bote.

— No Milo. Tienes que resistir y quedarte aquí, aunque duela… Recuerda, Camus es muy importante.

— Vamos, Camus no se va a dar cuenta, sólo tenemos que salir a la velocidad de la luz divertirse y regresar igual. Nadie lo sabrá.

—Pero quedará en tu conciencia siempre Milo. Recuerda que no somos buenos ocultando secretos.

— ¡YA BASTA! — grito Milo golpeándose la cabeza.

— Milo escúchame a mí. Esas mujeres también te pueden dar mucho amor, del que nos gusta — agregó el diablito insinuante.

— Pero no es amor sincero Milo, es un amor comprado. Camus te ama de verdad. No puedes hacerle eso — alego el Angelito.

— ¡CÁLLENSE!

— Que importa si es comprado o no, lo importante es sentirse bien.

— No lo hagas Milo, resiste.

— Vamos Milo, ven conmigo — insinuó el diablito.

— ¡Que no!

— ¡Que sí!

— ¡Que no!

— ¡Que sí!

— ¡NOOOOO!

— ¡SÍÍÍÍÍÍ!

— ¡CÁLLENSE DE UNA MALDITA VEZ! — gritó golpeando su cabeza hasta sangrar y acto seguido los chibis disfrazados desaparecieron.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Había pasado una semana desde el ataque de “esquizofrenia” de Milo.
En ese pequeño lapso de tiempo, descubrió que sí solo dormía y comía, podía controlar sus deseos, pero estar encerrado también lo enloquecía por lo que decidió salir del Santuario.

Busco entre su armario una maleta muy bien cuidada donde guardaba algunas prendas de toda clase, no era mucho, pues ese tipo de ropa nunca podía utilizarse en el Santuario.

Saco una playera blanca de cuello “V” que se ajustaba a su cuerpo, un pantalón de mezclilla negro y unos zapatos a juego. Escapo del Santuario, como en muchas otras ocasiones rumbo a Atenas.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Camus, caballero dorado de Acuario, estaba a unos metros de entrar en terreno del Santuario.

Tenía ganas de ver al escorpión pero, al mismo tiempo, tenía miedo.

Miedo de enterarse que había echo en su ausencia, miedo d saberse engañado otra vez, miedo de cumplir su palabra y tener que dejarlo, por que, a diferencia de Milo (o esto le daba a entender eso) él si lo amaba y por eso no podía aceptar el echo de a haber sido engañado otra vez.

¿Otra vez? Camus reflexiono, haber perdonado la primera significo para Milo un juego, estaba molestó, había sido su error y eso lo hacía sentir mal consigo mismo, pues sentía que había sido su error permitirle tratarlo de esa manera. Lo amaba. Pero esa no era una excusa, ni para él ni para Milo.

Comenzó a andar quería terminar con ese sentir, aunque no estaba seguro de que lo haría.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Milo estaba sentado frente a la ventana de una cafetería, veía a la gente pasar, gente que tenía una rutina, una vida normal, estaba seguro de que odiaría su vida de ser de esa manera.

Observo que pasaban muchas mujeres bonitas y para entretenerse hizo una especie de estadística en una servilleta, sobre lo que llamo su atención de cada una; de dos la cara, de cuatro el pelo, de seis el busto, de ocho las piernas y de quince el trasero. Amplia victoria para los traseros. Aún así, todas tenía algo en común y era el hecho de que le recordaban a Camus. Era un simple rasgo o un gesto, pero eso era suficiente para él, pensar que le recordaban a Camus le había echo sentir culpable, suspiro y se levantó pago el café que apenas si probo, guardo la servilleta en su pantalón y salí del café.

Había mucho viento afuera que despeinaba su cabello y lo llenaba de tierra. Ese viento levantó la falda de una mujer y a un sacerdote le levantó la sotana. Que panoramas tan diferentes.

Opto por tomar el autobús hasta la villa, se sentó junto a la ventana, al poco rato a su lado se sentó una mujer con minifalda y tacones de aguja, él miraba por la ventana, cuando ella le habló.

— Milo, cuanto tiempo sin verte. Hace mucho que no vas a buscar algo de acción — Milo volteo al reconocerla.

— Desire. Salgo con alguien — respondió tajante.

No lo gustaba recordar cuantas veces había estado con ella.

— ¿Y desde cuando eso te importa? — pregunto alzando su depilada ceja.

