Privado número 27. Shaka x Aioria

Aunque un poco cansado, derrotado, mal humorado y apático, penetré en el privado número veintisiete para decirle a la persona dentro que disculpara mi retraso, pero además de eso pedirle que dejaramos el encuentro para después. No me siento del mejor ánimo, y ni que decir del humor.

Mis dos citas anteriores me han abandonado: la primera porque yo lo acorralé a hacerlo, la segunda porque no podía con el peso de mis reclamos.

Exhaló cansado y todavia malhumorado. Definitivamente si se trata de alguien agradable le pediré desayunar mañana temprano y me iré a encerrar a la oscuridad de Leo.

Me dirijo hacia la mesa e intento no mirar los detalles de su romántica composición; no me siento, me dedico a esperar de pie de cara a la puerta.

Se encontraba frente a la puerta de donde sería su cita, pese a que no acostumbraba cosas así se sentía tranquilo, si no le gustaba lo que encontraba, cumpliría con el resto de sus compromisos por esa noche y se iría a la tranquilidad de su templo; tomó suavemente la manija de la puerta mientras entraba con su porte sereno de siempre.

Al entrar, lo primero que percibió fue un cosmos muy familiar para él, alguien con quien hacía tiempo no conversaba, así que pese a la hermosa decoración del lugar sus ojos entreabiertos estaban fijos solamente en la persona que se encontraba de pie junto a la mesa, estaba estresado, podía percibirlo por la tensión presente en su expresión, años de conocerlo, le permitían afirmarlo.

- Aioria, ¿Te encuentras bien? - Cuestionó sabiendo de antemano que el moreno le tendría la confianza suficiente para responderle con franquesa.

Con Shura había bebido mucho, aunque todavía no me sentía mareado; con Saga la pequeña borrechera se había pasado hasta dejar solamente el mal humor y su estress. La pequeña cobra me mordió, y ha dejado en miss labios el sabor amargo del odio y la incertidumbre.

¿Por qué me ha besado? ¿Esa era su forma de disculparse y mostrarse honesto?

No lo puedo creer, y tanto es así, que la sorpresaba raya en el enojo... ¿¡Cómo es que a Shaka puede gustarle un tipo como ese?!

Maldije en el silencio de la habitación, y casi estuve a punto de abrir la botella de vino y beberla entera para quitar tan mal sabor, cuando oí la puerta abrirse; mis ojos se dirigieron a la cita en turno, y mis labios por primera vez en toda la noche mostraron una sonrisa.

¡Vaya sorpresa! Tal vez le había convocado.

Le observo entrar con esa seriedad y postura siempre recta. Su atuendo le quedaba muy bien, marca el contorno de su rostro y el color de su cabello.

Ante su pregunta, la sonrisa se borra del rostro; mis labios se fruncen y desvio la mirada; y aunque habría intentando huir a confesar lo ocurrido con Saga, para Shaka no hay secretos; además, no seria leal guardarle algo tan importante a pesar de no desear lastimarle.

— No pasa nada, Shaka... — Intenté restarle importancia a la situación blandiendo mi mano derecha, y acercándome a él, coloqué ambas sobre sus hombros—. Pero, ¿sabes? Hay algo que quiero compartir contigo—. Incliné mi rostro, y acerqué mis labios a los suyos para "pasarle" el beso que había recibido de la persona que él amaba. Yo no lo necesito, y sé que él tampoco, sé que Saga no se lo merece, pero a final de cuentas es la persona que él quiere.

Lo besé suavemente, sin profundizar ni demorar el contacto.

Cuando me aparté, le sonreí, tomé una de sus manos y la puse en mis labios antes de llevarlo a la mesa.

Se alegro de verlo sonreír con su presencia, después de todo es alguien muy querido para él, sin embargo; no había duda, algo grave le había ocurrido a su amigo para que estar en ese estado, pues un velo de ira, dudas y decepciones nubla su siempre brillante mirada, pese a su respuesta sabia que mentía para quitarle hierro al asunto.

Lo vio acercarse a él, esperaba un abrazo por su parte al sentir sus manos sobre sus hombros, sin embargo lo que sintió sueron sus tibios labios posarse sobre los suyos, sus ojos seabrieron ante la sorpresa, sintió el gusto amargo del licor en ese breve contacto, aunque fue tan breve como el aleteo de una mariposa; correspondiendo su sonrisa lo siguió hasta la mesa para pasar una agradable velada.

Una vez que ambos estaban sentados en la mesa frente a frente habló. - Estas ebrio y... ¿No pasa nada dices? - Enarcó una de sus cejas para mostrarle que no le creia nada. - No te presionaré si no quieres hablar y lo sabes, pero voy a apoyarte. - Explicó tomando una de sus manos, entrelazando sus dedos.

