Era un día cualquiera para una chica común. Levantarse temprano, desayunar, ir al colegio, volver a casa… estaba aburrida de siempre la misma rutina.
Se llamaba Amatista, era una chica de 16 años, tenía el cabello rojizo y largo, los ojos color miel y era muy bonita.
_¡Amy! ¡Acordate que hoy tenés ballet!- le dijo su madre desde la cocina.
_Si, ma- contestó la chica mientras subía con desgano las escaleras.
Se arrojó en su cama, no daba más, ya se había cansado de ir a la escuela para sacarse notas pésimas.
_Vieja de mierda, me tenía que poner un 1 una vez que me olvido de llevar las cosas ¬¬
De repente le sonó el celular. Era un mensaje de su amiga Mely: “Che Amy, hoy vamos a la casa de Dany, ¿Te prendés?”
Pero hoy tenía todo su día ocupado. Le hubiera gustado salir, pero su madre no la hubiera dejado faltar a sus deberes.
“Sorry Mely, pero hoy es un bajón, no puedo, decile a Dany que me perdone”- le escribió desde su celular.
Tiró el celular a un lado y se volvió a acostar. Se durmió unos minutos hasta que escuchó la estridente voz de su madre que la llamaba.
_¡Amy! Dale nena, se te hace tarde.
Eran cinco menos cuarto y se tenía que ir a las cinco. Se cambió desesperadamente y salió corriendo de su casa. Corrió tanto que llegó a las cinco y un minuto. Luego de todo una clase de ballet (algunas me entenderán) y de comprar las cosas que debía para el colegio, y alguna que otra cosa para ella, pudo regresar a su casa a “descansar”.
Tenía que estudiar para el otro día, entonces se la pasó con los apuntes hasta la cena. Bajó a comer con su familia, su madre, su padre y su pequeño hermano, y cuando terminó estaba tan cansada que se despidió de ellos amablemente y se fue a dormir.
_Hasta mañana mamá, papá, niichan^^
_¡Hasta mañana Amy!
Se durmió pensando en que le gustaría tener una vida más emocionante, como en un animé, como en su serie favorita, Saint Seiya. “¿Qué sería si fuera real?” pensó mientras sus ojos se fueron cerrando hasta quedar profundamente dormida.
A la madrugada, unos ruidos en la casa la despertaron. “Oh no, ¿Será un ladrón? ¡Nos quieren afanar!”. Le dio tanto miedo que comenzó a temblar, ni loca iba a bajar como en las películas de terror, a ver si estaba el espíritu y esas cosas. Se tapó la mitad de la cara, sin cerrar los ojos. De pronto, oyó pasos que venían desde la escalera. Se sentía como ruido a… ¿Metal? “¿Podría ser?... nah, en que pavadas estoy pensando”.
De repente vio una sombra que se dibujaba en la puerta de su cuarto. Esto le dio mucho miedo, pero aún así dijo: ¿Quién sos?- con la voz temblorosa. Parece que el hombre no podía entrar, solo escuchaba ruido a metal que chocaba contra la puerta.
_Mierda, en este lugar hacen las puertas tan angostas- le escuchó decir.
Hasta que por fin el hombre pudo pasar. Se acercó hasta ella que lo miraba con los ojos muy abiertos. Los rayos de luna iluminaron su rostro, que se le hizo muy familiar a la chica.
_Amatista- dijo con una voz que sonaba como del más allá.
_¿Quién sos? ¿Cómo sabés mi nombre? ¿Qué venís a hacer acá?- preguntó aterrada la chica.
_Já- acomodando su largo cabello negro- no tantas preguntas, tú deberías conocerme más que nadie. Soy Hades, el dios del inframundo y vengo a llevarte conmigo.
_¿Hades-Sama?- observando la figura imponente del dios, mientras se levantaba- ¿Por qué querés llevarme?
_Mira niña, un poco más de respeto. Levántate y arrodíllate ante mí.
_¡Ni en pedo!
_¿Qué dijiste? Bueno, voy a hacer como que no oí nada- acariciando su rostro- eres la mujer más hermosa que he visto- con una voz muy seductora.
