Este fue de un concurso en SSY =) y se lo dedique a Aquarius no Kari que le gusta esta pareja.
Engáñame, olvídame, qué le importa al corazón
Si mi amor está firmado para ti sin condición.
Castígame y miénteme, te confieso, me da igual
Hace tiempo ha decidido mi corazón a quien amar.
La sabana arrugada, de una cama destendida era testigo de dos cuerpos sudorosos que se unían, rozándose en placeres tan divinos y en caricias tan ardientes.
Sus manos viajaban inconcientes tocando todo su cuerpo sin pudor alguno, besándole en los rincones más recónditos de su piel, haciéndolo suyo salvajemente, y entre jadeos murmuraba su nombre en el silencio.
- Aioria…. – Sus labios le quemaban al sentirlos en su cuello, sus dientes afincados en la piel española le hacían estremecer, sus brazos lo rodeaban atrayéndolo a su ser, en un deseo asfixiante por sentirse suyo.
El griego continuaba su camino con sus besos, el rastro fino de saliva desde su lóbulo derecho hasta su tetilla izquierda, la cual aprisionaba con sus labios, mordía con sus dientes y lamía con la húmeda punta de su lengua.
El español se estremecía sintiendo el mayor de los placeres al estar su lado, sin embargo conocía bastante bien a su amante y sabia que solo era un engaño, solo era producto del placer el que estuvieran juntos en aquella cama testigo de incontables escenas como esa, una mentira eso era, nunca amor, nunca pasión y jamás deseo. Pero no importaba pues él lo amaba, él si lo deseaba día con día y noche tras noche, su corazón solo al leo le pertenecía.
Continuaba recorriendo el camino de su torso, salado y sudoroso, llegando hasta su ombligo haciendo círculos con su lengua sobre esta, las manos españolas se afincaban en la sabana blanca de seda y lino, llevando una de estas hasta sus cabellos castaños, hundía sus dedos en las hebras de la melena griega, impulsando la cabeza hacia abajo queriendo que fuera más a fondo, queriendo llevarlo hasta otra parte, la cual exclamaba a gritos su atención.
Haciendo caso a las suplicas de su amante el moreno comenzó a bajar con tal lentitud que parecía querer torturarlo a cada segundo que pasaba, finalmente sus labios tocaron la punta de su glande, hinchado, rojo, extasiado en el deseo, con su lengua comenzó a recorrer su salado miembro desde su comienzo hasta su final, hasta devorarlo por completo cuando lo introdujo en su boca.
- Ahhrg….- Se escucho su fuerte jadeo al sentir los dientes rozarle aquella parte tan intima.
Aioria continuaba atendiendo la intimidad salina de su amante, devorándola con hambre de deseo, sus manos acariciaban todo su cuerpo, una de ellas se ocupo de su entrada, su dedo índice se abría paso dentro de esta, provocando un agudo quejido que salio de sus labios, comenzó a moverlo suavemente queriendo que este se acostumbrase, al obsérvale más calmado introdujo un segundo dedo y al cabo de unos minutos sin la menor delicadeza el tercero ya se ocupaba de ofrecerle un dolor indescriptible acompañado de un placer inexplicable.
Estaba a punto de dejarse ir justo dentro de su boca, cuando su ahogado gemido le puso sobre aviso, el león sacando de sus fauces su miembro comenzó a acomodar su cuerpo, sosteniendo sus piernas por encima de sus hombros, saco sus dedos de su entrada, se inclino hacia su cuerpo depositando un dulce beso sobre su mejilla y susurrándole al oído.
- Estas listo Shura…- Su tono sensual podía matarlo y que le susurrara era todo un castigo.
- Por supuesto – Le respondió con toda calma, abrazando su cuello, buscando sus labios, para besarle con pasión dejando a sus lenguas jugar entre ellas.
- Bien… no vayas a gritar… mucho…- Le dijo sonriendo.
Lo penetro con cuidado, yendo despacio, abriéndose camino dentro de su cuerpo hasta que toco fondo, comenzó a embestirlo primero con suavidad, después aumentando el ritmo en su vaivén de adentro hacia fuera, cada vez con más fuerza.
Shura arqueaba la espalda debido al enorme placer, bajo sus piernas abrazando la cintura de su amante, incorporándose para sentarse sobre la cama y rodearle el cuello con sus brazos, el moreno continuaba embistiéndole esta vez con mayor velocidad y fuerza, sus manos se ocupaban de brindarle aun más placer al español masajeando su miembro con el mismo vaivén con el que lo penetraba.
