— No me importa que los defiendas a ambos. Tú eres un ser iluminado, yo no... tú eres un ángel, yo soy un león, ¿entiendes? soy un carnivoro—
Esas palabras por parte de su amigo lograron arrancar una tierna sonrisa de su siempre serena expresión, no podía evitarlo, después de todo sabía lo temperamental que era el castaño y el enorme esfuerzo que hacía por no darle un buen golpe, era el único que gozaba de ese privilegio e inconcientemente lo hacía sentirse bien... especial, mayormente si las convinaba con una sincera sonrisa.
Siente esos marcados brazos rodearlo como tantas otras noches lo han hecho, son esa fuerza e intesidad que el guardían de leo posee, suaves suspiros escapan de sus labios mientras siente como va recorriendo la sensible piel de su cuello, su amigo sabe como encenderlo, que esa zona lo pone a temblar, inclina su cabeza hacía atrás apoyandose en los hombros del castaño para darle mas espacio.
— Esta noche te haré el amor, Shaka...— Escucha apenas por las intensas sensaciones que esta experimentando.
Todo sería tan sencillo si se hubiese enamorado de Aioria, alguien que lo amaría tal como es, con intensidad, devoción, que lo tomaría donde fuera y como fuera sin inhibiciones; sin embargo; la vida no es color de rosa y su caso no es la excepción, como reencarnación de Buda debe recorrer un camino plagado de espinas.
Le habría encantado que para su amigo fuese diferente, que el pudiese vivir feliz con la persona que ama, sabe que con su pequeña conversación a tomado una desición irrevocable y sea cual sea el resultado estará para él.
Se que quizás nuestra felicidad no será juntos, pero oro con devoción para que él la encuentre.
Se desprende suavemente de esos protectores brazos para dejarlo semisentado sobre la mesa y besarlo con fuego puro, toma sua labios con pasión, mordiendo, succionando, recordando, explorando aplacer mientras sus manos despeinan las hebras castañas a su paso, le mostrará a Shura un espectáculo que no quedrá perderse.
Se separa lentamente del león observando su estado, así con sus cabellos desordenados, los labios rojos e inflamados por los besos compartidos, la camisa desarreglada, es una verdadera tentación a la vista.
— Si las cosas salen mal y te embriagas... esta noche... quien te hará el amor seré yo Aioria— Aclaró divertido.
—Vámos... aún tenemos compromisos— Explico alejándose del castaño.
—Nos vemos más tarde aquí... y veremos— Comentó depositando un último pero tierno beso en sus labios a modo de agradecimiento por su sinceridad. — Mantente tranquilo... Carnívoro— Bromeó por su comentario mientras salía de la habitación rumbo a su siguiente cita.