La chica tragó saliva, ese hombre de verdad inspiraba miedo, pero era sumamente hermoso, sus ojos tenían la profundidad de un océano y su piel era tan suave y blanca que parecía un ángel.
El dios acercó sus labios al oído de Amy y le dijo:
_Si vienes conmigo puedo darte el cielo, las estrellas y todo lo que tú desees- en un susurro.
Ella se había quedado anonadada ante esas palabras, fue como un flechazo a su corazón. Él sonrió al ver la forma en que esos cálidos ojos lo miraban. La tomó de la cintura y la cargó entre sus brazos.
_Sostente fuerte de mí, si no quieres despedirte de este mundo.
La ventana de su habitación se abrió sola y ambos se echaron a volar por los cielos.
_¡Ahhhh!- escondiendo su cara en el pecho de Hades para no mirar hacia abajo.
_Silencio, no pasa nada.
_¿Podés volar?
_Es obvio que sí. Soy Hades, puedo hacer lo que yo quiera.
Amy estaba un poco molesta por las contestaciones de ese tipo. Cómo podía ser tan dulce un momento y ser insoportable al otro. Después de varios minutos de estar volando –eso ya era fantástico- con Hades, la chica rompió el silencio.
_¿A dónde vamos, Hades?
_¿Y en dónde te crees que vivo? ¿En el palacio de Versalles? Vamos al Inframundo.
_Dejá de contestarme así, yo te hablo bien.
_ ¡Jajaja! –Sarcástico- ahora una pequeña humana va a decirle a un dios como tiene que hablar. Mejor cállate.
_A mi no me callás –desafiándolo.
_¿Ah no? ¿Quieres que te deje caer entonces? –haciendo un amague en soltarla.
_¡Ay! ¡No, no, no! –Aferrándose a su cuello- Me cayo, me cayo >.<
_Ya vamos a llegar. No te asustes, este lugar es muy diferente de donde tú vives.
La pequeña pelirroja pudo divisar un tenebroso castillo en una pequeña isla. El lugar le daba escalofríos, era un lúgubre castillo rodeado de varias prisiones, por donde tenían que pasar los que habían cometido pecados en su vida.
Cuando aterrizaron, Hades la soltó suavemente. La chica estaba sorprendida al ver todo eso. De la entrada se veían todos los rincones de la pequeña y lúgubre isla.
_Esto es idéntico que en Saint Seiya –con los ojitos brillantes.
_¿Y qué demonios es eso?
De adentro del castillo salió una mujer de vestido negro y se acercó hasta ellos.
_Querido hermano, por fin has regresado
Ambos se besaron de una forma tan apasionada que la chica, sorprendida, se les quedó mirando. La mujer termino ese beso para mirar a la pequeña, que se sonrojó y miro hacia abajo.
_Pandora, quiero presentarte a mi ninfa Amatista.
_¿Qué yo qué? o_O
_Oh, es realmente bella –acercándose a ella y observándola de arriba abajo.
_Gracias
_Hermana, prepárale un baño, ropa y una habitación.
_Si, mi señor.
Hades se dispuso a entrar a su castillo, pero como vio que la chica aún seguía observando ese extraño paisaje, la tomó de la mano, a lo que Amy reaccionó dando un salto.
_Sígueme.
Entraron al castillo. Por dentro era más impresionante aún que por fuera. Tenía varios pisos con muchas habitaciones, todo era gris, tenía cortinas de terciopelo rojo y al final de una gran alfombra, por donde ellos estaban caminando, se encontraba el trono de Hades. El pelinegro se sentó e invitó a la chica a hacer lo mismo.
_¿Pretendés que yo me siente en ese banquito de porquería?
_¿Puedes dejar de quejarte, Amatista? Te estás aprovechando de mi buen humor el día de hoy.
Ella pensó “si está así cuando está de buen humor, como será cuando no lo está…”
_Hades-Sama, ya está listo el baño de Amatista –dijo Pandora con una reverencia.
_Gracias mi bella hermana. Amatista ve con Pandora que ella te llevará.
Amy asintió con la cabeza y fue con Pandora a tomar un baño.
_Pequeña, toma esta bata y ve a dejar tu ropa allí –señalándole un vestidor.
_¿Hasta las batas son negras acá? –inocentemente.
