Como es un personaje que sale pocas veces en la mitología, debido a su problema antisocial , escribiré hoy de Hades :
Hades es el mayor de los hijos varones de Cronos y Rea. En el reparto del mundo le tocó ser el señor de las regiones infernales que se encuentran bajo tierra, lo que acabaría llamándose el Hades. En la Titanomaquia, los Cíclopes le forjaron un casco que tenía la virtud de hacer invisible a quien lo llevase; este casco sería utilizado por otros personajes. En el Hades residen las almas de los muertos, es muy difícil salir, tal vez por Cerbero, el perro de tres cabezas que designó el dios para la guardia de las puertas del Hades.
Hades era un dios barbado y tenebroso; muy temido por los griegos, era sin embargo un justiciero implacable, aunque no malvado, que se sentaba en las profundidades del submundo con un cetro en las manos y gobernaba impasible a las almas de los muertos que poblaban su reino sombrío y desconocido; no representaba a la muerte, sino que simplemente era el dios de los muertos. Estas funciones lo tenían tan ocupado que rara vez abandonaba su reino para subir al Olimpo. Quizás por ese motivo, algunos no suelen incluirlo entre de los dioses olímpicos. Hades sólo visitaba la atmósfera superior por asuntos de trabajo o cuando se sentía amenazado.
Vivía rodeado de las divinidades infernales, sus sirvientes y mensajeros, a quienes prohibió estrictamente abandonar sus dominios, y se enfurecía bastante cuando alguien intentaba abandonarlos, o si alguien intentaba robarle alguna de sus presas.
EL RAPTO DE PERSEFONE
Debido a su desagradable aspecto, ninguna diosa, ninfa o musa quería compartir su vida, ni ser recluida en el abismo insondable que tenía por morada. Es así que sabía de antemano que no le quedaba otra opción más que procurarse una compañera a la fuerza.
un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vió, se quedo sorprendido de su forma de ser y se enamoró, insistiendo en casarse con ella.
Perséfone era la hija de Zeus y Deméter. Hades se enamoró de Perséfone y le pidió a Zeus para casarse con ella, pero Zeus sabía que Deméter se negaría porque no volvería a ver a su hija y por eso ayudó a Hades para raptar para raptarla.
Un día, Hades, el dios de los infiernos, se asomó a la superficie y vio a Perséfone recogiendo flores en su bosque de Sicilia.
Perséfone vivía en Sicília, un día salió a coger flores con sus amigas cuando se encontró con una flor muy bonita que había hecho brotar Hades. Cuando fue a coger la flor, se abrió un abismo del cual apareció Hades montado en una gran carroza. Seguidamente cogió a Perséfone y se la llevó al mundo de los muertos.
Deméter empezó a buscar a su hija, la buscó durante mucho tiempo hasta que finalmente amenazó con dejar la tierra estéril. Zeus delante de esta amenaza, obligó a Hades a devolver a su hija. Éste aceptó pero antes se aseguró que Perséfone se comiera unos granos de granada porque todo el mundo que comía o tomaba alguna cosa del mundo de los muertos, tendría que volver al infierno por lo menos una vez en la vida y quedarse para siempre. Zeus hizo un contrato con Hades en el que en vez de que Perséfone volviera y se quedara para siempre, nada más tuviese que ir una tercera parte del año en el infierno y el resto de tiempo que estuviera con Deméter y así estaría contenta [estos viajes de Perséfone se relacionaban con las épocas del año en que al bajar al infierno Deméter dejaba la tierra estéril (otoño-invierno) y cuando subiera a la tierra devolvía la fertilidad a las tierras (primavera-verano)].
SU REINO
Nunca se ha sabido bien dónde se encuentra la entrada del Averno. Los que han tenido la suerte de visitarlo y salir luego «a ver nuevamente las estrellas», Orfeo, Heracles, Teseo, Ulises, Eneas y Dante Alighieri, nunca han sido demasiado explícitos al respecto. Hay quien habla de «un bosque de blancos chopos a orillas del río Océano» o de «umbríos sitios del Tenaro, promontorio de la Laconia» o de «una profunda caverna de vasta abertura, protegida por un lago negro y las tinieblas de los bosques» o, por último, de «una selva oscura». Con las palabras «luego salimos a ver nuevamente las estrellas» cierra Dante el canto XXXIV y último del Infierno en su Divina Comedia.
