CAYENDO EN LA TRAMPA
Byaku&Queen
R||Oneshot||SSY-LC||Aventuras||Lemon
Byaku&Queen
R||Oneshot||SSY-LC||Aventuras||Lemon
Una misión juntos, Byaku y Queen llevaban varios días tras una pista, su rivalidad era evidente así como la rivalidad en Minos y Radhamanthys, cada uno tan poderoso como el otro, pero al final eran guerreros al servicio de Hades, Radhamanthys consiguió la información, la posible ubicación de la Sangre de Athena, sin embargo Minos no dejaría que él otro se encargara solo, no de algo tan importante.
Y así fue como salieron juntos, dos de los acólitos para importantes al servicio de aquellos Jueces.
La pista los llevo a los recónditos rincones de un lugar en el nuevo mundo, en lo que más adelante llevaría el nombre de Venezuela, específicamente a una cascada que más de 100 años después llevaría por nombre "Salto Ángel". Ahí llegaron la Estrella Celestial del Espíritu y la Estrella Celestial de la Magia; todo el camino fueron insultos y sarcasmos, se llamaban inútil el uno al otro y más de una vez estuvieron a punto de enfrentarse, Queen tenía la mecha muy corta, era muy fácil hacerlo reventar. Al contrario de Byaku, y era eso, su exceso de racionalidad lo que hacía explotar a Queen; quien maldecía una y otra vez no tener a Gordon cerca para no tener que soportar a quien él llamaba, “Rubio Inútil”
Las pesquisas decían que la reliquia se encontraba en unas cavernas tras esa cascada, por fin después de mucho buscar estaban al pie de la caída de agua de casi un kilómetro de altura, rodearon la montaña subiéndola a pie para no activar su Cosmos y advertir a los posibles cuidadores, no detectaban nada, pero eso era aún más sospechoso.
Al internarse entre la selva, el camino los alejo de la cascada sin darse cuenta, cuando al fin se ubicaron estaba a al menos dos kilómetros de la meseta de la cascada, fue entonces que un par de voces se escucharon.
- Quienes se atreven a perturbar la paz de este sagrado lugar.
Byaku y Queen sonrieron al mismo tiempo al girar y ver que se trataba de un “insignificante gusano” el Santo de Plata de Lacerta del S XVIII, además de que, si él estaba ahí es que efectivamente custodiaban algo importante.
Un solo golpe de Cosmo de Byaku basto para enviar contra una pared rocosa a Lacerta, destruyendo su armadura y dejándolo fuera de combate. Tras esa victoria tenían encima a los Santos de Plata de Orión, Ara, Sagita, Gruya y Aquila; el combate fue bastante parejo, se enfrentaron sin problemas contra ellos, Queen corto tres cabezas y Byaku no tardo en destrozar al resto, todo parecía estar a su favor.
No todo sería tan fácil, aparecieron Lira y Cefeo, ellos lograron contenerlos y entonces se dieron cuenta que no podrían con ellos, pues tenían un nivel casi tan algo como los Dorados.
- Queen, debemos cumplir nuestra misión – le dijo Byaku haciendo un gesto que su compañero de inmediato entendió.
Elevaron su cosmos espectral tanto como pudieron, logrando quitarse de encima a los dos caballeros por unos segundos; tiempo en el cual pegaron carrera hacía la cascada, dejándose caer varios metros sin poder detenerse, Queen logró agarrarse de una rama y logro sostener a Byaku, al fin ayudándose mutuamente encontraron que esa rama era una raíz de un frondoso árbol que crecía dentro de una cueva tras la cascada. La encontraron.
Se internaron en la cueva, caminaron varios kilómetros tras un camino subterráneo, algo brillaba al fondo y efectivamente, tenía el sello de Athena.
Byaku tomo la pequeña vasija en sus manos, ambos sonrieron, lo habían logrado y lo lograron juntos, se miraron llenos de orgullo, Queen toco con sus dos manos el recipiente que el Nigromante sostenía.
Se miraron diferente en ese momento, bajo la oscuridad, sólo iluminados por la luz que emitía el objeto, y la tensión que había entre ellos se convirtió en lujuria, que hizo brillar sus ojos, los de ambos, que hizo que un escalofrío los recorriera. La vasija volvió a su sitio, y sin medir consecuencias, las surplice desaparecieron, como sometidos por un extraño encantamiento, sólo dejaron que sus cuerpos hablaran.