Se puso la bata y dejó su pijama en el vestidor. Era un lugar místico, lleno de estatuas que largaban agua hacia una gran piscina. La pelinegra seguía ahí y a Amy le daba un poco de vergüenza quedarse desnuda ante ella.
_Amatista, no tengas vergüenza, somos mujeres, no debes preocuparte –la tranquilizó la mayor.
_Está bien –algo apenada.
Se quitó la bata y se metió al agua. Estaba tibia y llena de burbujas, además de tener un perfume encantador. Al fin la pelirroja pudo relajarse. Pandora se había sentado en una silla cerca de ella.
_Dime niña, ¿Cuántos años tienes?
_¿Yo? 16…
_Oh, el pervertido de mi hermano esta vez trajo a una menor…
_¿Qué? ¿Cómo “esta vez”?
_Te explicaré. Hades siempre ha sido un niño consentido, yo tengo gran parte de la culpa, y siempre hizo lo que quiso. Un día se le ocurrió que ni las ninfas ni los espectros podían satisfacer sus deseos. Entonces decidió buscar a la humana más hermosa de la tierra por sus propios medios. Ya han caído varias, después de un tiempo las deja regresar a la tierra, parece que ahora te tocó a ti.
_Pero… yo no soy ni la más linda de mi escuela, voy a ser la más linda del mundo. Me parece que tu hermano se equivocó…
_Ten la plena seguridad que él jamás se equivoca. Ni tampoco lo subestimes, porque puede ser el peor de los psicópatas. Además de ser bonita, seguramente vio algo en tu interior que le pareció diferente de las demás.
_Pero… entonces… ¿Para qué me quiere?
_Linda, ja, ¿Para qué crees que te quiere?
En ese momento se dio cuenta del por qué Hades la había traído a su castillo. Ahora de verdad estaba aterrada de lo que podía pasarle.
_No tengas miedo, será el dios del Inframundo pero aún así tiene sentimientos. Si no te resistes no te hará ningún daño. Voy a retirarme así te dejo sola con tus pensamientos.
Al salir, la semidiosa cerró la puerta de ese lugar. La pelirroja no sabía qué hacer, trataba de mantener la calma. Cuando terminó de bañarse, tomó una de las toallas que se encontraban a un lado. Se sentía extraña, como purificada, su piel se veía más blanca y suave. Se colocó la bata y secó su largo y lacio cabello. “Pandora se olvidó de decirme donde estaba mi habitación… bue, voy a tener que buscarla”. Salió de aquel lugar y caminó por los pasillos.
Mientras caminaba, algo perdida, vio una luz que provenía de una de las habitaciones. Caminó hacia allá y oyó unos gemidos provenientes de ese lugar. La curiosidad pudo más en ella y se asomó a ver lo que pasaba.
Lo que vio la dejó helada. Hades estaba besando a un muchacho rubio por todo su cuerpo desnudo. Lo llevó hacia la cama, se colocó encima de él y continuó besándolo de la misma manera, recorriendo su torso hasta llegar a su entrepierna. Metió en su boca el miembro hinchado del rubio y comenzó a succionarlo intensamente. El joven echaba su cabeza hacia atrás y gemía descaradamente. Tenía los ojos cerrados y las mejillas enrojecidas por el placer que el dios le provocaba. En un momento, el rubio abrió los ojos y se percató de la presencia de la chica. A pesar de ello no se inmutó y continuó como si nada pasara, mirando a Amy.
Al ver que el joven se había dado cuenta de que ella estaba allí mirándolo todo, Amy se corrió rápidamente a un lado de la puerta y se apoyó contra la pared. Estaba totalmente roja, además de sorprendida. “¿A Hades también le gustan… los hombres?”. A pesar de todo, ver a esos dos en una situación como esa despertaba algo en sus hormonas.
Siguió caminando por ese pasillo intentando descubrir cuál era su habitación. De pronto vio salir a Pandora de otra de las habitaciones con una botella de algo en la mano y un vestido muy diminuto. Estaba tan borracha que no se podía mantener en pie, pero era a la única que conocía en ese lugar.
_Pandora –tocándole el hombro.
_Si… ¿Qué quieres Aiacos?