— Siempre me ha importado — respondió molestó. Odiaba que lo cuestionaran.

— Como digas.

Desire saco de su bolsa una cosmetiquera y comenzó a arreglarse.
Estaba por aplicarse el labial rojo intenso cuando el autobús se sacudió y él labial se callo manchando la playera de Milo, ella se disculpo y Milo no le dio importancia, al poco rato ella le habló.

— ¿Me harías un favor?

— Eso depende ¿Qué es lo que quieres?

— Verás, Hace mucho que no llevo un cliente…

— Ya te dije que salgo con alguien. No puedo ayudarte.

Desire intentó convencerlo pero no lo logró. Aun que a Milo no le desagradaba del todo la idea, aún así se resistió por que deseaba mantener a Camus a su lado.

Ella dándose por vencida, sacó un perfume de su bolsa y se baño de el y también a Milo.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Ambos bajaron en la villa y caminaron un poco, Milo intentaba no andar muy cerca de ella, alguna amazona o un soldado podría verlo el chisme se correría y lo más seguro llegaría a oídos de Camus y ahora sí todo estaría perdido.

— Nos vemos después — dijo y en un último intento por seducirlo se acercó a besar su cuello.

Milo la alejo de sí.

— No creo que volvamos a vernos — dijo marchándose de inmediato.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Cuando el aludido entró al octavo templo luego de reportarse con el Patriarca, se había dad cuenta de qué Milo era un desastre y un pajarillo le había contado sobre la crisis de Milo y lo había echo sentir un poquito culpable y ese sentir había disipado, parcialmente, su molestia. A pesar del hecho de que Milo no estaba por ningún lado y nadie lo había visto.

Milo regreso a su templo donde Camus lo esperaba. Este, había preparado algo de comer al suponer que su bichito no se estaba atendiendo correctamente.

Apenas puso un pie en su templo supo que Camus había vuelto, pues había un aroma a estofado de verduras inundando todo la casa, se dirigió a la cocina y encontró a Camus colocando unos platos sobre la mesa.

Camus le sonrió al verlo entrar y se acerco para recibirlo con un beso y un abrazo.

— Tenía ganas de verte Camie — le dijo Camus se limitó a abrasarlo de nuevo.

Comieron tranquilamente mientras Camus le contaba el progreso de los chicos.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Se encontraban en la habitación de Milo, este besaba el cuello de Camus mientras sus manos comenzaban a desvestirlo, el aludido escondió su rostro en el cuello de Milo cuando notó un aroma peculiar abrió los ojos y lo alejo de sí.

— Hueles a perfume de mujer — le dijo con seriedad.

— No es nada — respondió mientras volvía a besarlo.

El aroma se hizo más fuerte y no le agradaba, en realidad lo que le disgustaba era el hecho de que Milo no le explicara y sólo pensara en llevárselo a la cama. Sí no era nada ¿entonces por qué no le decía que paso?

Milo lo abrazó mordisqueado su oreja y Camus notó que la playera tenía labial.

— ¿Donde estuviste? — preguntó haciéndose a un lado y frunciendo el seño.

— En Atenas.

— ¿Con quién? — Milo iba a reclamar el interrogatorio pero Camus se adelanto — Te pregunte con quién estabas — dijo con la molestia a flor de pie.

Milo calló lo suficiente para molestar a Camus que se dirigió ala puerta.

— Con nadie — respondió al verlo alegarse.

— No te creo. Apestas a perfume barato y traes labial en el cuello — le dijo levantando la voz. Milo calló — Me marchó a Siberia esta noche.

— Espera, yo puedo explicarlo.

— Perdiste tu oportunidad ya no me interesa saber con quién te revolcaste — anunció con desdén.

El silencio por parte de Milo confundía eso estaba claro.

— Me voy. Puedes considerar lo nuestro terminado — le dijo dándole la espalda y saliendo del lugar.

Milo se quedo en silencio sin poder reaccionar, su cerebro no terminaba de procesar la información. Había perdido al amor de su vida en un parpadeo y no alcanzaba a comprender que había echo mal esta vez.

No se dio cuenta cuanto llevaba lamentándose pero ya era de noche y escucho que alguien caminaba por su templo y salio a su encuentro al saber de quién se trataba.

Camus caminaba por el templo de Escorpio de manera elegante y segura, como ya era costumbre.

— Necesitamos Hablar — dijo Milo bloqueando su paso.

