Privado número 12 - Saga & Aioria

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En el momento que miré el papel que guardaba en el bolsillo de mi pantalón, creí que había tenido suerte al ver que mi siguiente cita era muy lejos del sitio donde fue mi encuentro con Shura.

Distancia era lo que necesitaba para calmarme, eso y tal vez hablar con alguien totalmente diferente, alguien ajeno a todo este lío entre Aioros, Shura y yo.

Respiré para calmarme antes de entrar en el privado: la atnosfera dentro era muy similar a la otra habitación, aunque esta vez sabia que no me sentiria cohibido o intimidado porque la unica persona que podría ponerme así estaba en ese momento muy lejos de mí.

Cerré la puerta y penetré completamente en el sitio sin ninguna prisa. El lugar estaba vacío y supuse que todo era debido a mi falta de puntualidad. Me pregunté si habría sido mejor comenzar por aquí y dejar al último el número tres...

Suspiré pesadamente y tomé la silla con cara hacia la puerta mientras esperaba a que mi cita llegara, si es que lo haria después de mi retraso... Si no asistia de todos modos podría estar solo y pensar claramente qué hacer cuando volviera al numero 3.

Decidí ver si en este privado había alguien en comparación al que dejé atrás, suspire largamente ante la puerta, hay mucho que hablar con todos mis compañeros y tal vez está no fue la mejor forma. Aspiro largamente y abro la puerta lentamente para entrar.

El lugar era agradable y acogedor, y entonces le veo, sentado frente a la puerta está el león, me sorprendo. Su expresión es indescifrable, me acerco con lentitud a la silla y me siento lentamente.

─Hola Aioria─

Sentado junto a la mesa y observando los pequeños detalles en esta, me pregunto si tal vez deberia sincerarme com Shura...

Una parte de mi advierte que ese ridiculo rencor por la muerte de Aioros es solamente una máscara que pretende esconder algo mucho más grande. Me pregunto si las cosas habrian sido diferentes si Shura no estuviera con Afrodita.

Tan pensativo y abstraído como me encuentro, no reparo en el suave ruido que hace la puerta ni la luz que viene del pasillo y que se filtra cuando mi cita entra; es la fragancia coorporal de esta persona lo que me hace levantar la vista: de inmediato el odio se proyecta por mis ojos, seguido por un torrento de emociones infinitas que me provocan apretar los dientes y los puños por debajo de la mesa.

¡Esto no me puede estar pasando! De todas las personas en este mundo, la mas indeseable para mi está tomando lugar justo delante.

Estupido Saga... Mal nacido...

Su saludo me arranca una carcajada, aunque no es divertida, sino fría y perversa.

— ¿Hola, dices? — Inquiero todavia en mi lugar.

Él es culpable de la muerte de Aioros, de eso y de esta conducta miserable que me devora el alma... Sus tratos como Arles todavía los tengo grabados en mi memoria, algunos todavía son cicatrices por parte de sus adeptos, en la piel de mi espalda.

— No puedo creer que seas tú me cita...

No me extraña su reacción, después de todo lo que ha pasado, pensé que podría empezar esto de una manera más amable, pero al parecer, esto no será fácil

─Necesitaba hablar con todos ustedes, tal vez no sea la manera más adecuada, pero no encontraba la forma correcta de hacerlo, así que ... terminé recurriendo a está extraña situación─

levanto mi vista hacía él y puedo ver el fuego que se puede ver en su mirada, después de todo fui el culpable de la muerte de su hermano, y puedo comprender el dolor que está experimentado, pero esa parte de mi que es incapaz de sentir empatía por nada que no sea su propia ambición, ya no puede ser excusa para postergar esto

─Tengo que disculparme contigo, tengo que disculparme con todos, lo que hice se que no tiene perdón, y que no puedo hacer nada para compensarlo, pero era necesario que te lo dijera en persona ─

Quisiera decir que al mirarlo directamente a los ojos puedo sentir lo que intenta proyectarme con sus palabras, algo así como pena, compasión y alivios; sin embargo, este hombre no puede inspirarme otra cosa que odio sabor hiel.

Tras oirle, nuevamente comienzo a reir, como si él hubiera proclamado algún comentario gracioso... Y aunque quisiera decir que realmente me siento divertido por sus palabras, la realidad está demasiado alejada.

— ¿Qué es esto, Saga? ¿Intentas suplicar mi perdón por tus pecados de trece años?— Vuelvo a reir, pero esta vez finalizo golpeando la mesa con ambas manos mientras me pongo de pie. — ¿No crees que llegas un poco tarde? — Mis manos toman con fiereza la prenda que cubre su torso. — Mejor ahorrate tus insignificantes palabras, Saga...

No intento defenderme, conozco mis pecados como para tratar de negarlo, aunque haya sido enterrado por aquel ser, sigue siendo mi responsabilidad

—Se que no obtendré tu perdón, es algo que no aspiraba tener, ni tampoco el de los demás —

Tomo una de sus manos pero no trato de quitarla de su agarre

—no puedo comprender el que esté aquí, no puedo entender porque Athena me dio esta oportunidad, lo que si se es que por lo menos debo pedir perdón por mis acciones—

Esquivo su mirada

—puedes golpearme si eso deseas— vuelvo a mirarlo— o tal vez debas cobrar la vida que tome con la mía, no creo que haya alguien que te culpe si lo haces —

Las palabras de Saga me hacen ver algo que no había querido descubrir: Si Athena, tan piadosa y bondosa, le permitió volver al Santuario es porque ella lo perdonó de corazón; y si ella le concendió esa indulgencia, ¿yo como su caballero dorado, no debería hacer lo mismo?

