Encuentros inesperados

Ua sonrisa se dibuja en el rostro de Ikki al oír aquella frase, y se inclina para besar el ceño fruncido de Camus, mientras disfruta estar entre sus piernas


─Seré un marido ejemplar para que mi esposa este muy orgullosa y me reciba muy entusiasta cada noche, para que pueda hacerle el amor hasta el amanecer y le demuestre lo mucho que la amo─

Los labios del fénix se unen a los del hombre que ama

─No importa que tan lejos estçe siempre encontrare la forma de regresar a tus brazos cada noche─

Sus brazos lo rodean y lo arropa en un una calidez proveniente de su corazón, transmitiendo todo el amor que siente por él 

─Te amo Camus, lo haré siempre─

Escuchar su voz siempre producía un sentimiento de felicidad que no podía explicar, pero haber escuchado aquellas palabras de sus labios, provocó un revuelo en mi estómago... Fue como una sensación de vértigo tras lanzarme desde la punta del iceberg contra el mar.

Mi corazón se aceleró, y los labios y dedos comenzaron a hormiguearme, ansiosos...

—¿Sabes, Ikki...?— Mis ojos se cerraron y atraje sus labios hasta los míos para acaricialos suavemente, antes de decirle lo que deseaba. —En Grecia el matrimonio homosexual es legal, y no sólo eso, si nos casaramos aquí, sería legal allá también...— Mis manos recorrieron palmo a palmo su cuello, y bajaron por sus hombros con disimulo; mis labios viraron hacia el lado contrario y besaron con amor sus mejillas y la punta de su nariz.

Las fuertes manos de Ikki toman el rostro de Camus entre ellas, lo besa pausadamente con amor y tranquilidad, muerde aquel labio con picarda antes de besar su cuello.

─No puedo prometer una gran boda, pero si una a la luz del atardecer─

El fénix se mueve para quedar completamente arropado entre las piernas y brazos de su pareja

─Se donde podemos hacerlo, solo es que tu decidas cuando quieres hacerlo, y después... me iré a vivir contigo en tu templo si quieres, cuando regreses me iré contigo─

Se rueda un poco en la cama para que Camus quede sobre él y que se recueste sobre su cuerpo, su piel es cálida y suave

Con el cambio de posición, mi cuerpo se convirtió en su jaula y mis besos sobre su mentón y labios en los candados perfectos para su prisión.

—¿Cuando vuelva? No sé si podré esperar tanto.— Mis codos se apoyan sobre el colchón, por encima de sus hombros. —Cualquier cosa a tu lado estará bien, no te preocupes, pero debemos preparar la mudanza y hablar con Shun... ¿Crees que deba pedir tu mano?— Una sonrisa divertida, aunque pequeña se apropia de mis labios. —De hecho, debo ir a la mansión por mis cosas, ahí fui a buscarte primero.

El menor acaricia la espalda y baja hasta las caderas de su pareja con dulzura, mientras se siente encantado con el peso del mayor sobre él, le hace gracias lo que dice

─¿en verdad le pedirás mi mano a Shun?─

riendo un poco lo besa sintiendo una singular sensación, al dar este tan particular tipo de beso

─Yo haré lo que dispongas amor, yo solo tengo un lugar en donde dormir aquí, asi que solo tengo que ir por mi ropa, pero puedo esperarte aquí si lo deseas─

besa su cuello con dulzura y amor.

La caricia pausada que le regaló a mi espalda erizó mi piel, y elevó los vellos que tenia mi brazo.

"Amor..." Aquella palabra me hizo sonreir, y besarle pausadamente para luego mirarle de forma profunda, y acariciar con mi dedo la cicatriz que tiene en su frente.

Suspiré enamorado.

—Amas a tu hermano, ¿no es cierto? Para mi seria importante tener su apoyo y que no se preocupe por ti, que sepa que ahora tendrás un lugar cálido donde volver.— Le beso los labios y froto mi nariz contra la suya de forma cariñosa. —Hablando de eso, ¿Podrías llevarme a los sitios que visitaste esta mañana? Me gustaria conocer donde te haz escondido estos meses.

Ikki no deja de acariciar el cuerpo de Camus, esta explorando cada rincón  de una manera más pausada, esta memorizando cada centímetro de aquella piel de manera consciente, reparte algunos besos en su cuello y sus mejillas.