_¿Eh? Soy Amatista, quería saber donde está mi cuarto… aunque veo que no es el mejor momento…
_Em… eh… -agarrándose de ella para no caerse- me parece que está… ¡Si!... está al lado de mi cuarto que está… por allá –señalándole el lugar.
_¿Querés que te acompañe a tu habitación?
_Te lo agradecería pequeña… hip…
Así las dos muchachas fueron hasta sus habitaciones. Amy dejó en su cama a Pandora que se durmió al instante, luego de dejar la botella a un costado. La pelirroja entró a la suya y cerró la puerta. Abrió el armario para ver qué ropa tenía que ponerse. Lo único que había era lujosos vestidos negros, muy bonitos pero bastante incómodos. Aún así se cambió y se puso uno de ellos. Como no sabía que era lo que debía hacer, se acostó en su cama a pensar. “¿Cómo estará mi familia? ¿Me extrañarán? ¿Se habrán acordado de mí?”. Esas preguntas inundaron su mente durante todo ese tiempo.
Mientras tanto, nuestro señor Hades seguía pasándola bomba con su rubio espectro. Tocaba su piel de una manera muy sutil, saboreaba con sus labios cada rincón de su cuerpo.
_Oh… Hades-Sama… hazme tuyo –con la voz entrecortada.
_Haré lo que me pidas, mi fiel Radamanthys.
Comenzó a penetrarlo intensamente, haciéndolo gemir muy fuerte, debido al dolor que sentía al principio. El pelinegro lo silenciaba con sus besos, lo que calmaba su dolor de a poco. Cada vez se hacía más placentera esa sensación de las embestidas de su dios. El momento de mayor éxtasis llegó, haciendo que culmine ese momento de lujuria que ambos estaban viviendo.
_La paso muy bien contigo –dijo el pelioscuro con una voz muy sensual.
_Yo también, mi señor. Yo estoy para cuando me necesite.
_Te lo agradezco. Ahora me retiro. Que tengas buenas tardes.
_Igualmente para usted, Hades-Sama.
Hades se vistió y se retiró de la habitación del juez dejándolo solo. Luego de acostarse con él, Radamanthys sentía asco de su cuerpo, odiaba que lo use de esa forma, sin embargo no podía negarse a cumplir las órdenes de aquel chico consentido. Después de todo eso se quedó pensando quién podía ser esa chica que los estaba observando. “Nunca antes la había visto” pensó.
Amy se había dormido de tanto pensar. Estaba soñando que la perseguían, sentía que la tocaban, estaba teniendo una horrible pesadilla. Sin que ella lo sintiera, el pelinegro se había metido en su cuarto, se había sentado a su lado y estaba acariciando su cuerpo muy despacio para no despertarla.
_No, no, no –dijo en un susurro la pelirroja.
El dios observó que la chica se quejaba y se movía un poco. Se inclinó para mirarla más de cerca, hasta que de repente, la chica abrió los ojos y dio un grito tan fuerte que asustó a hades.
_¡¡Ahhhhhh!!
Se aferró al pelinegro, abrazándolo por la cintura y escondiendo su rostro en su pecho.
_¡Amatista! ¡Me asustaste con tus gritos! ¿Qué es lo que te sucede?- enojado.
La pequeña no contestó. El joven se dio cuenta de que estaba temblando y le sudaba la frente. Nunca había sentido un abrazo tan cálido como ese, por eso no sabía como actuar. Correspondió ese abrazo, apretándola fuerte contra él, lo que hizo que Amy dejara de temblar.
_Ahora, ¿Puedes decirme qué es lo que te sucede?- en un susurro.
_Tuve una horrible pesadilla, soñé que me perseguían y me asusté.
_Bueno entonces ya, tranquilízate.
Amy estaba empezando a entender a Hades. No sabía lo que era tratar bien a las personas, por eso cuando intentaba ser amable le costaba expresarse de buena manera. Tomó ese “ya, tranquilízate” como un “no te preocupes, yo estoy aquí”, junto con ese abrazo tan reconfortante. Se separaron suavemente mientras Hades la miraba directamente a los ojos, lo que la hizo bajar la mirada.
_Bueno, entonces te dejo tranquila por hoy- levantándose.
