Privado número 5 - Saga & Mu

Su maestro iba a pensar que tenía problemas de riñón. Tomó aire - por undécima vez - y dio con la puerta del siguiente privado. Elevó la mano hasta el pasador y se preguntó el porqué había caído en esas tretas.

Se obligó a retomar su semblante sereno y accedió al fin a la estancia. Rosas; velas y… ¿una taza? ¿acaso sería un té lo que se serviría en ésta? Sonrió levemente ante el descubrimiento pues no era de mucho comer y tres cenas… sin duda resultarían demasiado pesadas.

Dio una vuelta con tranquilidad, examinando todo con la vista mientras esperaba a su segundo acompañante esa noche.

Entro en aquel cuarto a media luz, me toma un momento para poder acostumbrarme al entorno, cuando por fin noto una imagen, hasta que puedo verlo bien

─Mu, no esperaba verte, es una agradable sorpresa─


Me siento en la silla de enfrente y lo miro sonriéndole

─tal vez no lo esperaba, pero es bueno el poder hablar contigo a solas, no siempre tenemos esta oportunidad─

Saga. Sus ojos se abrieron ante la sorpresa al escuchar esa profunda voz. Suerte que pudo retomar la serenidad antes de que el mayor tomara asiento frente a él. De pronto, sintió que el mundo se le caía encima. ¿Cómo iba a tratar al caballero de géminis? Sus puntos se unieron, afligido por los sentimientos contradictorios que sentía por esa persona.

Asintió a modo de saludo, aún sin dirigir palabra al mayor. Si su maestro y la misma Atenea habían perdonado sus actos del pasado, ¿qué le impedía hacerlo a él? Quizá el haberlo tenido en un pedestal durante su infancia, impedía tal labor. Sin embargo, le devolvió una sonrisa leve.

─ Ciertamente, a duras penas hemos cruzado miradas entre obligaciones y entrenamientos.

Se preguntó cuál sería el fin de que un caballero bien dotado como el griego, estuviera en un evento tan… poco necesitado para su persona. Un nudo se estableció en su estómago. ¿Estaría participando en ese evento para encontrar diversión? Su mirada se desvió ante el impuro pensamiento y sus mejillas tomaron un leve color rojizo.

Bajo mi vista hacía la mesa mirando los detalles, era agradable estar así en un lugar tranquilo y sin la mirada inquisitiva de otros

─ha sido duro en este tiempo, y... se que no ha sido fácil el recibirme de nuevo en el santuario después de lo que paso, siento que de alguna manera tendré que compensárselos alguna vez─

regreso mi mirada hacía él, un leve cambio hay en su rostro justo cuando aleja su mirada de mi

─¿Pasa algo malo?... ─

Escuchó atento sus palabras, incluso la pregunta. Miró los ojos de tonalidad intensa del mayor para terminar negando y dejando escapar el aire de manera pesada. ¿Cómo le habían convencido para algo tan vanal?

— Aún no sé en qué momento acepté participar en ésto…

Trató de pensar en algo lo suficientemente bueno del mayor como para no dejarse guiar por el rencor. Al fin y al cabo, todo humano tenía derecho a una nueva oportunidad.

— El rencor es un sentimiento dañino pero el tiempo y un poco de voluntad, terminan por hacerlo desaparecer — o eso esperaba él —. Si pones de tu parte, las personas que aún lo sienten por ti, llegarán a dejar éste atrás.

Me recargo en la silla mientras lo veo, de todos los santos el tiene una expresión unica, tranquilizadora, tal vez sea una característica de los lemurianos que recuerdo vagamente haber visto también en el viejo patriarca.

Bajo la mirada a la taza que se encuentra frente a mi y golpeo levemente el plato dejando que un leve clin se oiga en la habitación

─Es por eso que acepte venir a este evento, quería tener la oportunidad de disculparme con todos, es más fácil hacerlo así, algunos tienden a reaccionar de manera muy amigable a mi presencia, pensé que un lugar así lo haría más fácil─

Levanto la vista y sonrió con cierta tristeza

─Siento mucho mis acciones Mu, deje que la oscuridad me consumiera y herí a muchos en el camino, espero poder tener la oportunidad de disculparme de la misma manera con tu maestro─

Comprendía que fuera más sencillo para él, reunirse así con sus camaradas. De otra forma - más de uno - habría evitado a cualquier precio su presencia. Apartó la mirada un leve instante, al caer en cuenta, que él mismo habría sido uno de ellos. No por creerle culpable de su exiliación sino por haberle arrebatado la única familia que había conocido.

Lo peor fue la culpabilidad sentida durante años. Si no hubiera sido tan cobarde, habría ayudado a Aioros en la pelea pues, aunque contaba con poca edad, ya era un caballero dorado con armadura incluida. La llegada de Kiki - unos años después - fue toda una bendición para su alterada mente.

Se obligó a regresar al presente ante la pronta disculpa. Sus ojos se abrieron de par en par, enfocados en los de su camarada. Las palabras le salieron solas.

─ Una disculpa no me devolverá la infancia perdida ─ se reprochó de inmediato y cambió su tonalidad a la serena habitual ─. Sin embargo, agradezco la sinceridad de tus palabras y espero lleguen también al Patriarca.

Se obligó a dar un sorbo de té para serenarse pero al percibir que no sólo eso era necesario, optó por acudir a otra cita.

─ Ruego me disculpes. No me demoraré en regresar.

Salió de la instancia y caminó lentamente hasta la siguiente puerta. Su alma no estaba serena pues había sido demasiado duro.

Dejo escapar un largo suspiro una vez que se va, me pregunto si así será siempre, tal vez hubiera sido mejor estar en el Tártaro que padecer esto, pero también puede que este sea mi castigo para expiar mis culpas.

Me quedo un momento pensando y me doy cuenta que permanecer aqui no tiene ningún sentido, ya ha dicho lo que piensa y mas palabras no harán ninguna diferencia.

Me levanto y escribo una nota antes de salir

"Gracias por todo Mu, y en verdad siento haberte causado tanto daño

Saga "

Una breve charla con un espectro sirvió de alivio para el mal trago vivido con el caballero de Géminis. Apresuró el paso hasta llegar a la estancia y entró con cuidado de no sobresaltar al mayor. Sin embargo, no lo vio en la sala.

─ ¿Saga?

Pensó que quizá había aprovechado para tomar otra cita, por lo que suspiró y caminó hasta la mesa para tomar asiento. En su cabeza, ya estaba hilado el monólogo para disculparse cuando su vista se fijó en una nota sobre la mesa.

Gracias por todo Mu, y en verdad siento haberte causado tanto daño.
Saga.

Sus puntos se unieron casi al completo ante el mensaje. ¿Se había ido? Se maldijo por haber sido tan desconsiderado y maleducado. Ahora tendría que buscarle para pedir disculpas pues nunca fue su intención provocar malestar en nadie.

Sintió que la iluminación estaba cada vez más lejos…

Un par de segundos después, retomó las otras citas con Saga en sus pensamientos.