Pero todos están de acuerdo en que justamente donde empieza el Más Allá está el Aqueronte, río tenebroso, con un barquero, llamado Caronte, más tenebroso aún, que, además, pretende que le paguen el viaje. Por eso, los griegos tenían la costumbre de poner una moneda en la boca de los cadáveres, a fin de que estuvieran en condiciones de pagar el transporte.
Había allí un perro fabuloso, Cerbero, «de broncíneo ladrido, de cincuenta cabezas, despiadado y feroz», que guardaba las puertas del infierno. Era hijo de Tifón y Equidna, ninfa monstruosa hija a su vez de Medusa; tenía el lomo erizado de serpientes, la cola de dragón y sus fauces destilaban veneno. Se encontraba en la otra orilla de la laguna Estigia, por donde el barquero Caronte llevaba las almas desde la tierra al Hades o Averno. La principal misión de Cancerbero era no dejar salir a nadie. Sólo dos veces no pudo evitarlo. Una cuando Orfeo lo enterneció con la música de su lira, y otra cuando Hércules consiguió encadenarlo en lucha abierta y se lo llevó a Trecena, que fue uno de los doce famosos trabajos del héroe. Pero después lo devolvió.
Cuando alguien moría, Hermes conducía al muerto hasta el río Estigia, donde el barquero Caronte recogía en su barca al muerto y lo llevaba al otro lado. Varios ríos recorrían su reino:
1. Acheron el río de la tristeza
2. Cocytus el río de las lamentaciones
3. Lethe el río del olvido
4. Phlegethon el río del fuego
5. Styx el río del odio
Tras atravesar en la barca de Caronte la laguna Estigia, se encontraba con Cerbero, que, como Caronte, vigilaba que no pasase ningún ser vivo. Los muertos se sometían al juicio de Minos, Radamantis y Éaco, que los mandaban por tres senderos según sus actos:
En el primer sendero estaba la llanura de Asfódelos, aquí se quedaban los mediocres.
En otro camino se encontraban los Campos Elíseos, donde iban los afortunados.
El último el Tártaro, que era un lugar tétrico, oscuro y funesto, habitado de formas y sombras incorpóreas y custodiado por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de dragón y que Heracles pudo capturar.
Había horrendos ríos que separaban el Hades de la tierra por los que se pasaba conducidos por el anciano Caronte. En algún lugar de toda ese tétrico mundo se situaba el palacio del dios Hades, con muchas puertas, y lúgubres almas deambulantes.
En la Ilíada se narra el enfrentamiento de Hades y Heracles; cuando el héroe quiso entrar en el reino de las tinieblas derrotó al olímpico, lo hirió de un flechazo o de una pedrada, y hubo de ser conducido al Olimpo para que Péan, el dios médico, lo curase, que le aplicó un bálsamo milagroso que le cauterizó la herida en un santiamén .
En la religión griega raramente se personifica la muerte. Ni Hades ni Perséfone, a pesar de ser los dioses del Tártaro y de su carácter, se identifican con la muerte.
En la antigüedad, de hecho, la muerte era un término abstracto, el sentimiento de miedo a lo desconocido. El culto extremadamente minucioso que practicaban los griegos, bajo la forma de ofrendas, era un homenaje necesario que se ofrecía a las almas que habían franqueado los límites de lo conocido y que habían entrado de esta manera en comunicación directa con las divinidades. Sin embargo, este culto no era la expresión de una veneración temerosa a una divinidad concreta que tendría por nombre la Muerte.
Orfeo y Eurídice
Orfeo, cantor por excelencia, músico y poeta, se enamoró de la ninfa Eurídice. El dolor por la muerte de ella, le llevó a intentar recuperar su alma del reino de Plutón. Tras su descenso, se le concedió con la condición de no mirar atrás en su regreso. En el último momento no pudo aguantar la tentación y volvió la vista, perdiéndola definitivamente.