Sudorosos, extasiados, estaban apunto por llegar al clímax donde su pasión se desbordaría, uno dentro del otro, el otro en medio de ambos, así fue como tras minutos de inmensa agonía se dejaron ir tirando aquella semilla producto de la explosión de sus placeres.
No importan tus amores, no importa tu pasado
Tus pequeños errores ya los he perdonado
Mucho antes de pecar.
Y no hay nada que hacer
Yo nací para amarte y amarte sin final
Algún día lo sé, el caudal desbordado
De tus aguas llega al mar
Ahora tendidos sobre la cama, el griego sobre su torso desnudo, abrazándole mientras dormía, viro su rostro para verle y poder acariciar su mejilla, se encontraba exhausto, adolorido, pero adoraba tenerlo así, indefenso sobre sus brazos.
Se preguntaba si algún día Aioria le amaría como el lo hacia, si correspondería aquellos sentimientos que lo ahogaban y a la vez le brindaban una alegría desbordante.
Recordaba el día que lo conoció, los rumores que rodaban acerca de él y la manera en que siempre los ignoro.
<<Flash back>>
Dejo su natal España para ir a Grecia por cuestiones de trabajo, en aquel lugar donde laboraba – un edificio de 20 pisos, con puras oficinas de asuntos legales, despachos de abogados y consultas psicológicas – había conocido aun muchacho, un compañero dentro de la firma de abogados a la que pertenecía, era griego, bien parecido, ojos verdes como esmeralda, moreno de cuerpo bien formado y cabello castaño, su nombre era Aioria, el minino al que todo mundo conocía, todo mundo quería y se decía más de uno lo había llevado a su cama, pero todos estos rumores poco parecían importarle, pues desde el momento en que lo vio lo había amado en silencio.
Al mes de conocerse se convirtieron en buenos amigos, a donde iba uno se encontraba el otro, comían juntos, trabajaban como equipo, eran como uña y mugre.
Pero como dicen no todo puede ser felicidad, al griego le gustaban otros compañeros e incluso otros caballeros que trabajaban en el edificio, los buscaba siempre que tenia tiempo y en más de una ocasión Shura había sido testigo de lo fácil que caían ante sus encantos, leo le contaba sus historias repletas de escenas de sexo, el solo asentía de mala gana, pues le dolía que se expresara de esa manera de sus incontables amantes, cuando el se moría por una sola mirada.
El griego siempre encontraba consuelo en sus brazos y el español siempre perdonaba sus bruscas palabras, sus constantes enojos e incluso que le recordara a su madre que yacía en España.
¿Como llegaron a ser amantes? Ni siquiera él lo sabia, solo había pasado, se había dado una de esas noches en las que su mejor amigo encontró consuelo en varias botellas de alcohol, perdiéndose de borracho en el bar. que encontrara en su camino, y era Shura quien tenia que llevárselo a rastras para que dejara de tomar. En alguna de esas ocasiones terminaron en la cama, desnudos entregándose el uno al otro.
<<Fin del flash back >>
Nada va a detener el impulso de amar
Que me dicta el corazón
Yo nací para amarte, yo nací para amarte
Más allá de la razón.
Se llevo la mano al rostro, a pesar de que nunca se le habían profesado palabras hermosas llenas de amor el continuaba a su lado, todos los días, entregándose cada que el otro quería, pero no podía negarlo, no podía detenerlo, lo amaba más que a su vida y eso se convertía en su tormento.
Después, al fin aprenderás
A aceptar mi corazón, si el amor es verdadero
No se rinde ante el dolor.
Te esperaré, no importa cuanto me hieras
Sin piedad
El destino está marcado, serás mía y nada más.
Sintió el cuerpo del otro moverse sobre su torso, viro sus ojos mirándolo, comenzaba a despertar incorporándose en la cama, sentándose a la orilla de esta.
- Que hora es...? – Pregunto tallándose los ojos y estirando los brazos.
- Es media noche – le respondió mirando su espalda.
- Demonios, pensé que era más tarde – Sus manos cubrían su rostro y su cuerpo volvía a tumbarse sobre la cama.
- Volverás a dormirte? – Se sentó en la cama, estiro su brazo y acaricio su frente, el griego se volteo para verlo y acercándose a su cuerpo se apoyo sobre sus piernas, recostando su cabeza sobre estas.
- Te molesta? –
- No, en lo absoluto – Sonrió para si mismo mientras le hacia caricias tras su oreja.