La respuesta es sencilla. Yo no creo en sus disculpas ni en su arrepentimiento falso; además, yo no soy como ella, y ella no ha sufrido el mismo dolor que yo. Ella, quien estuvo lejos del Santuario durante trece años, nunca supo lo que era crecer sin amor, o con alguna carencia fisica y emocional... Aunque ella sea mi Diosa, nunca podrá entender las sombras que guarda mi corazón.

Al sentir su piel sobre la mía, mi primera reacción es soltarle y tirar de mi puño cerrado para no experimentar este borboteo en la sangre, que es acelerado por su agarre.

— ¡No te atrves a tocarme! — Intento que mi piel experimente ese sentimiento de ansiada libertad, pero Saga no me permite escapar. — ¡Eres un infeliz, Géminis! — Mi puño izquierdo se cierra con fuerza, y casi pareciera que quiero invocar las ondas de trueno para pegarle, pero me detengo antes de cnvocar mi cosmos. — Yo no pienso mancharme las manos con tu esquerosa sangre, ¿me oyes? Liberarte de tu condena en este vida sería una gran victoria para ti, Géminis... así que no me provoques...

Puedo ver el odio en sus ojos, intenta soltarse pero lo retengo, el recuerdo de su hermano se hace patente ante su imagen ahora adulta. Yo mate a su hermano, le prive de tener a esa persona a su lado. Me levanto de golpe sin soltarlo, al hacerlo la mesa y todo lo que sobre ella estaba cae al suelo haciendo un fuerte ruido.

Lo jalo hacía mi y lo abrazo, es el hermano de el que debió ser mi compañero y no mi enemigo, todo lo que paso será siempre mi culpa, mis brazos se aferran a su cuerpo aun cuando siento su resistencia

─Se que no me crees, se que mis palabras pueden parecer vacías, pero no tengo otra forma de mostrarte que en verdad lo siento─

Se parece tanto a Aioros, tiene esa misma fuerza, como pude haberle hecho tanto daño, me separo lentamente de él y hago lo impensable, al verlo se parece tanto a su hermano que no puedo evitar el impulso de besarlo, sentir sus labios bajo los míos, pero pronto veo mi error. Le suelto y retrocedo quedando contra la pared, como pude haber hecho eso, aunque en el fondo lo se, necesito del contacto de otros para sentir que aun estoy vivo, pero eso no justifica lo que acabo de hacer.

Lo miro nuevamente, y el odio sigue ahí, demasiado para poder soportarlo más ─Es mejor que me vaya─ digo saliendo de aquel cuarto sin mirar atrás

No quiero hacer algo que me haga sentir culpable el día de mañana... Sé que mi fuerza es suficiente para hacerle frente y que ambos podemos desencadenar una lucha sin tregua hasta morir: yo por ahogar este sentimiento, y él por defenderse.

Nuestras miradas se enfrentan sin vacilación, y aunque sigo intentando tomar la libertad de brazo sin conseguirlo exitosamente, cuando él se levanta y todos los adornos en la mesa caen estrepitosamente sobre suelo, sé que las cosas alcanzaran un tono muy peligroso.

Y realmente no importa lo que suceda a partir de aquí, estoy listo para enfrentar incluso la muerte,..

Sin embargo, muy lejos de recibir un golpe o algún tipo de ataque como los que él acostumbra, sus brazos me envuelven con fuerza. Al principio me quedo pasmado, pues esto no era algo que hubiese esperado... La calidez de su cuerpo me embriaga y acelera repentinamente el pulso de mi corazón. No sé si quiero apartarlo bruscamente o si quiero realmente creer en su dolor.

Saga también ha sufrido mucho, no he sido solamente yo... Lo veo claramente en el fondo de esos ojos color esmeralda que me miran con un arrepentimiento tan nítido, que me hace creer fielmente que yo puedo perdonarlo... Que quiero perdonarlo...

Mi cuepo se tensa, y todo se viene abajo cuando sus labios tocan los mios...

Ese sitio no te pertenece Saga. Este sitio está reservado para alguien que odio del mismo modo en que te odio a ti, quizá menos... Aquél que fue tu mano ejecutora y cegó la vida de Aioros; pero Saga, si crees que este odio desmesurado en mi mirada es unicamente por mi hermano estas muy equivocado. Mi diosa Athena, mis compañeros de armas, Seiya, Shaina y Marin... Y Casius, Casius a quien por tu culpa le quité la vida cegado por la sangre que tu Satan Imperial inyectó en mi sistema.

Y sé que ahora lo sabes al verte huir como un vil cobarde, como Shura, y como tantos otros...

Finalmente me he quedado solo en la habitación, escupiendo al suelo al recordar ese agrio sabor en la punta de mis labios.

No sé qué estoy haciendo, o a qué he venido. Necesito escapar, necesito salir de aquí.

Aún me quedan dos citas y el número 3.

Me pregunto si Shura habrá vuelto ya.

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