Castigos a Impíos: Ticio
Gigante de Orcómeno. Su madre era una hija de Minias a la que Zeus dejó embarazada y después la ocultó en la tierra por temor a los celos de Hera. Más tarde, Hera, para castigar a Leto, hizo que Titio se enamorase de ella. Por ello fue fulminado por Zeus (o bien por Apolo y Ártemis) y encerrado en el Tártaro, donde un buitre le devora el hígado sin cesar.
Sísifo
Hijo de Éolo y Enárete. Se casó con Mérope y tuvieron a Glauco y Ornito. Según la leyenda, había revelado al río Asopo que su hija Egina había sido raptada por Zeus a fin de que el río hiciese brotar una fuente en Corinto. Zeus, irritado, le envió a Tánato; pero Sísifo, gracias a su astucia, consiguió encadenarlo, de forma que durante algún tiempo no murió nadie en el mundo. Finalmente, Tánato fue liberado por Ares y Sísifo por fin murió. Pero antes le dijo a su esposa que no organizase su funeral; cuando llegó al mundo de los muertos, le pidió a Hades que le dejase volver a la tierra para reprender a su mujer por ello. Pero no regresó. Cuando Sísifo se hizo anciano y murió por segunda vez, fue castigado a empujar eternamente una roca por la ladera de una montaña; una vez que llega a la cima, la roca se cae de nuevo.
Danaídes
Danao tenía cincuenta hijas, las llamadas Danaides. Dánao concertó el matrimonio de sus hijas con los cincuenta hijos de su hermano Egipto, pero les ordenó que diesen muerte a sus maridos en la noche de bodas. Ellas obedecieron, excepto la menor, Hipermestra. Después de este crimen, las Danaides fueron purificadas por Hermes y Atena y se casaron con jóvenes de Argos, dando lugar a numerosas estirpes heroicas. En el Tártaro, su castigo fue el de intentar llenar un tonel agujereado.
Ixión
Rey de los lápitas. No cumplió las promesas hechas a su suegro y por tanto debía recibir un castigo, pero Zeus se apiadó de él. Los dioses le ofrecieron su amistad e incluso compartían con él sus alimentos. Pero él no correspondió a su amistad y pretendió a la diosa Hera; entonces Zeus modeló una nube con la forma de la diosa, y a ésta se unió Ixión, dando lugar así al pueblo de los Centauros. Por su ingratitud fue castigado a estar atado a una rueda que giraba sin parar en el Tártaro.
Tántalo
Hijo de Zeus y una ninfa; fue rey de Lidia. En una ocasión, invitó a los dioses a un banquete; pero, para probar su omnisciencia, les sirvió carne humana de su propio hijo, Pélope. Los dioses se dieron cuenta, pero desgraciadamente Deméter ya había devorado algunos bocados. Cuando le devolvieron la vida al niño, resultó que le faltaba un hombro, que fue reemplazado por otro de marfil. Tántalo fue enviado al Hades y recibió un castigo: estaba en el centro de un lago, pero cuando intentaba beber el agua desaparecía; por encima de él colgaban abundantes frutos, pero cuando intentaba cogerlos huían.
Hades tambíen interviene en otro mito. La Ilíada cuenta que, cuando Heracles descendió a los Infiernos, Hades quiso impedirle la entrada en su reino y se enfrentó con él; pero Heracles lo hirió de un flechazo en el hombro y el dios tuvo que ser conducido rápidamente al Olimpo, donde Péan, el "dios que cura", le aplicó un bálsamo milagroso, que le cicatrizó rápidamente la herida. Hay variantes que muestran a Heracles abatiendo al dios de una pedrada, pero sea lo que fuera la victoria quedó para el hijo de Zeus.
De hecho, el nombre significa "el Invisible", raramente mencionado, ya que de hacerlo se temía excitar su cólera. Por esta razón se le designaba por medio de eufemismos -el más corriente era Plutón "el Rico" (en Grecia clásica Plutón era epíteto de rico), aludiendo a las riquezas inagotables de la tierra, tanto las de la tierra cultivada como las de las minas que encierra-.