Una mordida de Byaku en el largo cuello del pelirrojo cuyo cuerpo desnudo fue bañado por la cascada rubia del nigromante, eso inicio todo, un juego de caricias firmes y descontroladas, donde se perdió quien era el más fuerte para convertirse en quien era el que más disfrutaría.
Queen se sostuvó de la espalda enterrando sus uñas mientras Byaku lo llevaba cargando de las nalgas hasta la pared rocosa azotándolo contra ella para no tardar ni dos segundo en embestirlo, haciendo que Alraune gritará de una forma muy diferente a lo que era en batalla, rodeando al rubio con sus piernas, apretándolo con fuerza, Queen empezó a moverse de forma acompasado, su ritmo de movimiento llevaba tal cadencia que el placer entre ambos crecía, indiscriminadamente se prodigaban besos apasionados, gimiendo, jadeando, los gruñidos de Byaku al arremeter llenaban la cueva de sonidos.
La acción siguió hasta que ambos explotaron uno dentro del otro, uno encima del otro, llenando esos cuerpos que albergaban a sus estrellar a un placer fuera de los límites que un humano conocía iluminando todo con su cosmos, y ese fue el error, la explosión fue tal cuando llegaron a su climax que en ese laberinto cavernoso fueron encontrados por Cefeo y Lira; que no venían solos, un tipo con una máscara los acompañaba, su cosmos bestial los hizo entender el problema en el que estaban.
Llamarón a sus surplice y estaban listo para pelear nuevamente, Byaku miro una vez más de reojo a Queen y le lanzó el recipiente que logro recuperar. Fue suficiente para que Alraune lo entendiera, huyo mientras Byaku hacía frente valientemente a los tres caballeros.
El Nigromante lucho cuanto pudo, se defendió y fue antes de morir por enésima vez que descubrió algo, nadie siguió a Queen, de alguna forma, alguien cambió los frascos, habían sido engañados, ambos cayeron en esa terrible distracción.
Byaku recuperado y avergonzado regresa al inframundo, encontrándose con Queen algunos días después.
- ¿cómo te fue de regreso? cerebro chamuscado.
- No tan mal como creí rubio inútil – rio Queen con cierta sorna – Radhamanthys grito hasta que se cansó cuando descubrió que entregue algo que no tenía nada que ver con la Sangre de la Diosa Maldita, fui tan estúpido.
- Fuimos un par de estúpidos
- Valió la pena
- Valió la pena – expresó Byaku con esa sonrisa característica en él, para luego alejarse dándole la espalda Queen para no volverse a ver, al menos, no por voluntad propia.
Y así fue como salieron juntos, dos de los acólitos para importantes al servicio de aquellos Jueces.
La pista los llevo a los recónditos rincones de un lugar en el nuevo mundo, en lo que más adelante llevaría el nombre de Venezuela, específicamente a una cascada que más de 100 años después llevaría por nombre "Salto Ángel". Ahí llegaron la Estrella Celestial del Espíritu y la Estrella Celestial de la Magia; todo el camino fueron insultos y sarcasmos, se llamaban inútil el uno al otro y más de una vez estuvieron a punto de enfrentarse, Queen tenía la mecha muy corta, era muy fácil hacerlo reventar. Al contrario de Byaku, y era eso, su exceso de racionalidad lo que hacía explotar a Queen; quien maldecía una y otra vez no tener a Gordon cerca para no tener que soportar a quien él llamaba, “Rubio Inútil”
Las pesquisas decían que la reliquia se encontraba en unas cavernas tras esa cascada, por fin después de mucho buscar estaban al pie de la caída de agua de casi un kilómetro de altura, rodearon la montaña subiéndola a pie para no activar su Cosmos y advertir a los posibles cuidadores, no detectaban nada, pero eso era aún más sospechoso.
Al internarse entre la selva, el camino los alejo de la cascada sin darse cuenta, cuando al fin se ubicaron estaba a al menos dos kilómetros de la meseta de la cascada, fue entonces que un par de voces se escucharon.
- Quienes se atreven a perturbar la paz de este sagrado lugar.
Byaku y Queen sonrieron al mismo tiempo al girar y ver que se trataba de un “insignificante gusano” el Santo de Plata de Lacerta del S XVIII, además de que, si él estaba ahí es que efectivamente custodiaban algo importante.