— No tengo nada de que hablar contigo.

— Tienes que escucharme…

— No. Me cansé de escucharte, de ser tu juguete. Yo no soy una de las putas con las que te has acostado y por tanto no merezco ser tratado como tal — silencio nuevamente.

Milo pensaba.

Ahora entendía por que Camus tenía esa actitud, se di cuenta de que no lo estaba respetando como merecía, aunque él creía que sí comprendió que Camus no lo sentía de esa manera. Se reprendió mentalmente. Muy tarde.

— Adiós Milo — pronunció esquivando a Milo.

Se sentía dolido y por el momento no toleraba tener a Milo cerca, tenía ganas de llorar pero no lo haría, aun no. No podría estar mucho tiempo enojado con él pero resistiría lo más posible sólo para probar a Milo.

2Ámame | Multi-chapter | Terminado Empty Capitulo 2 Lun Abr 13, 2015 6:48 pm

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2. Siberia.

Tenía tres días vagando por las planicies de Siberia buscando a Camus.

No se sentía bien, había llegado a mitad de un tormenta de nieve y el ya de por sí gélido clima de Siberia era aún más bajo y Milo había salido de Grecia (hipotéticamente) como dios lo trajo al mundo.

Sólo podía pensar en encontrar a Camus y pedirle perdón, quería recuperarlo, hacerle ver que era lo más importante para él y que nunca quiso hacerlo sentir como si fuera un objeto, un juguete.

Pero al parecer el clima estaba en su contra, era como si ese congelador al que Camus llamaba hogar intentará separarlo, casi era como protegerlo.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Camus regresaba a casa con sus alumnos, la tormenta había estado tan terrible que prefirió mantenerlos encerrados aunque eso le había constado las provisiones de todo un mes por lo que salieron a comprar antes de que la tormenta se desatara de nuevo como estaba pronosticado.

— Camus — lo llamó una voz conocida.

Camus la reconoció y le dijo a los pequeños que se adelantaran.

— No esperaba verte hasta dentro de tres días — comentó suyo.

Jules que era un amigo de Camus y un caballero de cristal.

— Regrese antes — respondió Camus con seriedad.

Jules sonrió viendo su oportunidad. Conocía a Camus desde hacía años y estaba al tanto de su vida en todos los aspectos, conocía su relación con el caballero de Escorpio y con la respuesta que le acababa de brindarle, por corta que pareciera, le había dado a entender que aquel sujeto había quebrado las cosas entre ellos.


— Te había dicho que eres muy lindo

Abrazó a Camus con posesividad, este se soltó sintiéndose incomodo.

— No bromees — le dijo molesto.

Jules se negaba a dejarlo ir, no planeaba echarse para atrás, tomo al francés por la cintura y lo beso. Camus no pudo reaccionar por la sorpresa.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Milo apenas si se podía mover, sentía un escalofrió recorrer su cuerpo cada tanto.
Había llegado a una especie de villa pero aun así seguía más que perdido, doblo la esquina para salir del callejón y entonces vio a Camus besándose con otro.

Ahora comprendía. No se traba de que Camus se sintiera utilizado simplemente buscaba una excusa para acabar con su relación para estar con aquel tipo.

Eran sus celos lo que pensaban.

Porque en el fondo sentía una ganas enormes de llorar y de golpear al otro sujeto por robarle el amor que le pertenecía.

Ya no le quedaban fuerzas suficientes para llegar hasta ellos y encararlos a ambos o quizás matar al otro hombre.

Las lágrimas contenidas por días resbalaron por sus mejillas antes de desmayarse.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Camus sintió un cosmos conocido extinguirse, eso lo hizo reaccionar. Empujo a Jules y volteo a todos lados para ver si veía algo pero una ventisca de nieve le impedía ver el lugar.

Sintió una opresión en le pecho y sus manos comenzaron a temblar. Sabía de quien se trataba y estaba preocupado, su ansiedad aumentaba y no podía encontrarlo, además Jules se la pasaba siguiéndolo intentado convencerlo de que había sido su imaginación y que era mejor irse antes de que la tormenta se pusiera peor.

Camus comenzaba a creerle, Jules lo sujeto de la cintura para conducirlo estaban caminando pero a cada tanto Camus volteaba, algo le decía que debía ir por ahí.