Hades es el mayor de los hijos varones de Cronos y Rea. En el reparto del mundo le tocó ser el señor de las regiones infernales que se encuentran bajo tierra, lo que acabaría llamándose el Hades. En la Titanomaquia, los Cíclopes le forjaron un casco que tenía la virtud de hacer invisible a quien lo llevase; este casco sería utilizado por otros personajes. En el Hades residen las almas de los muertos, es muy difícil salir, tal vez por Cerbero, el perro de tres cabezas que designó el dios para la guardia de las puertas del Hades.
Hades era un dios barbado y tenebroso; muy temido por los griegos, era sin embargo un justiciero implacable, aunque no malvado, que se sentaba en las profundidades del submundo con un cetro en las manos y gobernaba impasible a las almas de los muertos que poblaban su reino sombrío y desconocido; no representaba a la muerte, sino que simplemente era el dios de los muertos. Estas funciones lo tenían tan ocupado que rara vez abandonaba su reino para subir al Olimpo. Quizás por ese motivo, algunos no suelen incluirlo entre de los dioses olímpicos. Hades sólo visitaba la atmósfera superior por asuntos de trabajo o cuando se sentía amenazado.
Vivía rodeado de las divinidades infernales, sus sirvientes y mensajeros, a quienes prohibió estrictamente abandonar sus dominios, y se enfurecía bastante cuando alguien intentaba abandonarlos, o si alguien intentaba robarle alguna de sus presas.
EL RAPTO DE PERSEFONE
Debido a su desagradable aspecto, ninguna diosa, ninfa o musa quería compartir su vida, ni ser recluida en el abismo insondable que tenía por morada. Es así que sabía de antemano que no le quedaba otra opción más que procurarse una compañera a la fuerza.
un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vió, se quedo sorprendido de su forma de ser y se enamoró, insistiendo en casarse con ella.
Perséfone era la hija de Zeus y Deméter. Hades se enamoró de Perséfone y le pidió a Zeus para casarse con ella, pero Zeus sabía que Deméter se negaría porque no volvería a ver a su hija y por eso ayudó a Hades para raptar para raptarla.
Un día, Hades, el dios de los infiernos, se asomó a la superficie y vio a Perséfone recogiendo flores en su bosque de Sicilia.
Perséfone vivía en Sicília, un día salió a coger flores con sus amigas cuando se encontró con una flor muy bonita que había hecho brotar Hades. Cuando fue a coger la flor, se abrió un abismo del cual apareció Hades montado en una gran carroza. Seguidamente cogió a Perséfone y se la llevó al mundo de los muertos.
Deméter empezó a buscar a su hija, la buscó durante mucho tiempo hasta que finalmente amenazó con dejar la tierra estéril. Zeus delante de esta amenaza, obligó a Hades a devolver a su hija. Éste aceptó pero antes se aseguró que Perséfone se comiera unos granos de granada porque todo el mundo que comía o tomaba alguna cosa del mundo de los muertos, tendría que volver al infierno por lo menos una vez en la vida y quedarse para siempre. Zeus hizo un contrato con Hades en el que en vez de que Perséfone volviera y se quedara para siempre, nada más tuviese que ir una tercera parte del año en el infierno y el resto de tiempo que estuviera con Deméter y así estaría contenta [estos viajes de Perséfone se relacionaban con las épocas del año en que al bajar al infierno Deméter dejaba la tierra estéril (otoño-invierno) y cuando subiera a la tierra devolvía la fertilidad a las tierras (primavera-verano)].
SU REINO
Nunca se ha sabido bien dónde se encuentra la entrada del Averno. Los que han tenido la suerte de visitarlo y salir luego «a ver nuevamente las estrellas», Orfeo, Heracles, Teseo, Ulises, Eneas y Dante Alighieri, nunca han sido demasiado explícitos al respecto. Hay quien habla de «un bosque de blancos chopos a orillas del río Océano» o de «umbríos sitios del Tenaro, promontorio de la Laconia» o de «una profunda caverna de vasta abertura, protegida por un lago negro y las tinieblas de los bosques» o, por último, de «una selva oscura». Con las palabras «luego salimos a ver nuevamente las estrellas» cierra Dante el canto XXXIV y último del Infierno en su Divina Comedia.