_No –tomando su mano- quería pedirte si… me llevarías a recorrer el castillo? Es que como no conozco a nadie.
Se llamaba Amatista, era una chica de 16 años, tenía el cabello rojizo y largo, los ojos color miel y era muy bonita.
_¡Amy! ¡Acordate que hoy tenés ballet!- le dijo su madre desde la cocina.
_Si, ma- contestó la chica mientras subía con desgano las escaleras.
Se arrojó en su cama, no daba más, ya se había cansado de ir a la escuela para sacarse notas pésimas.
_Vieja de mierda, me tenía que poner un 1 una vez que me olvido de llevar las cosas ¬¬
De repente le sonó el celular. Era un mensaje de su amiga Mely: “Che Amy, hoy vamos a la casa de Dany, ¿Te prendés?”
Pero hoy tenía todo su día ocupado. Le hubiera gustado salir, pero su madre no la hubiera dejado faltar a sus deberes.
“Sorry Mely, pero hoy es un bajón, no puedo, decile a Dany que me perdone”- le escribió desde su celular.
Tiró el celular a un lado y se volvió a acostar. Se durmió unos minutos hasta que escuchó la estridente voz de su madre que la llamaba.
_¡Amy! Dale nena, se te hace tarde.
Eran cinco menos cuarto y se tenía que ir a las cinco. Se cambió desesperadamente y salió corriendo de su casa. Corrió tanto que llegó a las cinco y un minuto. Luego de todo una clase de ballet (algunas me entenderán) y de comprar las cosas que debía para el colegio, y alguna que otra cosa para ella, pudo regresar a su casa a “descansar”.
Tenía que estudiar para el otro día, entonces se la pasó con los apuntes hasta la cena. Bajó a comer con su familia, su madre, su padre y su pequeño hermano, y cuando terminó estaba tan cansada que se despidió de ellos amablemente y se fue a dormir.
_Hasta mañana mamá, papá, niichan^^
_¡Hasta mañana Amy!
Se durmió pensando en que le gustaría tener una vida más emocionante, como en un animé, como en su serie favorita, Saint Seiya. “¿Qué sería si fuera real?” pensó mientras sus ojos se fueron cerrando hasta quedar profundamente dormida.
A la madrugada, unos ruidos en la casa la despertaron. “Oh no, ¿Será un ladrón? ¡Nos quieren afanar!”. Le dio tanto miedo que comenzó a temblar, ni loca iba a bajar como en las películas de terror, a ver si estaba el espíritu y esas cosas. Se tapó la mitad de la cara, sin cerrar los ojos. De pronto, oyó pasos que venían desde la escalera. Se sentía como ruido a… ¿Metal? “¿Podría ser?... nah, en que pavadas estoy pensando”.
De repente vio una sombra que se dibujaba en la puerta de su cuarto. Esto le dio mucho miedo, pero aún así dijo: ¿Quién sos?- con la voz temblorosa. Parece que el hombre no podía entrar, solo escuchaba ruido a metal que chocaba contra la puerta.
_Mierda, en este lugar hacen las puertas tan angostas- le escuchó decir.
Hasta que por fin el hombre pudo pasar. Se acercó hasta ella que lo miraba con los ojos muy abiertos. Los rayos de luna iluminaron su rostro, que se le hizo muy familiar a la chica.
_Amatista- dijo con una voz que sonaba como del más allá.
_¿Quién sos? ¿Cómo sabés mi nombre? ¿Qué venís a hacer acá?- preguntó aterrada la chica.
_Já- acomodando su largo cabello negro- no tantas preguntas, tú deberías conocerme más que nadie. Soy Hades, el dios del inframundo y vengo a llevarte conmigo.
_¿Hades-Sama?- observando la figura imponente del dios, mientras se levantaba- ¿Por qué querés llevarme?
_Mira niña, un poco más de respeto. Levántate y arrodíllate ante mí.
_¡Ni en pedo!
_¿Qué dijiste? Bueno, voy a hacer como que no oí nada- acariciando su rostro- eres la mujer más hermosa que he visto- con una voz muy seductora.
La chica tragó saliva, ese hombre de verdad inspiraba miedo, pero era sumamente hermoso, sus ojos tenían la profundidad de un océano y su piel era tan suave y blanca que parecía un ángel.