- Nuca ha habido secretos entre nosotros Aioria... hemos compartido muchas cosas; por ello se que tarde o temprano me lo dirás y si no... te lo sacaré a la fuerza. - Bromeó sonriendo ligeramente, pues con él tenía la confianza de hacerlo. - Y el beso... ¿Porqué fue? - Cuestionó a su amigo pues en verdad se le hizo extraño.

Una vez frente a la mesa, mi espalda se va de lleno contra el respaldo de la silla; mis ojos y mis gestos estan fijos en Shaka, aunque mi atención sigue fuera de todo cuanto me rodea.

Al oir sus palabras sonrio de nuevo, incluso me permito reir con suavidad, ya no con burla o sarcasmo, esta vez es debido a que me divierte saber que él tiene razón. No hay secretos en el corazón de algún humano para Shaka, y sé que yo soy un libro abierto para él.

Mis dedos suben al flequillo y juegan con las habras castañas hasta quitarles el gel y despeinarlas; tomando este pequeño tiempo entre el sonido de su voz y mi silencio, para considerar todas mis opciones.

— Vamos, Shaka, sabes que no necesito una buena copa de vino para besarte... Conozco tus labios, tus besos y tu cuerpo tan bien como el sendero que separa nuestros templos.

No sé si está bien que continue bebiendo, sobre todo porque a él no le gustara que lo haga sumergido en el abismo donde estoy.

— Y, aunque no desee lastimarte si guardo silencio, yo seré el más feliz del mundo si con esto dejas de amar a Saga—. Mi ceño se contrae al igual que mis puños ya puestos sobre la mesa—. Acabo de estar con él, y el muy hijo de... ¡Bueno, el estupido ese se estrevió a besarme! — Contengo en los puños las ganas de golpear algo con la imagen de su rostro. — Creí que te gustaria recibir su sabor de mis labios.

Sonrío de forma pícara ante el comentario del castaño dándole la razón, después de todo habían compartido mas que simples besos, ambos eran muy apasionados no tenía ningún sentido hacerse el desentendido, ambos estuvieron juntos porque así lo quisieron y su amistad es muy sólida, observó la forma en que el moreno veía lo botella de vino sobre la elegante mesa, algo debía haber ido muy mal si tenía tantas intenciones de embriagarse.

Estaba por hablar cuando escuchó la confesión por parte de su amigo, sintió un frio enorme recorrerle todo el cuerpo, sus manos se pusieron heladas, por lo cual alejo la que teia entrelazada con su amigo, se recargo en la silla y bajó su rostro de tal forma que el flequillo cubriera sus ojos cerrados, sus puños se apretaron con fuerza casi al grado de hacerse daño, muchas veces en sus meditaciones se había preparado para soportar el dolor cuando supiera que Saga estaba enamorado de otra persona... pero nada lo preparó para esto... el saberlo enamorado de uno de sus mejores y mas cercanos amigos lo dejó completamente paralizado, sentía como su corazón se partía en mil pedasos.

Fue él quien tomó la botella de vino para abrirla y servir dos copas hasta el tope, se bebió una rápidamente intentando que el ardor que sentía por ingerirla de esa manera mitigara un poco el que sentía en su pecho, no podía enojarse con Aioria por ser dueño del corazón del geminiano, después de todo él no había hecho nada.

Llenó nuevamente la copa ofreciéndole la otra a su amigo. _ Brindemos por el beso mas amargo de mi vida. _ Habló para terminarse la copa rápidamente.

_ Dime Aioria... ¿Dejarias de amar a Shura por el simple hecho de saber que besó a otra persona?_ Cuestionó mirándolo fijamente, aunque al ver su seriedad decidió quitarle hierro al asunto. _ ¡Vamos gato! ¡Deberías disfrutar que tienes un emanorado!_ Bromeó sabiendo cuanto detestaba a Saga.

Al verle reaccionar de forma tan seria, la saliva que intento pasar por la boca realiza un sonido fuera de lo normal por mi garganta.

Shaka posee la enorme facilidad para controlar sus emociones, algo que lejanamente yo podré lograr uno de esos días. Él es tranquilo y muy sereno, por el contrario yo siempre me dejo vencer por mis pasiones.

Intento no observarle en este sutil silencio, y aunque sé que debería explicarle algo más de la situación, no puedo hablar; es vergonzoso y humillante que la persona odiada te robe algo, aunque fuese un beso. Me siento como si tuviera trece años. Debo reconocer que su acción me tomó por sorpresa cuando consideraba perdonarle, pero él se aprovechó de eso... ¿Por qué lo hizo el muy miserable? ¿Quería hacerme sentir algo? ¿Deseaba que lo amara?

La realidad es que ahora lo detesto aún más, porque gracias a él no puedo estar en paz con Shura.