— Camus. No hay nadie hay que darnos prisa — Camus lo miró…

Milo despertó y vio todo blanco intento ponerse de pie pero no lo logró se estaba congelando su mirada se dirigió hacia donde había visto a Camus la última vez. Muchas ideas cruzaron por su cabeza llena de celos. No logró levantarse y no tenía las fuerzas suficientes para encender su cosmos y calentarse pero aun así lo intento fracasando.

Camus había cedido a las peticiones de Jules de marcharse, este aun sujetaba su cintura, caminaban cuando Camus se detuvo en seco y volteo.

— Camus. Ya entiéndelo no hay nadie — dijo fastidiado el aludido suspiró.

— Yo…— estaba por disculparse cuando sintió un chispazo de cosmos — suéltame tengo que ir con Milo — gimoteo pero Jules era mucho más alto que él y lo sujetaba con fuerza – Suéltame… Milo no se encuentra bien yo lo sé — decía mientras en vano trataba de soltarse.

Jules ya estaba muy molesto, Camus era necio y era difícil hacerlo cambiar de opinión estaba dispuesto a noquearlo sí con eso se lo llevaba. La tormenta era cada vez más fuerte. Iba cumplir su cometido cuando Camus, al dejar de comportarse como un niño y pensar en lo que estaba asiendo lo golpeo en las partes venerables y logró soltarse e inmediatamente corrió a buscar a Milo.

Lo encontró tirado en nieve con una fiebre tremenda e inconsciente. Lo cargó para llevarlo a la cabaña y cuidar de él. Jules eventualmente lo siguió.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

La tormenta había bajado un poco.

Camus cuidaba de Milo y sus alumnos se había ofrecido a ir a buscar leña para mantener el lugar calido y Jules sólo estorbaba y se le insinuaba a Camus que apenas si le prestaba atención y le había dicho que no le interesaba en lo absoluto

— Jules ya lárgate — le dijo este se negó y lo tomo por la cintura apretándolo contra sí — Suéltame… me lástimas — le dijo al sentir que le rompía las costillas no comprendía cuando se había vuelto más fuerte.

Milo en medio de su inconsciencia escuchaba todo lo que Camus decía y se obligo a levantarse.

— Te dijo que lo sueltes.

Camus miró las turquesas afiebradas de Milo que no lograban enfocar nada. Jules rió.

— ¿Y? ¿Qué vas a hacer? Si apenas puedes mantenerte en pie — dijo soltando a Camus.

Milo iba a atacar pero Camus lo detuvo.

— Veo que no me equivoque — intento mirarlo sin conseguirlo — ¿Dime Camus lo amas tanto? — sus celos hablaban.

— No digas estupideces Milo…

— Camus — acaricio su mejilla esbozando una sonrisa — yo… — no sabía ni que decir, la fiebre lo tenía confundido.

Jules aprovecho eso momentos de confusión y atacó a Milo que debido a su debilidad se desmayó. Camus miró a Jules furioso.

— ¡Lárgate! — dijo furioso.

— Vamos Camus, después de todo lo que te a echo sufrir…

— ¡Cállate y lárgate! — no quería hacer uso innecesario de su fuerza.

Jules se acercó demasiado y Camus no dudo ni un segundo más y lo saco, pero el otro tenía otras intenciones comenzaron a pelear justo cuando los alumno de Camus regresaban y observaban a su maestro pelear, nunca lo habían visto tal poder y quedaron asombrados.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Milo despertó envuelto en cobijas. Miró al techo buscando recuerdos, no los había, todo estaba confuso.

La puerta se abrió y Milo volteo a ver quién era.

— Despertó señor — pronunció un niño de cabellera verde.

Se escuchó que alguien se acercaba y el pequeño se escondió debajo de la cama pidiendo que no lo delatara.

Camus entró y Milo se hizo el inconsciente. Camus miró debajo de la cama y le habló la pequeño.

— Isaac, sal de ahí. No te voy a castigar — dijo amable pero firme. El pequeño lo miro temeroso y salió.

— No quise hacerle daño — se disculpó.

— Yo lo sé y Hyoga también. Anda ve con él — Isaac asintió y salio de l habitación cerrando la puerta.

Camus suspiró y volteo a ver a Milo torció la boca.

Tenía un plan cuando salió del Santuario pero ahora al ver a Milo en ese estado no tenía el valor ni las intenciones para seguir adelante. Se sentó a su lado y tomo su temperatura para comprobar que ya no tenía fiebre, acomodó su cabellos con mimo mientras suspiraba, estaba preocupado porque Milo no despertaba.