El dios acercó sus labios al oído de Amy y le dijo:
_Si vienes conmigo puedo darte el cielo, las estrellas y todo lo que tú desees- en un susurro.
Ella se había quedado anonadada ante esas palabras, fue como un flechazo a su corazón. Él sonrió al ver la forma en que esos cálidos ojos lo miraban. La tomó de la cintura y la cargó entre sus brazos.
_Sostente fuerte de mí, si no quieres despedirte de este mundo.
La ventana de su habitación se abrió sola y ambos se echaron a volar por los cielos.
_¡Ahhhh!- escondiendo su cara en el pecho de Hades para no mirar hacia abajo.
_Silencio, no pasa nada.
_¿Podés volar?
_Es obvio que sí. Soy Hades, puedo hacer lo que yo quiera.
Amy estaba un poco molesta por las contestaciones de ese tipo. Cómo podía ser tan dulce un momento y ser insoportable al otro. Después de varios minutos de estar volando –eso ya era fantástico- con Hades, la chica rompió el silencio.
_¿A dónde vamos, Hades?
_¿Y en dónde te crees que vivo? ¿En el palacio de Versalles? Vamos al Inframundo.
_Dejá de contestarme así, yo te hablo bien.
_ ¡Jajaja! –Sarcástico- ahora una pequeña humana va a decirle a un dios como tiene que hablar. Mejor cállate.
_A mi no me callás –desafiándolo.
_¿Ah no? ¿Quieres que te deje caer entonces? –haciendo un amague en soltarla.
_¡Ay! ¡No, no, no! –Aferrándose a su cuello- Me cayo, me cayo >.<
_Ya vamos a llegar. No te asustes, este lugar es muy diferente de donde tú vives.
La pequeña pelirroja pudo divisar un tenebroso castillo en una pequeña isla. El lugar le daba escalofríos, era un lúgubre castillo rodeado de varias prisiones, por donde tenían que pasar los que habían cometido pecados en su vida.
Cuando aterrizaron, Hades la soltó suavemente. La chica estaba sorprendida al ver todo eso. De la entrada se veían todos los rincones de la pequeña y lúgubre isla.
_Esto es idéntico que en Saint Seiya –con los ojitos brillantes.
_¿Y qué demonios es eso?
De adentro del castillo salió una mujer de vestido negro y se acercó hasta ellos.
_Querido hermano, por fin has regresado
Ambos se besaron de una forma tan apasionada que la chica, sorprendida, se les quedó mirando. La mujer termino ese beso para mirar a la pequeña, que se sonrojó y miro hacia abajo.
_Pandora, quiero presentarte a mi ninfa Amatista.
_¿Qué yo qué? o_O
_Oh, es realmente bella –acercándose a ella y observándola de arriba abajo.
_Gracias
_Hermana, prepárale un baño, ropa y una habitación.
_Si, mi señor.
Hades se dispuso a entrar a su castillo, pero como vio que la chica aún seguía observando ese extraño paisaje, la tomó de la mano, a lo que Amy reaccionó dando un salto.
_Sígueme.
Entraron al castillo. Por dentro era más impresionante aún que por fuera. Tenía varios pisos con muchas habitaciones, todo era gris, tenía cortinas de terciopelo rojo y al final de una gran alfombra, por donde ellos estaban caminando, se encontraba el trono de Hades. El pelinegro se sentó e invitó a la chica a hacer lo mismo.
_¿Pretendés que yo me siente en ese banquito de porquería?
_¿Puedes dejar de quejarte, Amatista? Te estás aprovechando de mi buen humor el día de hoy.
Ella pensó “si está así cuando está de buen humor, como será cuando no lo está…”
_Hades-Sama, ya está listo el baño de Amatista –dijo Pandora con una reverencia.
_Gracias mi bella hermana. Amatista ve con Pandora que ella te llevará.
Amy asintió con la cabeza y fue con Pandora a tomar un baño.
_Pequeña, toma esta bata y ve a dejar tu ropa allí –señalándole un vestidor.
_¿Hasta las batas son negras acá? –inocentemente.
