Los Campos Eliseos, el lugar sagrado de los dioses , sitio que hace tiempo los santos de bronce habían profanado y tuvimos que hacer una ardua labor para volver a mantener la pureza y el equilibrio de ese lugar
Enseguida que me hice presente a este lugar las ninfas me recibieron atentamente para disponer a guiarme a mi templo, sin embargo al verme cargando a mi hermoso invitado ellas mantuvieron distancia. No podía esperarse otra cosa tras haber vivido una mala experiencia con los humanos.
Las miradas de tan bellas féminas como de otras criaturas reflejaban una gran curiosidad y cierto temor al llevar a un ser “impuro” y terrenal a estos sagrados terrenos, sin embargo no interrogaron ni siguieron mis pasos , sabia que me irritaba que cuestionaran sobre mis labores
Caminando el largo sendero tapizado de pequeñas flores de diversos colores , pase la zona donde se encontraban los templos de algunos dioses para llegar hacia un área apartada donde se visualizaba un enorme e inmenso lago de agua cristalina y resplandeciente el cual los dioses venían a este para bañarse en sus aguas y rejuvenecer u sanar sus heridas. Tambien era perfecta para borrar los recuerdos de las criaturas terrestres
Al llegar a sus orillas me inclino para colocar el cuerpo de la hermosa criatura de cabellos azulados sore el pasto , mientras elevaba mi cosmos en proporciones inmensas para atraer el jarrón donde estaba encerrado el espíritu de Ares, a la vez que rompia el ultimo sello que tenia, el cual le pertenecía a Zeus. Una vez que tengo el jarrón lo coloco cuidadosamente en las manos del geminiano para así dedicarme a desprenderle su armadura y sus ropas, dejando desnudo tan glorioso y perfecto cuerpo
-Mi hermosa criatura ven aquí…
Con suavidad abrazo el cuerpo para llevarlo hacia el agua y dejar que este se sumergiera cuidadamente , causando una inmediata reacción al jarrón y al cuerpo de mi pequeño geminiano
-Desde ahora y siempre este será tu cuerpo Ares , el espíritu de quien alguna vez fue de un mortal llamado Saga será sellado eternamente en las penumbras del eterno olvido
Finalizando la frase se genera un inmenso resplandor en los alrededores, inundándose de una cegadora luz blanquecina mientras que el espíritu del dios de la guerra tomaba posesión en el cuerpo del ahora infante criatura