Vuelvo a tragar saliva con dificultad y cuando decido que es el momento de hablar, lo veo abrir la botella de vino e invitarme a brindar con él. No sé si debería aceptar, no quiero llegar perdido a mi reencuentro con la cabra maldita.

_ Brindemos por el beso mas amargo de mi vida. _

Sus palabras y la acción que sigue a estas me dejan con mi copa en la mano a punto de llevar el líquido a mis labios. De seguir así, tendré que llevarlo cargando a Virgo terminando todo esto.

_ Dime Aioria... ¿Dejarias de amar a Shura por el simple hecho de saber que besó a otra persona?_

La mención de aquél nombre me arranca un respingo. Mis labios y el ceño se fruncen mientras repito la misma acción de Shaka al beberme el vino de un solo trago. La cosecha es más fuerte que la bebida en el privado 3.

— Prefiero morir, Shaka—. Le respondo seriamente a su intento de burla—. Eso o servir a Hades... Cualquier cosa sería mejor que tener la atención de ese sujeto, atención que me alegra no sea tuya—. Mi mano mecánicamente toma la botella y vuelve a llenar las copas de ambos vacías. — En cuanto a la cabra esa... Mi amor por él es un maldito castigo por creer que Aioros era culpable de todo lo que Saga lo acusaba, y tú sabes perfectamente que si nunca he intentando nada con Shura no es por temor a ser rechazado, sino porque yo lo desprecio desde el fondo de mi corazón—. Al terminar de decir esto me golpeo el pecho con fuerza, ahí, en el sitio donde late ese órgano traidor.

Mi boca está seca, mis sentimientos lastimados y no quiero seguir pensando... Ya no... Cuando vuelva al privado 3 (si es que encuentro el camino a el) Shura realmente se va a arrepentir.

Me pongo de pie y me coloco junto a Shaka

— Déjame retirar de tus labios ese sabor amargo... — Dicho esto tomo su rostro entre mis manos y le vuelvo a besar.

Observó el cambio en su expresión cuando mecionó a Shura, sabía que eso era del problema, nada podía poner de peor humor a su amigo que los temas relacionados con Saga y Shura, sin embargo era algo que debía superar y si estaba en su mano ayudarlo, lo haría, lo observó levantarse de su lugar para acercarse a él.

— Déjame retirar de tus labios ese sabor amargo... —

Fue lo último que escuchó antes de sentir como sus labios era asaltados por los ajenos, pero tan bien conocidos por él, llevó sus manos a la nuca del castaño jugando con sus cabellos mientras respondía con pasión a su beso, intentando sacár parte de su dolor en ello, además no podía negar que pese a toda la situación disfrutaba de la pasión del león, siempre lo había hecho, la forma en que succionaba y moría sus labios con fuerza pero sin llegar a lastimarlo era por demás excitante, la forma en que sus lenguas jugaban, sublime, sin embargo; poco a poco se separó de su amigo.

Observaba sus verdes pupilas nubladas por el deseo, su respiración tan agitada como la propia, la distancia era escasa, sus alientos se
entremezclaban, puso distancia entre ellos levatándose para decir lo que debía .

_ ¿Estas seguro que lo odias Aioria? _ Se que te lastimo con esto querido amigo pero es nesario... por tu bien. _ Entiendo tu sentir, pero ¿No sera que mas bien tienes miedo de sentirte un traidor al estar con él?, ¿De tus propios sentimientos? _  Cuestionó.

_ Escúchame Aioria, no fue culpa de Shura y lo sabes.... _ Realizo una pausa sabiendo lo que se vendría. _ Tampoco lo es de Saga... aunque me mires así, estuvo controlado... Y nosotros tomamos nuestras desiciones. _ Se acercó a él robándole un pequeño beso.

_ Quiero tu felicidad Aioria, que disfrutes de esta nueva oportunidad... sin arrepentimientos o rencores. _

Debería golpearlo... Es lo típico en mí cada vez que alguien toca esta fibra sensible; sin embargo, la persona que me habla es Shaka, el único ser a quien le puedo permitir incluso amar a mi peor enemigo.

— No me importa que los defiendas a ambos. Tú eres un ser iluminado, yo no... tú eres un ángel, yo soy un león, ¿entiendes? soy un carnivoro—. Mis labios formulan una sonrisa serena y al mismo tiempo divertida para aliviar la tensión.

Sus besos y su compañía han aplacado mi mal humor.

Creo que él es la única razón por la que pude soportar tanto dolor todos estos años, y me hubiera encantado que fuesen de Shaka mis desvelos, suspiros y desviaros; pero la realidad es más gris de lo que a simple vista parece.