Se puso la bata y dejó su pijama en el vestidor. Era un lugar místico, lleno de estatuas que largaban agua hacia una gran piscina. La pelinegra seguía ahí y a Amy le daba un poco de vergüenza quedarse desnuda ante ella.
_Amatista, no tengas vergüenza, somos mujeres, no debes preocuparte –la tranquilizó la mayor.
_Está bien –algo apenada.
Se quitó la bata y se metió al agua. Estaba tibia y llena de burbujas, además de tener un perfume encantador. Al fin la pelirroja pudo relajarse. Pandora se había sentado en una silla cerca de ella.
_Dime niña, ¿Cuántos años tienes?
_¿Yo? 16…
_Oh, el pervertido de mi hermano esta vez trajo a una menor…
_¿Qué? ¿Cómo “esta vez”?
_Te explicaré. Hades siempre ha sido un niño consentido, yo tengo gran parte de la culpa, y siempre hizo lo que quiso. Un día se le ocurrió que ni las ninfas ni los espectros podían satisfacer sus deseos. Entonces decidió buscar a la humana más hermosa de la tierra por sus propios medios. Ya han caído varias, después de un tiempo las deja regresar a la tierra, parece que ahora te tocó a ti.
_Pero… yo no soy ni la más linda de mi escuela, voy a ser la más linda del mundo. Me parece que tu hermano se equivocó…
_Ten la plena seguridad que él jamás se equivoca. Ni tampoco lo subestimes, porque puede ser el peor de los psicópatas. Además de ser bonita, seguramente vio algo en tu interior que le pareció diferente de las demás.
_Pero… entonces… ¿Para qué me quiere?
_Linda, ja, ¿Para qué crees que te quiere?
En ese momento se dio cuenta del por qué Hades la había traído a su castillo. Ahora de verdad estaba aterrada de lo que podía pasarle.
_No tengas miedo, será el dios del Inframundo pero aún así tiene sentimientos. Si no te resistes no te hará ningún daño. Voy a retirarme así te dejo sola con tus pensamientos.
Al salir, la semidiosa cerró la puerta de ese lugar. La pelirroja no sabía qué hacer, trataba de mantener la calma. Cuando terminó de bañarse, tomó una de las toallas que se encontraban a un lado. Se sentía extraña, como purificada, su piel se veía más blanca y suave. Se colocó la bata y secó su largo y lacio cabello. “Pandora se olvidó de decirme donde estaba mi habitación… bue, voy a tener que buscarla”. Salió de aquel lugar y caminó por los pasillos.
Mientras caminaba, algo perdida, vio una luz que provenía de una de las habitaciones. Caminó hacia allá y oyó unos gemidos provenientes de ese lugar. La curiosidad pudo más en ella y se asomó a ver lo que pasaba.
Lo que vio la dejó helada. Hades estaba besando a un muchacho rubio por todo su cuerpo desnudo. Lo llevó hacia la cama, se colocó encima de él y continuó besándolo de la misma manera, recorriendo su torso hasta llegar a su entrepierna. Metió en su boca el miembro hinchado del rubio y comenzó a succionarlo intensamente. El joven echaba su cabeza hacia atrás y gemía descaradamente. Tenía los ojos cerrados y las mejillas enrojecidas por el placer que el dios le provocaba. En un momento, el rubio abrió los ojos y se percató de la presencia de la chica. A pesar de ello no se inmutó y continuó como si nada pasara, mirando a Amy.
Al ver que el joven se había dado cuenta de que ella estaba allí mirándolo todo, Amy se corrió rápidamente a un lado de la puerta y se apoyó contra la pared. Estaba totalmente roja, además de sorprendida. “¿A Hades también le gustan… los hombres?”. A pesar de todo, ver a esos dos en una situación como esa despertaba algo en sus hormonas.
Siguió caminando por ese pasillo intentando descubrir cuál era su habitación. De pronto vio salir a Pandora de otra de las habitaciones con una botella de algo en la mano y un vestido muy diminuto. Estaba tan borracha que no se podía mantener en pie, pero era a la única que conocía en ese lugar.
_Pandora –tocándole el hombro.
_Si… ¿Qué quieres Aiacos?
