Habiéndose escapado del santuario, Saga encontró su camino hacía esta parte de las ruinas del Partenón, lo que otros caballeros ignoraban, es el uso que daba a este lugar apartado de la mirada de los curiosos y lo suficientemente confortable para ser cómodo para descansar.
Tan pronto como llegó a su escondite, empezó a liberarse de su armadura quedando en unos cómodos boxers, aventó la ropa en un rincón, y empezó a rebuscar entre las ruinas. Detrás de una gran roca había improvisado un escondite de donde saco una manta, un par de botellas de vino. Una vez que ha acomodado todo esto sobre el piso, acercó una bolsa de víveres que había llevado con él.
Fruta, hielo y algunas otras cosas para comer salieron de la bolsa, en poco tiempo había creado un pequeño paraíso para descansar, se recostó en la manta y empezó a comer unas uvas mientras disfrutaba de la brisa vespertina, algunos rayos de sol se colaban entre algunas grietas y caían sobre su cuerpo lo que le daba una sensación cálida.
Se estiro felinamente por un instante y un gruñido de satisfacción salió de sus labios antes de seguir disfrutando de las uvas negras que mordía lentamente para saborear aquella esencia dulce.