Mis manos pasan al rededor de su cintura para abrazarlo, mi espalda se encorva un poco y permite que mis labios se posen en la blancura de su cuello, para dejar pequeños besos entre el espacio de la barbilla y los hombros.

— Esta noche te haré el amor, Shaka...— Susurro entre esos suaves toques, perdiéndome entre el aroma y el sabor de su piel.

Tras sus palabras, y con el pulso acelerado de mi corazón, he tomado la decisión de ser honesto con Shura, y no puedo dar marcha atrás... Sé y que aunque Shaka tenga razón, las cosas no saldrán bien para mi. Él me va a rechazar, lo sé perfectamente...

Él quiere mi felicidad tanto o más de cuanto yo deseo la suya, y aunque sé que Saga no lo merece, sino es conmigo, espero que lo sea al lado de alguna otra persona.

— No me importa que los defiendas a ambos. Tú eres un ser iluminado, yo no... tú eres un ángel, yo soy un león, ¿entiendes? soy un carnivoro—

Esas palabras por parte de su amigo lograron arrancar una tierna sonrisa de su siempre serena expresión, no podía evitarlo, después de todo sabía lo temperamental que era el castaño y el enorme esfuerzo que hacía por no darle un buen golpe, era el único que gozaba de ese privilegio e inconcientemente lo hacía sentirse bien... especial, mayormente si las convinaba con una sincera sonrisa.

Siente esos marcados brazos rodearlo como tantas otras noches lo han hecho, son esa fuerza e intesidad que el guardían de leo posee, suaves suspiros escapan de sus labios mientras siente como va recorriendo la sensible piel de su cuello, su amigo sabe como encenderlo, que esa zona lo pone a temblar, inclina su cabeza hacía atrás apoyandose en los hombros del castaño para darle mas espacio.

— Esta noche te haré el amor, Shaka...— Escucha apenas por las intensas sensaciones que esta experimentando.

Todo sería tan sencillo si se hubiese enamorado de Aioria, alguien que lo amaría tal como es, con intensidad, devoción, que lo tomaría donde fuera y como fuera sin inhibiciones; sin embargo; la vida no es color de rosa y su caso no es la excepción, como reencarnación de Buda debe recorrer un camino plagado de espinas.

Le habría encantado que para su amigo fuese diferente, que el pudiese vivir feliz con la persona que ama, sabe que con su pequeña conversación a tomado una desición irrevocable y sea cual sea el resultado estará para él.

Se que quizás nuestra felicidad no será juntos, pero oro con devoción para que él la encuentre.

Se desprende suavemente de esos protectores brazos para dejarlo semisentado sobre la mesa y besarlo con fuego puro, toma sua labios con pasión, mordiendo, succionando, recordando, explorando aplacer mientras sus manos despeinan las hebras castañas a su paso, le mostrará a Shura un espectáculo que no quedrá perderse.

Se separa lentamente del león observando su estado, así con sus cabellos desordenados, los labios rojos e inflamados por los besos compartidos, la camisa desarreglada, es una verdadera tentación a la vista.

— Si las cosas salen mal y te embriagas... esta noche... quien te hará el amor seré yo Aioria— Aclaró divertido.

—Vámos... aún tenemos compromisos— Explico alejándose del castaño.

—Nos vemos más tarde aquí... y veremos— Comentó depositando un último pero tierno beso en sus labios a modo de agradecimiento por su sinceridad. — Mantente tranquilo... Carnívoro— Bromeó por su comentario mientras salía de la habitación rumbo a su siguiente cita.

Los besos de Shaka comienzan a despertar con un cosquilleo mi miembro, provocando que mis dedos jueguen con las hebras doradas muy cercanas a su pelvis, y que las yemas de estos se muevan en círculos e intenten abrirse paso hasta su piel por la prenda.

Creo que no podré aguantar hasta el fin de la noche porque el sabor de sus labios es un fuerte licor, su piel es adictible, y sus caricias algún tipo de morfina.

Sin embargo, él mejor que yo comprende que debemos esperar, y aunque mi virilidad está más despierta que mi raciocinio, le escucho, sonrío y permito que Shaka se vaya tras dejarme acalorado, excitado y con mil planes para pasarla esa noche solamente con él.

Al recordar que es con Shura con quien ahora me dirijo, mi pulso se acelera, aunque mi excitación no disminuye... Tal vez eso es lo que Shaka quería, enviarme ganoso a su encuentro...

Espero calmarme en el transcurso del privado 27 al numero 3.

Me encuentro nuevamente frente al privado 27, entro lentamente, me siento algo mas tranquilo, una sonrisa surca mis labios.
Siento mi boca algo seca por lo que tomo asiento en la elegante mesa y me sirvo un poco de vino para degustarlo lentamente mientras espero, pensando en todos los sucesos transcurridos durante esta noche.