Te observo, jamás he podido dejar de hacerlo, desde la primera vez que te cruzaste ante mis ojos fuiste como un hermoso cometa distante, precioso pero distante. Desde ese momento supe que mi vida cambiaria ya que tu habias llegado a ella, aunque claro no lo sabia en ese entonces o mas bien tu no lo sabias.
Yo había sido victima de ti, de tu sonrisa solitaria, de tus bellas pestañas que abanicaban esas viejas hojas que se habían convertido en tus maestros, amigos y confidentes. Aun no entiendo la loca idea de tu hermano en dejarte aquí encerrado tan solo a mi alcance tan… pero que tonto soy, hasta ahora es que me doy cuenta que esa idea paternalista de tu hermano hizo que todo sucediera.
Lo que provoco que mi amor fuera un cazador sin escrupulos haciéndome un adicto a la lectura solo por el hecho de poder pasar mas tiempo a tu lado, creando excusas inimaginables para que mi hermano terminara haciendo su trabajo y a mi me dejara con el tiempo suficiente para volverme uno mas de tus amantes en aquella biblioteca. Como amaba verte sentado estudiando, suspirando soñando con una libertad que nunca llegaría ya que yo estaría ahí para atraparte y hacerte mio en la primera que pisaras fuera de este lugar, de tu hermano.
Sí confiezo que mi amor se volvió enfermo y retorcido por Camus pero quien era yo para detener aquellos pensamientos y pasión en mi sangre. El deseo era tan grande que con avidez me comia cuanto libro sostenias entre tus palidas manos, susurrando cada uno de tus pensamientos en voz alta haciéndolos mios y luego devolviéndotelos a ti en ecos que acariciaban tu piel, tu cabello, todo tu ser.
Sí, un enfermo de amor que tuvo sus caídas cuando no podía tenerte a ti, pero aquellos amantes no pasaban de ser un nombre mas en la interminable lista de mi adolorido corazón, esperando, aguardando por el momento en que podría hacerte mio. Sabia muy bien mi lugar, una simple sombra añorando los calidos brazos del ser existente, era como Icaros tratando de alcanzar al sol pero este esta muy alto tanto que solo me restaba añorar en las sombras como tus libros.
Ahora todo es diferente. Cuanto amo poder hacerte mio, sentir tu calor venir de tu cuerpo, al fin logre volar tan alto para abrazar al sol y solo espero ser consumido por ti para morir en paz. No existirá mejor fin que el de tus brazos mi amado.
Por desgracia debo correr de nuevo, irme lejos por un tiempo pero volveré, juro que volveré… ¡Oh! ¡Piensa en mí! ¡Quiéreme! Sueña con el último minuto cuando nos vimos y el primer minuto cuando volveremos a vernos.
Yo había sido victima de ti, de tu sonrisa solitaria, de tus bellas pestañas que abanicaban esas viejas hojas que se habían convertido en tus maestros, amigos y confidentes. Aun no entiendo la loca idea de tu hermano en dejarte aquí encerrado tan solo a mi alcance tan… pero que tonto soy, hasta ahora es que me doy cuenta que esa idea paternalista de tu hermano hizo que todo sucediera.
Lo que provoco que mi amor fuera un cazador sin escrupulos haciéndome un adicto a la lectura solo por el hecho de poder pasar mas tiempo a tu lado, creando excusas inimaginables para que mi hermano terminara haciendo su trabajo y a mi me dejara con el tiempo suficiente para volverme uno mas de tus amantes en aquella biblioteca. Como amaba verte sentado estudiando, suspirando soñando con una libertad que nunca llegaría ya que yo estaría ahí para atraparte y hacerte mio en la primera que pisaras fuera de este lugar, de tu hermano.
Sí confiezo que mi amor se volvió enfermo y retorcido por Camus pero quien era yo para detener aquellos pensamientos y pasión en mi sangre. El deseo era tan grande que con avidez me comia cuanto libro sostenias entre tus palidas manos, susurrando cada uno de tus pensamientos en voz alta haciéndolos mios y luego devolviéndotelos a ti en ecos que acariciaban tu piel, tu cabello, todo tu ser.
Sí, un enfermo de amor que tuvo sus caídas cuando no podía tenerte a ti, pero aquellos amantes no pasaban de ser un nombre mas en la interminable lista de mi adolorido corazón, esperando, aguardando por el momento en que podría hacerte mio. Sabia muy bien mi lugar, una simple sombra añorando los calidos brazos del ser existente, era como Icaros tratando de alcanzar al sol pero este esta muy alto tanto que solo me restaba añorar en las sombras como tus libros.
Ahora todo es diferente. Cuanto amo poder hacerte mio, sentir tu calor venir de tu cuerpo, al fin logre volar tan alto para abrazar al sol y solo espero ser consumido por ti para morir en paz. No existirá mejor fin que el de tus brazos mi amado.
Por desgracia debo correr de nuevo, irme lejos por un tiempo pero volveré, juro que volveré… ¡Oh! ¡Piensa en mí! ¡Quiéreme! Sueña con el último minuto cuando nos vimos y el primer minuto cuando volveremos a vernos.