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Secreto y venganza

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1Secreto y venganza Empty Secreto y venganza Miér Ago 05, 2009 8:26 pm

PrincessofDark

PrincessofDark

Shun había abandonado la pequeña reunión de una manera abrupta e intempestiva, dejando atrás la mirada sorprendida de todos sus amigos y la de su hermano. Comenzó a llorar a medida que subía las escaleras rumbo a su habitación, entrando en ella y dando un portazo. ¿Cómo había sido tan estúpido? Se reprochó mentalmente, una respuesta inconciente pero verdadera había salido de su boca ganándose la mirada general de todos.
Estaban en el sofá jugando Verdad Consecuencia, debido a la aburrida y lluviosa tarde que les impedía salir. Seiya le había preguntado al pequeño Shun, si, a él el inocente y bondadoso santo de Andrómeda si era virgen. Y automáticamente sus labios soltaron un no que atrajo la mirada de Ikki sobre la suya y la de un perplejo Hyoga. Shiryu y Seiya también lo miraron con asombro.
Y antes de que cualquiera pudiera preguntarle algo salió corriendo encerrándose en su habitación. ¿Cómo había sido tan estúpido? Se preguntó de nuevo. Jamás tendría que haber contestado con la verdad, tendría que haber mentido y seguir manteniendo la farsa que desempeñaba desde que había regresado de la Isla Andrómeda.
Porque todo era una farsa… su alegría y felicidad constantes eran una burda mentira para tapar con un dedo una agonía y una tristeza demasiado intensas y que corroían su alma.
Tirado en la cama siguió llorando, hacía mucho que había aprendido a llorar en silencio y hacía poco que había conseguido dormir toda la noche sin esas horribles pesadillas.
En su mente recordó el cruel momento, el momento que lo había acompañado desde unos meses antes de obtener la armadura y que lo acompañaría siempre porque era su cruz y su calvario.
Reda y Spika lo habían vencido en el entrenamiento con el maestro Albiore, tal y como hacían siempre le habían dado una golpiza porque él no se defendía.
Por eso cuando los vio llegar al lugar donde solía aislarse de todos sus compañeros se sorprendió y se puso en alerta.
-Cobarde… eres un maldito cobarde. Te vienes para aquí porque eres un cobarde – fueron las burlonas palabras de Spika.
-El niñito no pelea porque es una gallina – se burló Reda.
Shun se levantó de donde estaba dispuesto a irse pero los dos se interpusieron en su camino.
-No, nene. No te vas a ir tan fácil – fueron las palabras de Spika.
-Déjenme en paz. Yo no les hago nada – respondió Shun.
-Por eso es que eres un cobarde – contestó Reda
Spika le dio el primer bofetón que lo hizo caer en el piso, pero se levantó y los enfrentó hasta que Reda consiguió atarle las manos con su cadena de entrenamiento.
-¡Ya basta! ¡Suéltenme! – gritó Shun cuando Spika lo arrojó al piso.
-Aún no terminamos de jugar contigo… - fueron las crueles palabras de Spika cuando comenzó a rasgar las ropas de Shun.
-¡No! ¡Basta! – gritó Shun al sentir como Spika lo desnudaba mientras Reda apretaba con fuerzas sus cadenas.
-Haz que se calle, Reda – ordenó Spika
Reda le dio a Shun una descarga eléctrica con las cadenas hasta dejarlo apenas conciente y demasiado débil como para resistirse.
-Así está mejor, niñita.
Spika se rió con fuerza y sin demasiado preámbulos colocó a Shun de espaldas y su pene se ubicó en la estrecha entrada del peliverde. Shun al sentir ese contacto gimió suavemente.
-Por favor… no lo hagas
-¡Cobarde! – fue lo único que le respondió Spika antes de penetrarlo con fuerza.
Shun gritó de dolor y Reda volvió a darle otra descarga con su cadena. Shun dejó de gritar porque el dolor era demasiado, sentía como su cuerpo se desgarraba a medida que Spika entraba en él sin ninguna delicadeza y luego notó un líquido deslizarse de su cuerpo… estaba sangrando. Spika rió al ver la sangre y se ensañó aún más con el pequeño hasta terminar en su interior con un hondo gemido.
-El cobarde me ha hecho ensuciar – fueron las palabras de Spika mientras se levantaba señalando unas manchas de sangre – te toca
Reda le entregó sus cadenas a Spika y de inmediato se bajó sus pantalones para ponerse sobre Shun y penetrarlo.
Shun ni siquiera pudo quejarse… sus ojos estaban vidriosos y su mente se había cerrado, se había ido a otra parte, a algún lugar donde escapara de ese dolor que sentía su cuerpo.