Pero todos están de acuerdo en que justamente donde empieza el Más Allá está el Aqueronte, río tenebroso, con un barquero, llamado Caronte, más tenebroso aún, que, además, pretende que le paguen el viaje. Por eso, los griegos tenían la costumbre de poner una moneda en la boca de los cadáveres, a fin de que estuvieran en condiciones de pagar el transporte.
Había allí un perro fabuloso, Cerbero, «de broncíneo ladrido, de cincuenta cabezas, despiadado y feroz», que guardaba las puertas del infierno. Era hijo de Tifón y Equidna, ninfa monstruosa hija a su vez de Medusa; tenía el lomo erizado de serpientes, la cola de dragón y sus fauces destilaban veneno. Se encontraba en la otra orilla de la laguna Estigia, por donde el barquero Caronte llevaba las almas desde la tierra al Hades o Averno. La principal misión de Cancerbero era no dejar salir a nadie. Sólo dos veces no pudo evitarlo. Una cuando Orfeo lo enterneció con la música de su lira, y otra cuando Hércules consiguió encadenarlo en lucha abierta y se lo llevó a Trecena, que fue uno de los doce famosos trabajos del héroe. Pero después lo devolvió.
Cuando alguien moría, Hermes conducía al muerto hasta el río Estigia, donde el barquero Caronte recogía en su barca al muerto y lo llevaba al otro lado. Varios ríos recorrían su reino:
1. Acheron el río de la tristeza
2. Cocytus el río de las lamentaciones
3. Lethe el río del olvido
4. Phlegethon el río del fuego
5. Styx el río del odio
Tras atravesar en la barca de Caronte la laguna Estigia, se encontraba con Cerbero, que, como Caronte, vigilaba que no pasase ningún ser vivo. Los muertos se sometían al juicio de Minos, Radamantis y Éaco, que los mandaban por tres senderos según sus actos:
En el primer sendero estaba la llanura de Asfódelos, aquí se quedaban los mediocres.
En otro camino se encontraban los Campos Elíseos, donde iban los afortunados.
El último el Tártaro, que era un lugar tétrico, oscuro y funesto, habitado de formas y sombras incorpóreas y custodiado por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de dragón y que Heracles pudo capturar.
Había horrendos ríos que separaban el Hades de la tierra por los que se pasaba conducidos por el anciano Caronte. En algún lugar de toda ese tétrico mundo se situaba el palacio del dios Hades, con muchas puertas, y lúgubres almas deambulantes.
En la Ilíada se narra el enfrentamiento de Hades y Heracles; cuando el héroe quiso entrar en el reino de las tinieblas derrotó al olímpico, lo hirió de un flechazo o de una pedrada, y hubo de ser conducido al Olimpo para que Péan, el dios médico, lo curase, que le aplicó un bálsamo milagroso que le cauterizó la herida en un santiamén .
En la religión griega raramente se personifica la muerte. Ni Hades ni Perséfone, a pesar de ser los dioses del Tártaro y de su carácter, se identifican con la muerte.
En la antigüedad, de hecho, la muerte era un término abstracto, el sentimiento de miedo a lo desconocido. El culto extremadamente minucioso que practicaban los griegos, bajo la forma de ofrendas, era un homenaje necesario que se ofrecía a las almas que habían franqueado los límites de lo conocido y que habían entrado de esta manera en comunicación directa con las divinidades. Sin embargo, este culto no era la expresión de una veneración temerosa a una divinidad concreta que tendría por nombre la Muerte.
Orfeo y Eurídice
Orfeo, cantor por excelencia, músico y poeta, se enamoró de la ninfa Eurídice. El dolor por la muerte de ella, le llevó a intentar recuperar su alma del reino de Plutón. Tras su descenso, se le concedió con la condición de no mirar atrás en su regreso. En el último momento no pudo aguantar la tentación y volvió la vista, perdiéndola definitivamente.