Milo sentía las caricias de Camus y dejó de hacerse el inconsciente, abriendo lo ojos al tiempo que lo llamaba.

— Estas despierto — dijo alejando su mano — ¿Cómo te sientes?

— Estoy bien gracias por preocuparte — dijo con sarcasmo pues había recordado.

— ¿Milo porque viniste? — Milo no contesto — Te das cuenta de que pudiste haber muerto.

— Pues preferiría estarlo — dijo con desdén y le dio la espalada.

Camus se sintió herido, No comprendía porque Milo tenía que tratarlo así. Había pensado que estaba ahí por que lo quería pero ahora lo dudaba.

— Y yo me hubiera muerto contigo — dijo con la voz quebrada Milo no volteo — ¿Por que no puedes amarme Milo? — preguntó comenzando a llorar mientras ocultaba su rostro contra el colchón.

Milo se sintió ofendido, eso le había dolido. Comenzó a hacerse preguntas, nuevamente se dio cuenta de que estaba fallando en algo y Camus lo estaba resistiendo.

— Eres un egoísta — acusó — Yo me esfuerzo y tú no te das cuenta de eso…
Milo lo abrazó sin saber que decirle. Sabía que sólo lo lastimaba y se sentía de lo peor. Ya no sabía que hacer, nada parecía ser correcto.

— ¿A caso es tan difícil en tender que te amo con locura? Tal vez crees que te estoy pidiendo demasiado, pero para mi es muy difícil entablar una relación y tú no me das la confianza para seguir adelante… — Milo lo obligo a mirarlo.
— Perdóname Camus… Yo sé todo eso. Pero no sé como cambiar para acerté feliz. Lo intentó pero sólo terminó fracasando y haciéndote daño en el proceso. No sé que más hacer, pero te necesito cerca.

Camus lo miró y Milo acaricio su mejilla.

— Te amo Camus — le dijo era la primera vez que lo hacía.

Camus le sonrió y se abrazó él. Estuvieron en paz y en silencio hasta que milo estornudo.

Camus se separó de él.

— Tienes fiebre otra vez — le dijo levantándose para arroparlo en la cama — Descansa mañana tienes que volver al Santuario.

— ¿Me estas corriendo?

— No. Saliste sin permiso, llevas inconsciente tres días y el patriarca ya mandó a buscarte. Debiste haber regresado ayer— agacho la mirada — Milo, si no te vas mañana, podrían acusarte de traición y…

— No tienes que decirlo — le dijo — Es sólo que no quiero dejarte.

Camus sonrió y se inclinó a darle un beso.

La puerta se abrió dejando ver a un par de espías, Camus los miró molesto y ellos cerraron la puerta asustados. Milo rió.

— No quiero saber que les haces.

— Nada ilegal — Milo lo miró sorprendido — Es una broma — Milo se sintió tonto — Descansa — le dio otro beso.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………

Camus terminaba de acomodarle la bufanda a Milo.

— ¿Esto es necesario? — le preguntó con trabajo y apenas audible.

— Sí, no te escuchas este prácticamente afónico. Eso te pasa por no pensar lo que haces.

— Estoy casi muriéndome y aún así me dejas ir solo.

— Tampoco te estas muriendo — le recalcó — Te ves muy guapo de Esquimal — dijo sonriéndole y Milo abrazó.

— ¿Te veré pronto?

— Bueno…lo intentaré — le dio un beso esquimal — Estaré contigo pronto, te lo prometo — corrigió su respuesta.

Isaac y Hyoga rieron a sus espaldas «estos niños» murmuró Camus y Milo sonrió.

— Te estaré esperando — le dijo.

— Te recompensare por tú espera — le guiño el ojo.

Milo le dio un beso rápido y dio la vuelta y metió las manos en los bolsillos de su abrigo y hundió la nariz en la bufanda, todo olía a Camus, sonrió, Camus le daba una nueva oportunidad y no la desaprovecharía.

Camus lo observaba alejarse. Se sentía feliz por el simple hecho de que estaba enamorado, de alguna manera se sentía más seguro, no del todo, no tuvo tiempo de pensar en lo que quedaba de sus inseguridades por que ya se encontraba persiguiendo a sus alumnos, para reprenderlos por su comportamiento y obligarlos a entrenar.

Tenía que recuperar los días perdidos y superarlos sí quería volver al Santuario pronto.

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