1.
El sol aun no comenzaba a entrar por la ventana cuando sintió el peso de otro cuerpo sobre el suyo y enseguida unas delicadas caricias en su rostro. Abrió los ojos lentamente para encontrarse con una mirada turquesa que lo miraba con un brillo especial. Sonrió levemente aun adormilado y el dueño de las turquesas le robo un beso.
Se removió en el colchón con incomodidad y el otro se quito de encima, se recorrió y levanto las sabanas para que se acomodara a su lado, cubrió ambos cuerpos con las matas y se abrazo al cuerpo del otro acurrucándose en su pecho.
— ¿Por qué molestas desde temprano? — pregunto al fin.
— Deberías preguntarte que vas a hacer cuando yo muera y ya nadie te moleste por las mañanas
— Eso no va a pasar por que yo voy a morir primero — susurro quedándose dormido de nuevo.
Milo abrazo a Camus contra sí no podía imaginar la idea de perderlo y tener que seguir viviendo…
2.
Observaba como el otro se levantaba envuelto en las sabanas y luego las dejaba caer para entrar al baño.
Lo observa todas las mañas, pero esta vez era diferente. Buscaba algo.
Su piel era blanca, tenía piernas largas y a pesar de su complexión delgada su cuerpo estaba muy bien formando, presto especial a los glúteos de este en buscaba algo.
Lo siguió al baño para seguir observándolo.
Miro como deslizaba el jabón por su cuerpo con delicadeza enjabonando cada parte de si, cuello, hombros, brazos, torso, piernas, todo. Observo como batallaba contra su cabello para lavarlo completamente ya que este se le pegaba al cuerpo y no lograba recogerlo para enjabonarlo. Volvió a fijar su vista en los glúteos del otro.
No se dio cuenta cuando el otro termino de bañarse pues estaba perdido en sus pensamientos.
— ¿Qué tanto buscas? — le preguntó frente a él.
— Nada — respondió tomando su cintura para besarlo.
Deslizo sus manos para acariciarle la espalda.
Camus era perfecto a su mirar. Lo único que marcaba su cuerpo eran las marcas que el mismo dejaba noche tras noche…
3.
El sol comenzaba a entrar por la ventana del octavo templo.
Milo aferraba con fuerza las sabanas mientras sentía a Camus moverse en su interior.
Había sido una noche muy pasional. Camus había llegado de Siberia hacia varias horas y Milo lo había arrastrado a la cama. Tenía mucho sin verlo y deseaba tenerlo en su cama y decirle lo mucho que lo amaba. Camus no puso demasiada resistencia, pues él mismo tenía ganas de estar con Milo.
Se habían echo el amor toda la madrugada, entre besos y caricias se susurraban lo mucho que se amaban y deseaban estar juntos.
La mañana los sorprendió de esta manera y cuando el sol entro por completo por la ventana Camus se tendió al lado de Milo para besarlo
— Buenos Días ¿Pasaste buena noche? — Dijo Milo sonriendo.
— He tenido mejores — bromeo.
Milo se acomodo sobre él para seguir “jugando”. Quería desfrutar de Camus todo lo que le fuera posible…
4.
Despertó en la mañana sintiendo el lugar vació a su lado. Froto sus ojos y suspiro temiendo que el otro se hubiera ido sin despedirse. Se iba a levantar cuando vio la puerta abrirse.
Camus entro con una bandeja que contenía el desayuno de ese día.
El aludido dejo la bandeja en la mesita de noche y beso a Milo que sonrió y lo abrazo posesivamente.
— No te vayas toda vía — le pidió. Camus le sonrió y acaricio su rostro.
— Tengo que — Milo ladeo el rostro y apretó los puños
Sintió como Camus tomaba su mentón para obligarlo a mirarlo creyó que le daría uno de sus discursos mañaneros de despedida pero en vez de eso encontró sus labios.
— Volveré en unas semanas y esta vez me quedare aquí contigo — miro la expresión de sorpresa de Milo — Quería darte una sorpresa cuando regresara, pero tú no me lo permites.
Milo lo abrazó con la sonrisa de oreja a oreja no podía esperar a despertar todas las mañana teniendo a Camus a su lado…
5.
Despertó por la mañana mirando el lugar vació a su lado. A pesar de los meses pasados aún no aceptaba la idea de que por lo que le quedaba de vida todos sus despertares serían así.
Recordó algunas veces en las que despertó y aquel estaba a su lado y otras en las que él mismo iba a despertarlo. Se removió en la cama y la escucho rechinar, el sonido le hizo recordar que no estaba en su templo, suspiro cansado.
Desde la muerte de Camus incluso desde antes, había noches en las que no podía conciliar el sueño. Cuando eso ocurría subía las escaleras hasta Acuario y entonces dormía en la cama que había compartido tantas noches con Camus, sólo así conciliaba el sueño.
El estar en la habitación de Camus lo hacía sentir en su compañía, esa era la razón por la que podía dormir, pero al despertar recordaba que no lo volvería verlo por las mañanas…