En momentos así pensaba que algún día lo amaría, que aceptaría su amor y lo acunaría en su cariño, pues no se rendía ante la idea de que él si sentía algo, que tenia que haber una razón para que ahora fuera el único en su vida.
Y no hay nada que hacer
Yo nací para amarte y amarte sin final
Algún día lo sé, el caudal desbordado
De tus aguas llega al mar
Nada va a detener el impulso de amar
Que me dicta el corazón
Yo nací para amarte, yo nací para amarte
Más allá de la razón.
- Apropósito, si no te has dormido me gustaría saber para que querías verme hoy –
- Mmm?... ah bueno… - Abrió los ojos antes cerrados al sentir sus caricias.
- Si? – Se inclino ligeramente para poder observarlo mejor, Aioria se viro quedando de frente.
- Hay… hay algo que he querido decirte desde hace mucho…-
- Y que es?...- Pregunto con interés.
- Shura, tu me amas no es así? – Se sorprendió al escucharle decir eso, más aun en que lo haya notado, suspiro levemente antes de responder.
- Si Aioria, yo te amo…-
- Quería agradecerte, por que siempre estuviste para mi, por que nunca me juzgaste ni te importaron los rumores acerca de mi, aun cuando tu sabias que algunos eran ciertos –
- Pero fuiste tu quien me lo dijiste – Estaba intrigado con sus palabras, se levanto de su regazo, y se acomodo de forma que quedo frente a él.
- Lo se… Shura yo… quizás no me lo creas pero… - Apoyo sus manos sobre el rostro del español. – Yo te amo, aprendí a amarte y ahora se que no podría olvidarte…-
- ….- Abrió sus ojos completamente impactado por que sus oídos acababan de escuchar, lo amaba, lo había dicho, las únicas palabras que quería escuchar.
- Y no dices nada?...- Su rostro dibujo una amplia sonrisa antes de responder, poso su mano sobre su mejilla izquierda y acerco su frente a la de leo.
- Siempre espere escuchar eso de tus labios, gracias..- Le correspondió la sonrisa, acercándose para poder besarlo.
Su cuerpo volvió a caer en la cama, con el del griego encima suyo, repartiéndose besos entre la oscura noche, repitiendo su apasionada noche, esta vez mejor que en otras ocasiones.
FIN
Yo Nací Para Amarte
Alejandro Fernández
Alejandro Fernández
Engáñame, olvídame, qué le importa al corazón
Si mi amor está firmado para ti sin condición.
Castígame y miénteme, te confieso, me da igual
Hace tiempo ha decidido mi corazón a quien amar.
La sabana arrugada, de una cama destendida era testigo de dos cuerpos sudorosos que se unían, rozándose en placeres tan divinos y en caricias tan ardientes.
Sus manos viajaban inconcientes tocando todo su cuerpo sin pudor alguno, besándole en los rincones más recónditos de su piel, haciéndolo suyo salvajemente, y entre jadeos murmuraba su nombre en el silencio.
- Aioria…. – Sus labios le quemaban al sentirlos en su cuello, sus dientes afincados en la piel española le hacían estremecer, sus brazos lo rodeaban atrayéndolo a su ser, en un deseo asfixiante por sentirse suyo.
El griego continuaba su camino con sus besos, el rastro fino de saliva desde su lóbulo derecho hasta su tetilla izquierda, la cual aprisionaba con sus labios, mordía con sus dientes y lamía con la húmeda punta de su lengua.
El español se estremecía sintiendo el mayor de los placeres al estar su lado, sin embargo conocía bastante bien a su amante y sabia que solo era un engaño, solo era producto del placer el que estuvieran juntos en aquella cama testigo de incontables escenas como esa, una mentira eso era, nunca amor, nunca pasión y jamás deseo. Pero no importaba pues él lo amaba, él si lo deseaba día con día y noche tras noche, su corazón solo al leo le pertenecía.
Continuaba recorriendo el camino de su torso, salado y sudoroso, llegando hasta su ombligo haciendo círculos con su lengua sobre esta, las manos españolas se afincaban en la sabana blanca de seda y lino, llevando una de estas hasta sus cabellos castaños, hundía sus dedos en las hebras de la melena griega, impulsando la cabeza hacia abajo queriendo que fuera más a fondo, queriendo llevarlo hasta otra parte, la cual exclamaba a gritos su atención.