Un solo golpe de Cosmo de Byaku basto para enviar contra una pared rocosa a Lacerta, destruyendo su armadura y dejándolo fuera de combate. Tras esa victoria tenían encima a los Santos de Plata de Orión, Ara, Sagita, Gruya y Aquila; el combate fue bastante parejo, se enfrentaron sin problemas contra ellos, Queen corto tres cabezas y Byaku no tardo en destrozar al resto, todo parecía estar a su favor.
No todo sería tan fácil, aparecieron Lira y Cefeo, ellos lograron contenerlos y entonces se dieron cuenta que no podrían con ellos, pues tenían un nivel casi tan algo como los Dorados.
- Queen, debemos cumplir nuestra misión – le dijo Byaku haciendo un gesto que su compañero de inmediato entendió.
Elevaron su cosmos espectral tanto como pudieron, logrando quitarse de encima a los dos caballeros por unos segundos; tiempo en el cual pegaron carrera hacía la cascada, dejándose caer varios metros sin poder detenerse, Queen logró agarrarse de una rama y logro sostener a Byaku, al fin ayudándose mutuamente encontraron que esa rama era una raíz de un frondoso árbol que crecía dentro de una cueva tras la cascada. La encontraron.
Se internaron en la cueva, caminaron varios kilómetros tras un camino subterráneo, algo brillaba al fondo y efectivamente, tenía el sello de Athena.
Byaku tomo la pequeña vasija en sus manos, ambos sonrieron, lo habían logrado y lo lograron juntos, se miraron llenos de orgullo, Queen toco con sus dos manos el recipiente que el Nigromante sostenía.
Se miraron diferente en ese momento, bajo la oscuridad, sólo iluminados por la luz que emitía el objeto, y la tensión que había entre ellos se convirtió en lujuria, que hizo brillar sus ojos, los de ambos, que hizo que un escalofrío los recorriera. La vasija volvió a su sitio, y sin medir consecuencias, las surplice desaparecieron, como sometidos por un extraño encantamiento, sólo dejaron que sus cuerpos hablaran.
Una mordida de Byaku en el largo cuello del pelirrojo cuyo cuerpo desnudo fue bañado por la cascada rubia del nigromante, eso inicio todo, un juego de caricias firmes y descontroladas, donde se perdió quien era el más fuerte para convertirse en quien era el que más disfrutaría.
Queen se sostuvó de la espalda enterrando sus uñas mientras Byaku lo llevaba cargando de las nalgas hasta la pared rocosa azotándolo contra ella para no tardar ni dos segundo en embestirlo, haciendo que Alraune gritará de una forma muy diferente a lo que era en batalla, rodeando al rubio con sus piernas, apretándolo con fuerza, Queen empezó a moverse de forma acompasado, su ritmo de movimiento llevaba tal cadencia que el placer entre ambos crecía, indiscriminadamente se prodigaban besos apasionados, gimiendo, jadeando, los gruñidos de Byaku al arremeter llenaban la cueva de sonidos.
La acción siguió hasta que ambos explotaron uno dentro del otro, uno encima del otro, llenando esos cuerpos que albergaban a sus estrellar a un placer fuera de los límites que un humano conocía iluminando todo con su cosmos, y ese fue el error, la explosión fue tal cuando llegaron a su climax que en ese laberinto cavernoso fueron encontrados por Cefeo y Lira; que no venían solos, un tipo con una máscara los acompañaba, su cosmos bestial los hizo entender el problema en el que estaban.
Llamarón a sus surplice y estaban listo para pelear nuevamente, Byaku miro una vez más de reojo a Queen y le lanzó el recipiente que logro recuperar. Fue suficiente para que Alraune lo entendiera, huyo mientras Byaku hacía frente valientemente a los tres caballeros.
El Nigromante lucho cuanto pudo, se defendió y fue antes de morir por enésima vez que descubrió algo, nadie siguió a Queen, de alguna forma, alguien cambió los frascos, habían sido engañados, ambos cayeron en esa terrible distracción.
Byaku recuperado y avergonzado regresa al inframundo, encontrándose con Queen algunos días después.
- ¿cómo te fue de regreso? cerebro chamuscado.
- No tan mal como creí rubio inútil – rio Queen con cierta sorna – Radhamanthys grito hasta que se cansó cuando descubrió que entregue algo que no tenía nada que ver con la Sangre de la Diosa Maldita, fui tan estúpido.
- Fuimos un par de estúpidos
- Valió la pena
- Valió la pena – expresó Byaku con esa sonrisa característica en él, para luego alejarse dándole la espalda Queen para no volverse a ver, al menos, no por voluntad propia.
S.T.G. 05/04/2015