Reda y Spika lo dejaron tirado allí sin preocuparse por él ni por sus heridas. Fue June la que lo encontró en medio de un charco de sangre, desnudo y casi muerto. Fue June la que se lo había llevado y lo había curado sin hacer preguntas y sin informar a Albiore. Fue June la que lo hizo reaccionar al hablarle de Ikki, de que su hermano lo esperaría y lo recibiría con los brazos abiertos. Era únicamente con June que Shun se permitía llorar y desahogarse hasta contarle la verdad. Ella insistió en que se lo comunicara a Albiore, pero Shun no podía hacerlo… él no había nacido para odiar a nadie ni para acusar a otros seres por más que lo hubieran dañado.
Shun se había endurecido para poder ganar la armadura de Andrómeda, los había derrotado pero sin causarles la muerte aunque en los ojos de sus adversarios no encontró nunca el más mínimo arrepentimiento por lo que le habían hecho.
Y Shun había regresado para llevar una vida llena de luchas y combates aunque acompañado de sus seres queridos y era por ellos que debía mostrarse alegre y feliz. No quería que notaran su tristeza y se preocuparan por él.
Pero hoy sin querer había abierto la puerta y se había escapado la cruel verdad… él no era inocente… era un ser impuro y herido. Y ahora estaba allí llorando en silencio y cansado de sentir esa angustia, sin querer que nadie le preguntara nada… queriendo escapar de todo y de todos.
Se levantó y entró en el baño de su habitación. Sentía que no era él el que se estaba mirando al espejo notando los ojos rojos por el llanto mientras tomaba una navaja para producirse dos cortes en las muñecas. Vio salir la sangre y extrañamente se sintió liberado… sentía la paz que no lograba alcanzar desde hacía mucho tiempo.
En la sala todos se habían quedado atónitos ante la respuesta del pequeño peliverde. Ikki era el que estaba más asombrado… su pequeño hermanito no era virgen y el todavía si, era el colmo. Hyoga que amaba en secreto al conejito no podía creerlo… de inmediato pensó en Albiore, el maestro de Shun. Seiya se sentía culpable por la pregunta y Shiryu se encargaba de calmar su preocupación.
Finalmente, Ikki se levantó de un salto y murmuró más para sí que para los demás.
-Debo hablar con Shun
Subió las escaleras y golpeó en la puerta de la habitación de Shun.
-Shun, abre – pidió Ikki
No hubo respuestas del otro lado e Ikki insistió
-Shun… tenemos que hablar.
Tampoco escuchó la voz de Shun responderle y un poco más tenso volvió a insistir.
-Shun… abre o abro yo
Esperó un minuto y sin dudar abrió la puerta de un empujón. Para su asombro Shun no estaba pero la cama estaba revuelta. De inmediato pensó en el baño y golpeó suavemente.
-Por favor, Shun. Tenemos que hablar.
Ikki no perdió tiempo en volver a preguntar y abrió la puerta que estaba sin seguro para poder entrar al baño. El tiempo se detuvo para él al encontrar a Shun tirado en medio de un charco de sangre… las muñecas cortadas… la palidez… los labios tiñéndose de azul.
-¡No! ¡Qué has hecho! – exclamó con una voz tan débil que no parecía la suya.
Lo tomó con cuidado y revisó frenético que aún latiera su corazón… latía muy débil pero latía. Lo depositó en la cama con suavidad y acarició sus cabellos.
-¿Por qué? – preguntó llorando.
Ikki salió corriendo de la habitación y los demás sintieron sus pasos bajar corriendo las escaleras para aparecer en el living pálido como la muerte y lleno de sangre.
-¡Ikki! – gritaron todos
-Un médico… Shun – murmuró antes de tomar a Hyoga y subirlo a grandes trancos hasta la habitación de su hermano.
Hyoga entró para ver la cama de Shun llena de sangre que escapaba del cuerpo del pequeño.
-Shun – musitó impactado - ¿por qué?
Hyoga reaccionó para colocar sus manos en las heridas de Shun y detener la hemorragia con su frío cosmos. Shun se movió débilmente al notar como su cuerpo se enfriaba pero no despertó.
En la sala Shiryu y Seiya llamaban al médico de la Fundación y luego subieron a la habitación de Shun.
-Dios mío – murmuró Shiryu al ver el estado de Shun.
Seiya ni siquiera pudo decir una palabra.
* * *
Shun abrió sus ojos con suavidad ya que le pesaban muchísimo, se sentía muy débil y cansado. Sus ojos se aclararon y vio a Ikki sentado en un sofá a pocos pasos de su cama. ¿Qué había hecho? Se miró las manos y notó los vendajes… recordó que había querido escapar del dolor pero su hermano se lo había impedido… estaba de nuevo con ellos y sabía que no lo dejarían.
-¿Cómo estás? – la voz provino de Ikki, fue dulce, tierna, preocupada.
-Bien – contestó brevemente.
Ikki se acercó a él hasta que sus miradas se cruzaron, el Fénix por primera vez vio los verdaderos ojos de su hermano, ojos tristes… su hermano tenía ojos tristes y eso le dolió.
-¿Por qué, Shun? – suplicó con los ojos llorosos.
Shun no contestó nada, no podía.