Haciendo caso a las suplicas de su amante el moreno comenzó a bajar con tal lentitud que parecía querer torturarlo a cada segundo que pasaba, finalmente sus labios tocaron la punta de su glande, hinchado, rojo, extasiado en el deseo, con su lengua comenzó a recorrer su salado miembro desde su comienzo hasta su final, hasta devorarlo por completo cuando lo introdujo en su boca.
- Ahhrg….- Se escucho su fuerte jadeo al sentir los dientes rozarle aquella parte tan intima.
Aioria continuaba atendiendo la intimidad salina de su amante, devorándola con hambre de deseo, sus manos acariciaban todo su cuerpo, una de ellas se ocupo de su entrada, su dedo índice se abría paso dentro de esta, provocando un agudo quejido que salio de sus labios, comenzó a moverlo suavemente queriendo que este se acostumbrase, al obsérvale más calmado introdujo un segundo dedo y al cabo de unos minutos sin la menor delicadeza el tercero ya se ocupaba de ofrecerle un dolor indescriptible acompañado de un placer inexplicable.
Estaba a punto de dejarse ir justo dentro de su boca, cuando su ahogado gemido le puso sobre aviso, el león sacando de sus fauces su miembro comenzó a acomodar su cuerpo, sosteniendo sus piernas por encima de sus hombros, saco sus dedos de su entrada, se inclino hacia su cuerpo depositando un dulce beso sobre su mejilla y susurrándole al oído.
- Estas listo Shura…- Su tono sensual podía matarlo y que le susurrara era todo un castigo.
- Por supuesto – Le respondió con toda calma, abrazando su cuello, buscando sus labios, para besarle con pasión dejando a sus lenguas jugar entre ellas.
- Bien… no vayas a gritar… mucho…- Le dijo sonriendo.
Lo penetro con cuidado, yendo despacio, abriéndose camino dentro de su cuerpo hasta que toco fondo, comenzó a embestirlo primero con suavidad, después aumentando el ritmo en su vaivén de adentro hacia fuera, cada vez con más fuerza.
Shura arqueaba la espalda debido al enorme placer, bajo sus piernas abrazando la cintura de su amante, incorporándose para sentarse sobre la cama y rodearle el cuello con sus brazos, el moreno continuaba embistiéndole esta vez con mayor velocidad y fuerza, sus manos se ocupaban de brindarle aun más placer al español masajeando su miembro con el mismo vaivén con el que lo penetraba.
Sudorosos, extasiados, estaban apunto por llegar al clímax donde su pasión se desbordaría, uno dentro del otro, el otro en medio de ambos, así fue como tras minutos de inmensa agonía se dejaron ir tirando aquella semilla producto de la explosión de sus placeres.
No importan tus amores, no importa tu pasado
Tus pequeños errores ya los he perdonado
Mucho antes de pecar.
Y no hay nada que hacer
Yo nací para amarte y amarte sin final
Algún día lo sé, el caudal desbordado
De tus aguas llega al mar
Ahora tendidos sobre la cama, el griego sobre su torso desnudo, abrazándole mientras dormía, viro su rostro para verle y poder acariciar su mejilla, se encontraba exhausto, adolorido, pero adoraba tenerlo así, indefenso sobre sus brazos.
Se preguntaba si algún día Aioria le amaría como el lo hacia, si correspondería aquellos sentimientos que lo ahogaban y a la vez le brindaban una alegría desbordante.
Recordaba el día que lo conoció, los rumores que rodaban acerca de él y la manera en que siempre los ignoro.
<<Flash back>>
Dejo su natal España para ir a Grecia por cuestiones de trabajo, en aquel lugar donde laboraba – un edificio de 20 pisos, con puras oficinas de asuntos legales, despachos de abogados y consultas psicológicas – había conocido aun muchacho, un compañero dentro de la firma de abogados a la que pertenecía, era griego, bien parecido, ojos verdes como esmeralda, moreno de cuerpo bien formado y cabello castaño, su nombre era Aioria, el minino al que todo mundo conocía, todo mundo quería y se decía más de uno lo había llevado a su cama, pero todos estos rumores poco parecían importarle, pues desde el momento en que lo vio lo había amado en silencio.
Al mes de conocerse se convirtieron en buenos amigos, a donde iba uno se encontraba el otro, comían juntos, trabajaban como equipo, eran como uña y mugre.
Pero como dicen no todo puede ser felicidad, al griego le gustaban otros compañeros e incluso otros caballeros que trabajaban en el edificio, los buscaba siempre que tenia tiempo y en más de una ocasión Shura había sido testigo de lo fácil que caían ante sus encantos, leo le contaba sus historias repletas de escenas de sexo, el solo asentía de mala gana, pues le dolía que se expresara de esa manera de sus incontables amantes, cuando el se moría por una sola mirada.