─Entonces habla con Shun, por mi no hay problema, tal vez sea bueno para el también, sabrá donde encontrarme─

lo toma de las caderas para estacionarse ahí, acariciando aquella redondez, y la calidez de aquel cuerpo que lo trae loco de amor.

─Claro, puedo mostrarte todo y de paso conseguir algo para comer, no quiero que mi marido este mal alimentado, porque estás noches de amor podrían dejarte completamente exhausto─

Sus suaves caricias llenan de calidas sensaciones el fondo de mi cuerpo, incitándome a cerrar los ojos y vencer el peso de mi cuerpo sobre el suyo. Mi cara cae a un lado de la suya y mis labios besan y trazan caminas pequeños que recorren su tez, hasta terminar en la punta de la nariz.

Mi cabello azul verdoso nos baña y nos arropa en una capa de tonalidad marina que se funde y se mezcla con le diverso contraste que forma nuestro color de piel; el suya tan tostado y delicioso, y el mío más pelido pero levemente bronceado.

—Podemos comer algo fuera, no te preocupes... En Acuario te cocinaré personalmente muchas cosas que aprendí a hacer mientras vivia solo en Siberia.— Mis besos marcan sus hombros con ligeros toques, mientras me permito perder mis dedos por su cabello corto y añil. —Sé por Hyoga que siempre sueles preocupar a Shun, así que me gustaria decirle que estaras conmigo...— Y aunque habiamos hecho la invitacion para salir. Me sentia plácido desnudo y rodeado por su calor en aquella cama. —En cuanto a lo otro, que sea mayor no implica que me cans primero, ¿eh?

Ikki toma el rostro de Camus para llenarlo de besos, bajando por su barbilla y llegando a su cuello, que muerde sensualmente dejando que sus dientes ejerzan presión sobre aquella pálida piel.

─nunca fue mi intención preocupar a mi hermano, pero hemos pasado mucho tiempo separados─

el fénix se mueve de nuevo para quedar sobre Camus, lame ansioso el lugar donde ha dejado una leve  marca de sus dientes, lentamente se empieza a levantar aunque le da un beso en el ombligo antes de pararse e ir a buscar la ropa, dejando que su marido pueda ver su cuerpo desnudo.

Le pasa la ropa y le da besos en el proceso

─En cuanto al cansancio, hasta que no pueda comprobarlo personalmente, no puedo decir lo contrario, por mientras te llevare a ver todo lo que quieras─

Las muestras labiales de su afecto provocan que mis dientes se adhieran a la carne, y que intente acallar un suave jadeo debido al cosquilleo que me hace sentir.

A pesar de ser huraño y excesivamente serio, es muy cálido, es tan cálido como yo mismo comprobé en sus ojos la primera vez. Él no tiene problemas para aceptar sus sentimientos, ni para demostrarlos, a diferencia de mí. Él fue criado como una maquina de destrucción, y yo como un iceberg, aunque mi maestro me enseñó otras cosas muy diferentes.

Le observo y escucho en silencio, enamorándome más si eso es posible de aquella mítica ave.

—Creo que lo correcto sería ir primero a la mansión por mis cosas, ya que ahí está mi cartera para que podamos comprar comida....— Le atraigo con mis brazos y beso su cicatriz. —Si, ya sé que tú prefieres conseguir el alimento para tu esposa, pero tú esposa también quiere poner su granito de arena— Sonrio. —además, si te cansas mucho, no podremos hacer el amor.

La ceja de Ikki se levanta al pensar en ir a la mansión, no le agrada mucho tener que encontrarse con los demás caballeros de bronce, así que inconsciente frunce sel ceño acentuando la cicatriz que le acaban de besar.

─Creo que está bien, supongo que deben estar preocupados porque no has aparecido en un día─

Se le acerca y le ayuda a ponerse la ropa dejando besos en cada movimiento como pretexto para tocarlo, le deja el pantalón mientras él mismo se empieza a vestir.

Aunque intento no sonreír demasiado, sospecho que Ikki tiene una enorme facilidad para provocarme esto. No es que quiera ser o parecer siempre serio, es que yo soy serio y reir para mi no es natural, por eso cuando lo hago supongo que es muy honesto. Estar con Ikki me hace darme cuenta de lo facil que es curvear los labios y mostrarle un gesto como este.