Castigos a Impíos: Ticio
Gigante de Orcómeno. Su madre era una hija de Minias a la que Zeus dejó embarazada y después la ocultó en la tierra por temor a los celos de Hera. Más tarde, Hera, para castigar a Leto, hizo que Titio se enamorase de ella. Por ello fue fulminado por Zeus (o bien por Apolo y Ártemis) y encerrado en el Tártaro, donde un buitre le devora el hígado sin cesar.
Sísifo
Hijo de Éolo y Enárete. Se casó con Mérope y tuvieron a Glauco y Ornito. Según la leyenda, había revelado al río Asopo que su hija Egina había sido raptada por Zeus a fin de que el río hiciese brotar una fuente en Corinto. Zeus, irritado, le envió a Tánato; pero Sísifo, gracias a su astucia, consiguió encadenarlo, de forma que durante algún tiempo no murió nadie en el mundo. Finalmente, Tánato fue liberado por Ares y Sísifo por fin murió. Pero antes le dijo a su esposa que no organizase su funeral; cuando llegó al mundo de los muertos, le pidió a Hades que le dejase volver a la tierra para reprender a su mujer por ello. Pero no regresó. Cuando Sísifo se hizo anciano y murió por segunda vez, fue castigado a empujar eternamente una roca por la ladera de una montaña; una vez que llega a la cima, la roca se cae de nuevo.
Danaídes
Danao tenía cincuenta hijas, las llamadas Danaides. Dánao concertó el matrimonio de sus hijas con los cincuenta hijos de su hermano Egipto, pero les ordenó que diesen muerte a sus maridos en la noche de bodas. Ellas obedecieron, excepto la menor, Hipermestra. Después de este crimen, las Danaides fueron purificadas por Hermes y Atena y se casaron con jóvenes de Argos, dando lugar a numerosas estirpes heroicas. En el Tártaro, su castigo fue el de intentar llenar un tonel agujereado.
Ixión
Rey de los lápitas. No cumplió las promesas hechas a su suegro y por tanto debía recibir un castigo, pero Zeus se apiadó de él. Los dioses le ofrecieron su amistad e incluso compartían con él sus alimentos. Pero él no correspondió a su amistad y pretendió a la diosa Hera; entonces Zeus modeló una nube con la forma de la diosa, y a ésta se unió Ixión, dando lugar así al pueblo de los Centauros. Por su ingratitud fue castigado a estar atado a una rueda que giraba sin parar en el Tártaro.
Tántalo
Hijo de Zeus y una ninfa; fue rey de Lidia. En una ocasión, invitó a los dioses a un banquete; pero, para probar su omnisciencia, les sirvió carne humana de su propio hijo, Pélope. Los dioses se dieron cuenta, pero desgraciadamente Deméter ya había devorado algunos bocados. Cuando le devolvieron la vida al niño, resultó que le faltaba un hombro, que fue reemplazado por otro de marfil. Tántalo fue enviado al Hades y recibió un castigo: estaba en el centro de un lago, pero cuando intentaba beber el agua desaparecía; por encima de él colgaban abundantes frutos, pero cuando intentaba cogerlos huían.
Hades tambíen interviene en otro mito. La Ilíada cuenta que, cuando Heracles descendió a los Infiernos, Hades quiso impedirle la entrada en su reino y se enfrentó con él; pero Heracles lo hirió de un flechazo en el hombro y el dios tuvo que ser conducido rápidamente al Olimpo, donde Péan, el "dios que cura", le aplicó un bálsamo milagroso, que le cicatrizó rápidamente la herida. Hay variantes que muestran a Heracles abatiendo al dios de una pedrada, pero sea lo que fuera la victoria quedó para el hijo de Zeus.
De hecho, el nombre significa "el Invisible", raramente mencionado, ya que de hacerlo se temía excitar su cólera. Por esta razón se le designaba por medio de eufemismos -el más corriente era Plutón "el Rico" (en Grecia clásica Plutón era epíteto de rico), aludiendo a las riquezas inagotables de la tierra, tanto las de la tierra cultivada como las de las minas que encierra-.
Última edición por lily25 el Miér Mayo 30, 2012 6:53 pm, editado 5 veces