El griego siempre encontraba consuelo en sus brazos y el español siempre perdonaba sus bruscas palabras, sus constantes enojos e incluso que le recordara a su madre que yacía en España.
¿Como llegaron a ser amantes? Ni siquiera él lo sabia, solo había pasado, se había dado una de esas noches en las que su mejor amigo encontró consuelo en varias botellas de alcohol, perdiéndose de borracho en el bar. que encontrara en su camino, y era Shura quien tenia que llevárselo a rastras para que dejara de tomar. En alguna de esas ocasiones terminaron en la cama, desnudos entregándose el uno al otro.
<<Fin del flash back >>
Nada va a detener el impulso de amar
Que me dicta el corazón
Yo nací para amarte, yo nací para amarte
Más allá de la razón.
Se llevo la mano al rostro, a pesar de que nunca se le habían profesado palabras hermosas llenas de amor el continuaba a su lado, todos los días, entregándose cada que el otro quería, pero no podía negarlo, no podía detenerlo, lo amaba más que a su vida y eso se convertía en su tormento.
Después, al fin aprenderás
A aceptar mi corazón, si el amor es verdadero
No se rinde ante el dolor.
Te esperaré, no importa cuanto me hieras
Sin piedad
El destino está marcado, serás mía y nada más.
Sintió el cuerpo del otro moverse sobre su torso, viro sus ojos mirándolo, comenzaba a despertar incorporándose en la cama, sentándose a la orilla de esta.
- Que hora es...? – Pregunto tallándose los ojos y estirando los brazos.
- Es media noche – le respondió mirando su espalda.
- Demonios, pensé que era más tarde – Sus manos cubrían su rostro y su cuerpo volvía a tumbarse sobre la cama.
- Volverás a dormirte? – Se sentó en la cama, estiro su brazo y acaricio su frente, el griego se volteo para verlo y acercándose a su cuerpo se apoyo sobre sus piernas, recostando su cabeza sobre estas.
- Te molesta? –
- No, en lo absoluto – Sonrió para si mismo mientras le hacia caricias tras su oreja.
En momentos así pensaba que algún día lo amaría, que aceptaría su amor y lo acunaría en su cariño, pues no se rendía ante la idea de que él si sentía algo, que tenia que haber una razón para que ahora fuera el único en su vida.
Y no hay nada que hacer
Yo nací para amarte y amarte sin final
Algún día lo sé, el caudal desbordado
De tus aguas llega al mar
Nada va a detener el impulso de amar
Que me dicta el corazón
Yo nací para amarte, yo nací para amarte
Más allá de la razón.
- Apropósito, si no te has dormido me gustaría saber para que querías verme hoy –
- Mmm?... ah bueno… - Abrió los ojos antes cerrados al sentir sus caricias.
- Si? – Se inclino ligeramente para poder observarlo mejor, Aioria se viro quedando de frente.
- Hay… hay algo que he querido decirte desde hace mucho…-
- Y que es?...- Pregunto con interés.
- Shura, tu me amas no es así? – Se sorprendió al escucharle decir eso, más aun en que lo haya notado, suspiro levemente antes de responder.
- Si Aioria, yo te amo…-
- Quería agradecerte, por que siempre estuviste para mi, por que nunca me juzgaste ni te importaron los rumores acerca de mi, aun cuando tu sabias que algunos eran ciertos –
- Pero fuiste tu quien me lo dijiste – Estaba intrigado con sus palabras, se levanto de su regazo, y se acomodo de forma que quedo frente a él.
- Lo se… Shura yo… quizás no me lo creas pero… - Apoyo sus manos sobre el rostro del español. – Yo te amo, aprendí a amarte y ahora se que no podría olvidarte…-
- ….- Abrió sus ojos completamente impactado por que sus oídos acababan de escuchar, lo amaba, lo había dicho, las únicas palabras que quería escuchar.
- Y no dices nada?...- Su rostro dibujo una amplia sonrisa antes de responder, poso su mano sobre su mejilla izquierda y acerco su frente a la de leo.
- Siempre espere escuchar eso de tus labios, gracias..- Le correspondió la sonrisa, acercándose para poder besarlo.
Su cuerpo volvió a caer en la cama, con el del griego encima suyo, repartiéndose besos entre la oscura noche, repitiendo su apasionada noche, esta vez mejor que en otras ocasiones.
FIN
