Galletas
Trataba de alcanzar el bote de galletas mientras refunfuñaba, no entendía porque habían mandado poner la alacena tan alta siendo que la única persona que podría alcanzarla ni siquiera vivía ahí.
Cansado de estirarse miro a su alrededor buscando un banco o una silla para alcanzar la alacena pero no lo hallo así que opto por subirse al mueble, el único problema era que n tenia manera de sujetarse y lo más probable es que se caería.
Pero no le importo la ganas de esa galletas de mantequilla estilo danés podían más.
Se aferro como pudo y abrió la gaveta para buscar el bote que se encontraba al fondo, maldijo a su eran y su estúpida de cuidar la alimentación. Alejo las cosas que le impedía el paso hasta el objeto de sus deseos y atrajo el bote hacia el ya podía saborear esas galletas.
Ahora planeaba como bajarse sin romperse algún hueso, cuando su vista se topo con un bote con una decoración muy llamativa. Paso su mano por ella observando con interés.
Leyó la etiqueta que decía "galletas cubiertas con chocolate", sonrío como niño travieso y jalo la caja con la idea de probar una de esa galletas, su mano rozó la manija de la caja y comenzó a emitir una melodía, su sonrisa se amplió.
— ¿Qué estas haciendo?
La voz molesta de su hermano gemelo lo asusto y ocasiono que perdiera el equilibrio obligándolo a caer junto con ambos botes de galletas y un bote de azúcar.
— ¿Estas bien Kanon? — preguntó Saga acercándosele.
— Creo.
El menor observo que ahora Saga tenía su atención en observar una caja rota y las galletas regadas en el piso.
— Puedo comprarte otra.
— Olvídalo. Era un regalo que iba a dar — respondió de mal gana.
El tono que Saga empleo le ocasiono un sentimiento de culpa y aparto su mirada de la de saga que salio de la cocina.
… … …
Se la había pasado buscando en Internet algún lugar donde fabricaran esas cajas musicales, le costo un ojo de la cara que le mandaran una ya que debía ser importada. Tardo varios días pero al fin la tenía en sus manos sonrío.
— ¿Kanon? — preguntó Saga desde la cocina al escuchar que alguien entraba.
El aludido se acerco a la cocina topándose con su hermano en la puerta. Saga observo a su gemelo y lo que traía en las manos.
— Te dije que la repondría — sonrío.
Saga le devolvió el gesto y se acerco robándole un beso mientras le quitaba la caja de las manos. Kanon se sonrojo.
— Ayúdame a terminar la cena — dijo Saga — O no habrá galletas para ti.
Por escasos segundos Kanon se sintió como un animal que sería recompensado, pero la última vez no había podido comer galletas y no perdería la oportunidad de hacerlo ese día.
Fin.