Lo dejo hacer porque me divierte admirar como al inicio me había desprendido de toda la ropa, y como hoy se esmera en ayudarme a vestir. A pesar de todo, no le digo nada y simplemente le permito hacer, observándole cuando comienza a vestirse, mientras yo hago lo propio con la parte superior de mi cuerpo.

—Yo vine a Japón a buscarte, porque te extrañaba, y no creí que te encontraria en un sitio así... La verdad no le avisé a nadie que saldría, asi que Hyoga podría estar preocupado...— Me puse de pie y tomé sus mejillas mientras le daba un suave beso en los labios. —Si prefieres yo puedo volver después, y tú me esperas en la playa.

Ikki frunce el ceño, es cierto que no tolera mucho ir a la mansión, pero ahora Camus forma parte de su vida y habrá cosas que tenga que hacer que no le agraden del todo, sin embargo quiere compartir todo lo posible con aquel hombre. Cuando siente aquel beso, se acerca a la cama y se sienta, para después jalar a Camus y sentarlo en sus piernas mientras lo rodea con sus brazos

─Somos una pareja, y aunque no me agrade mucho estar en la mansión, quiero estar a tu lado si tu quieres, acompañarte y demostrar que esto no es solo un momento y que es para que dure por una eternidad si es posible─

Besa su cuello con dulzura y amor, mientas sus brazos se cierran contra el cuerpo del mayor y disfruta de su aroma de hombre y el calor de su piel.

Sentía que protagonizábamos un cuadro extraño, porque yo era mayor y más alto, y porque nunca había estado de esa forma en las piernas de nadie. No me molestaba, y se lo demostré enredando mis manos por detrás de su cuello.

Cerré los ojos ante su suave caricia, y restregué mi piel contra la suya mientras deslizaba mis dedos sobre su foliculo capilar.

—No tienes que demostrarme nada, Ikki, yo te amo y sé que me amas de la misma forma, y no planeo obligarte a hacer nada que no te guste, además, será indudable que nos cruzaremos con alguien en la mansión y no quiero exponerte a comentarios innecesarios.— Busqué sus labios, elevando el mentón con mis dedos. —De cualquier forma, si quieres ir, vamos.

Ikki hunde su nariz en el cuello del mayor aspirando su aroma con tranquilidad, es la primera vez que se encuentra tan cerca de alguien por tanto tiempo, pero no quiere separarse de esta persona, desde su primer encuentro, su presencia se ha grabado en su propia piel y en su corazón

─En algún momento tengo que enfrentar a los demás, me he mantenido al margen de las cosas, pero no pienso perder la oportunidad de pasar tiempo contigo, a causa de mi aversión a las personas, quiero en verdad ir contigo cuando─

Se recarga en el pecho del hombre mayor, para poder escuchar el corazón latir suavemente

Sus palabras me hacian feliz. Provocaban un cálido cosquilleo en mi corazón que no sabía como explicar.

Sentir su respiración en mi cuello me atrajo un vuelco al estómago que me obligó a cerrar los ojos. Suspiré enamorado por su acción y decidí que nos fuéramos a la mansión para volver al hotel y estar juntos nuevamente.

—Anda, vámonos.— Le di un beso en la mejilla y aunque no lo deseaba, me aparté de sus piernas para tomar su mano y andar hacia la puerta. —¿Crees que nos encontremos a la señorita Athena? Seria vergonzoso ir en su presencia sin la armadura.

Ikki se deja levantar con ese suave jalón, mismo que aprovecha para abrazar a Camus antes de salir de la habitación y besarle de nuevo

­─No se si la encontremos o no, pero no se si le haga mucha gracia que vaya a la mansión, no me llevo muy bien con ella, aunque se que tenemos que protegerla y todas esas insensateces, pero...─

Lo besa profundamente antes de detenerse y liberarlo

─Tu eres uno de los mejores, no creo que le moleste el hecho de que no lleves tu armadura─

Camina hasta la puerta esperando al mayor

Quisiera decir que no me sorprende el que Ikki se lleve de esa forma con nuestra amada Diosa, pero esa es su forma de ser, y yo lo amo por sobre todas las cosas. No sé si esto sea un problema con mi deber o si mi amor por él me traerá algún problema a la larga, pero quiero disfrutarlo.

—Tienes razón, aún así, espero que no nos topemos con ella.— Sonreí vagamente y le di alcance muy cerca de la puerta.

Era satisfactorio estar en aquél nido, y esperaba realmente que las cosas no cambiaran una vez en la mansión.