_¿Eh? Soy Amatista, quería saber donde está mi cuarto… aunque veo que no es el mejor momento…
_Em… eh… -agarrándose de ella para no caerse- me parece que está… ¡Si!... está al lado de mi cuarto que está… por allá –señalándole el lugar.
_¿Querés que te acompañe a tu habitación?
_Te lo agradecería pequeña… hip…
Así las dos muchachas fueron hasta sus habitaciones. Amy dejó en su cama a Pandora que se durmió al instante, luego de dejar la botella a un costado. La pelirroja entró a la suya y cerró la puerta. Abrió el armario para ver qué ropa tenía que ponerse. Lo único que había era lujosos vestidos negros, muy bonitos pero bastante incómodos. Aún así se cambió y se puso uno de ellos. Como no sabía que era lo que debía hacer, se acostó en su cama a pensar. “¿Cómo estará mi familia? ¿Me extrañarán? ¿Se habrán acordado de mí?”. Esas preguntas inundaron su mente durante todo ese tiempo.
Mientras tanto, nuestro señor Hades seguía pasándola bomba con su rubio espectro. Tocaba su piel de una manera muy sutil, saboreaba con sus labios cada rincón de su cuerpo.
_Oh… Hades-Sama… hazme tuyo –con la voz entrecortada.
_Haré lo que me pidas, mi fiel Radamanthys.
Comenzó a penetrarlo intensamente, haciéndolo gemir muy fuerte, debido al dolor que sentía al principio. El pelinegro lo silenciaba con sus besos, lo que calmaba su dolor de a poco. Cada vez se hacía más placentera esa sensación de las embestidas de su dios. El momento de mayor éxtasis llegó, haciendo que culmine ese momento de lujuria que ambos estaban viviendo.
_La paso muy bien contigo –dijo el pelioscuro con una voz muy sensual.
_Yo también, mi señor. Yo estoy para cuando me necesite.
_Te lo agradezco. Ahora me retiro. Que tengas buenas tardes.
_Igualmente para usted, Hades-Sama.
Hades se vistió y se retiró de la habitación del juez dejándolo solo. Luego de acostarse con él, Radamanthys sentía asco de su cuerpo, odiaba que lo use de esa forma, sin embargo no podía negarse a cumplir las órdenes de aquel chico consentido. Después de todo eso se quedó pensando quién podía ser esa chica que los estaba observando. “Nunca antes la había visto” pensó.
Amy se había dormido de tanto pensar. Estaba soñando que la perseguían, sentía que la tocaban, estaba teniendo una horrible pesadilla. Sin que ella lo sintiera, el pelinegro se había metido en su cuarto, se había sentado a su lado y estaba acariciando su cuerpo muy despacio para no despertarla.
_No, no, no –dijo en un susurro la pelirroja.
El dios observó que la chica se quejaba y se movía un poco. Se inclinó para mirarla más de cerca, hasta que de repente, la chica abrió los ojos y dio un grito tan fuerte que asustó a hades.
_¡¡Ahhhhhh!!
Se aferró al pelinegro, abrazándolo por la cintura y escondiendo su rostro en su pecho.
_¡Amatista! ¡Me asustaste con tus gritos! ¿Qué es lo que te sucede?- enojado.
La pequeña no contestó. El joven se dio cuenta de que estaba temblando y le sudaba la frente. Nunca había sentido un abrazo tan cálido como ese, por eso no sabía como actuar. Correspondió ese abrazo, apretándola fuerte contra él, lo que hizo que Amy dejara de temblar.
_Ahora, ¿Puedes decirme qué es lo que te sucede?- en un susurro.
_Tuve una horrible pesadilla, soñé que me perseguían y me asusté.
_Bueno entonces ya, tranquilízate.
Amy estaba empezando a entender a Hades. No sabía lo que era tratar bien a las personas, por eso cuando intentaba ser amable le costaba expresarse de buena manera. Tomó ese “ya, tranquilízate” como un “no te preocupes, yo estoy aquí”, junto con ese abrazo tan reconfortante. Se separaron suavemente mientras Hades la miraba directamente a los ojos, lo que la hizo bajar la mirada.
_Bueno, entonces te dejo tranquila por hoy- levantándose.
_No –tomando su mano- quería pedirte si… me llevarías a recorrer el castillo? Es que como no conozco a nadie.