-Dime el porqué Shun… si fue porque creíste que te juzgaríamos estás muy equivocado. ¿No pensaste en que yo me muero contigo si te pierdo? Eres mi única familia, Shun. No quiero perderte… no soportaría perderte.
Ikki le estaba revelando sus sentimientos y Shun rompió a llorar… no había pensado en nadie.
-Quería dejar de sufrir… - murmuró en voz baja.
Ikki lo miró y lo besó en la mejilla con dulzura.
-Cuéntame el porqué de tu sufrimiento.
-No… no me pidas eso.
-Yo te he contado todo lo que sufrí en la Isla de la Reina Muerte.
-¡Yo también sufrí en Andrómeda! – gritó Shun rompiendo en llanto otra vez.
Ikki lo besó de nuevo en la mejilla. Jamás había visto a su hermano tan angustiado y el sentía esa angustia y le dolía muchísimo.
-Ikki… yo… - Shun se abrazó a Ikki y le contó todo lo que había pasado en la Isla de Andrómeda con Reda y Spika.
Ikki acarició los suaves cabellos de su hermano y lo consoló con toda la ternura del mundo, ternura que sólo él podía arrancarle y que sólo a él le demostraba.
-Yo no quería… que ustedes se preocuparan… jamás iba a decírselos… nunca… no debí decirle la verdad a Seiya… yo… ustedes me miraron tan asombrados… - Shun seguía sollozando con fuerza.
-Lo siento… nos sorprendió la respuesta, pero jamás hubiéramos imaginado la verdad.
-Quise escaparme… de dar respuestas – comentó Shun
Ikki miró a Shun y besó de nuevo su rostro.
-No vuelvas a intentar eso… siempre pensé que el que más había sufrido y tenía derecho a sentirse mal era yo y estaba muy equivocado. Si me hubiera puesto a pensar un poco más en ti…
-Te quiero mucho, hermano – murmuró Shun con voz bajita.
-Yo también te quiero, mi pequeño – Ikki estrechó el abrazó y esperó paciente a que Shun se durmiera. Cuando se aseguró de que su hermano dormía se levantó y salió de la habitación. Su mirada traslucía muchísima furia fue lo primero que notaron sus amigos cuando salió de la habitación de Shun.
-¿Cómo está? – preguntó tímidamente Seiya.
-Durmiendo. ¡Hyoga!
-¿Si?
-Tengo que atender unos asuntitos… si Shun te pregunta por mí dile que fui al supermercado o a cualquier otro lado pero que vuelvo pronto.
-¿Asuntos? Shun te necesita. No puedes irte ahora – lo increpó el cisne.
Ikki tomó por los hombros a Hyoga y le miró con ojos helados.
-Mis asuntos involucran a Shun… tengo que ajustarle unas cuentitas atrasadas.
Sin decir más nada, Ikki abandonó la Mansión en busca de dos personas a las cuales quería… ver muertas.
Con su poderoso cosmos rastreó el cosmos de Reda y Spika hasta localizarlos en la Isla de Andrómeda. Si, eran lo bastante imbéciles como para seguir en la Isla y juntos. Eso se lo haría mucho más fácil y rápido.
Reda y Spika estaban en la Isla Andrómeda disfrutando de la tarde cuando sintieron llegar a la Isla un poderoso cosmos, sumamente agresivo. De inmediato se pusieron en alerta hasta ver frente a ellos a un caballero de bronce, de cabellos azules y mirada furiosa y llena de odio.
-¿Quién eres? – preguntó Spika
-El que los mandará al Infierno. Soy Ikki, caballero del Fénix.
-¿Ikki? ¿Lo conoces Reda?
-No, aunque su nombre me suena de alguna parte…
-Si… tienes que haber escuchado mi nombre antes. Soy el hermano de Shun.
Spika y Reda palidecieron por un momento.
-Tienen la suerte de no haberse muerto antes pero eso les duró hasta hoy nomás. Malditos desgraciados… debería hacerles lo que ustedes le hicieron a Shun pero ni siquiera yo soy capaz de cometer una bajeza tan grande. ¡Puño fantasma!
El ataque fue directo a Spika que ni siquiera tuvo tiempo de evitarlo. Reda pudo esquivar su ataque del puño fantasma pero no pudo detener el ataque del Ave Fénix y cayó muerto. Spika logró levantarse del suelo para enfrentar a Ikki una vez más pero fue inútil y luego de otro ataque cayó muerto.
Ikki contempló los dos cadáveres justo cuando llegaba una muchacha de cabellos rubios que se puso en alerta por un momento pero luego se relajó.
-¿Eres Ikki cierto? Soy June
-Si. Soy Ikki.
El Fénix se acercó a la muchacha y le tomó suavemente de las manos.
-Gracias… por todo lo que hiciste por Shun.
-De nada. Shun es una persona maravillosa y me alegro de verdad de que te haya encontrado de nuevo. Tú… te vengaste por él.
-No sabe que vine y no quiero que se entere.
-Descuida, por mí no lo sabrá. Yo quise que le contara al Maestro Albiore pero… fue inútil. Shun no es vengativo.
Ikki esbozó una sonrisa triste.
-No. Creo que yo heredé la capacidad de venganza.
Ikki se dio media vuelta para regresar a la Mansión, para volver con su conejito que sabía que lo iba a estar esperando.

2Secreto y venganza Empty Re: Secreto y venganza Dom Jul 18, 2010 6:17 pm

iILly_kamiu12

iILly_kamiu12

BUENISIMO lol! lol!

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