Sus labios se curvaron en un claro gesto de placer ante las caricias que el menor dibujaba en su cuello y clavículas. Recordaba que, en los tiempos en los que se entregaba a tales prácticas, el punto más sensible de su cuerpo había sido su garganta. Parecía que los años no habían afectado en nada, pues seguía deshaciéndose del placer cuando alguien atacaba aquella zona. Sus mordidas le incitaban a seguir acariciando el cálido cuerpo de su compañero, por lo que su mano subió ansiosa por su pecho y retornó hasta su bajo abdomen. Las palabras de Death Mask atrajeron su atención.
-¿Pensar? -repitió con torpeza, pues su boca era habilidosa y apenas le permitía concentrarse. ¿En qué momento había llegado hasta su oreja? Jadeó en voz baja y sintió un par de cálidas manos tomarle del rostro. Observó al canceriano directo a los ojos, consciente de que el brillo de placer pasaría desapercibido. Después de todo, él sabía leer almas. -Estoy pensando en ti -respondió finalmente.
Vaya pregunta. Resultaba complicado pensar en alguien más, ¿qué tendría el italiano en mente? Sintió que la camisa que protegía su torso abandonaba pronto ese lugar, mientras él seguía dándole vueltas a lo mismo. ¿Tendría algo que ver con Manigoldo?
-Procuraré usar mis manos la próxima vez -respondió entonces, dedicándole una sonrisa que muy pocas personas, a lo largo de toda su vida, debían haber visto.
La caricia de Death Mask llamó su atención y, sin titubear, se permitió seguir el agarre del contrario para acariciar la entrepierna de su compañero. Presionó cuidadosamente la zona con sus dedos, deleitando la yema de cada dígito al friccionar cada una contra tan sensible lugar; podía sentirle reaccionar, endurecerse gracias al trabajo de su mano, y sonrió. Tan entretenido estaba repartiendo caricias que no sintió las manos de Death Mask en su entrepierna sino hasta que hubo tocado de manera directa. Se estremeció, casi de golpe, y se mordió el labio inferior para evitar sonido alguno.
-Podrías averiguarlo -Susurró sobre la boca del contrario, antes de arrojarse nuevamente a por sus cálidos labios. ¿Cómo una persona tan bruta para expresarse podía besar tan bien?
Sintió que el peso de Death Mask le recostaba sobre la mesa, por lo que tuvo que interrumpir sus caricias sobre la entrepierna ajena. Se sentía en desventaja en aquella posición, y aunque no se le hacía incómodo, la sensación tampoco era nueva. Suspiró cuando hubo liberado su falo y se valió de sus antebrazos para poder observar las acciones del menor.
-¿Vas a cogerme hasta desfallecer? Te tomaré la palabra... más te vale que cumplas, Death Mask -musitó con voz suave e incitante, entreabriendo un poco más sus piernas.
-¿Pensar? -repitió con torpeza, pues su boca era habilidosa y apenas le permitía concentrarse. ¿En qué momento había llegado hasta su oreja? Jadeó en voz baja y sintió un par de cálidas manos tomarle del rostro. Observó al canceriano directo a los ojos, consciente de que el brillo de placer pasaría desapercibido. Después de todo, él sabía leer almas. -Estoy pensando en ti -respondió finalmente.
Vaya pregunta. Resultaba complicado pensar en alguien más, ¿qué tendría el italiano en mente? Sintió que la camisa que protegía su torso abandonaba pronto ese lugar, mientras él seguía dándole vueltas a lo mismo. ¿Tendría algo que ver con Manigoldo?
-Procuraré usar mis manos la próxima vez -respondió entonces, dedicándole una sonrisa que muy pocas personas, a lo largo de toda su vida, debían haber visto.
La caricia de Death Mask llamó su atención y, sin titubear, se permitió seguir el agarre del contrario para acariciar la entrepierna de su compañero. Presionó cuidadosamente la zona con sus dedos, deleitando la yema de cada dígito al friccionar cada una contra tan sensible lugar; podía sentirle reaccionar, endurecerse gracias al trabajo de su mano, y sonrió. Tan entretenido estaba repartiendo caricias que no sintió las manos de Death Mask en su entrepierna sino hasta que hubo tocado de manera directa. Se estremeció, casi de golpe, y se mordió el labio inferior para evitar sonido alguno.
-Podrías averiguarlo -Susurró sobre la boca del contrario, antes de arrojarse nuevamente a por sus cálidos labios. ¿Cómo una persona tan bruta para expresarse podía besar tan bien?
Sintió que el peso de Death Mask le recostaba sobre la mesa, por lo que tuvo que interrumpir sus caricias sobre la entrepierna ajena. Se sentía en desventaja en aquella posición, y aunque no se le hacía incómodo, la sensación tampoco era nueva. Suspiró cuando hubo liberado su falo y se valió de sus antebrazos para poder observar las acciones del menor.
-¿Vas a cogerme hasta desfallecer? Te tomaré la palabra... más te vale que cumplas, Death Mask -musitó con voz suave e incitante, entreabriendo un poco más sus piernas.