¡¡Adoro la pareja de Mu y Shion!! ojala les guste este fic. Saludos.
No podía comprenderlo, en realidad le parecía verdaderamente inexplicable todo lo que tenía que ver con sus malditos sentimientos. Hasta hace un mes estaba convencido de amar con locura a Dokho de Libra, aquel caballero que durante 243 años había dejado de ver excepto por breves instantes y que después de la derrota de Hades y su nueva vida gracias a Atena se había convertido en su pareja.
Pero claro hacía un mes había llegado él anunciándole que había comenzado a salir con Saga de Géminis. Él, el que era casi como un hijo hasta ese instante fatídico, el que había visto desde su más tierna infancia, al que había visto convertirse en su mejor alumno y en su orgullo personal, su excelente discípulo, siempre de alma generosa y noble corazón. Porque Mu siempre le había parecido perfecto y con orgullo sostenía que no podía haber tenido un mejor sucesor para su armadura, desde aquel momento en que lo había visto llegar al Santuario con sus ojos verdes llenos de vergüenza y timidez y los cabellos lilas cayendo sobre el pálido rostro se había sentido feliz de que él fuera su sucesor.
Por eso había sido tan exigente en su entrenamiento, quería que fuera el mejor y por eso pasaban tantas horas entrenando, estudiando y meditando pero el resultado había valido la pena. Mu era todo un caballero dorado que no combatía por placer sino para servir a su diosa en causas justas, no era un asesino despiadado como otros dorados y eso lo hacía sentir muy bien.
Pero en ningún momento se percató de que Mu ya no era ese niño tímido del principio sino que los años habían pasado en él y lo habían convertido en un joven sencillo, honesto y justo, además de hermoso. Shion no se había dado cuenta de todo eso, absorbido en ese amor que creía tener por Dokho de Libra pero que Mu le había arrancado de un plumazo cuando le informó que salía con Saga.
¿Con Saga? ¿Por qué con él que lo había asesinado? No se atrevió a preguntarle porque sabía que el corazón no se mandaba y si los sentimientos de su discípulo correspondían al geminiano él no era quien para preguntarle nada ni pedirle razones.
Pero Mu le había pedido su aprobación, como se le pide a un padre, porque para Mu él era eso, un padre, siempre lo había sido. Más que un maestro el pequeño ariano lo había sentido desde siempre como aquel padre que había perdido muy temprano y al que ya no recordaba. Y Shion siempre había estado orgulloso de ese afecto inmenso que despertaba en su discípulo pero ahora no podía evitar odiar eso y desear que Mu, su Mu lo viera como un hombre, perdidamente enamorado de él.
Era imposible, ese anhelo era imposible. Si veía a Mu y a Saga muy felices mientras su relación con Dokho se enfriaba a pasos agigantados sin que hiciera el mínimo intento de evitarlo. Ya no buscaba al libriano como antes, pasaban días sin que lo recibiera en su recinto patriarcal inventando excusa tras excusa y Dokho no era tonto como para no darse cuenta. Por eso ahora lo tenía frente a él, escuchándolo hablar y con una sola persona en su mente: Mu.
-¿Por qué me evades, Shion? – escuchó en ese instante.
-Dokho, no te estoy evadiendo.
-¿No? Entonces porque llevas días sin verme y cuando nos vemos te muestras tan frío. No eras así y quiero saber que te pasa. Ya ni siquiera me besas al verme llegar y respondes mis muestras de afecto como si te pesara hacerlo. Somos lo suficientemente mayores para no andar con juegos. ¿Deseas terminar?
-Sí
Shion soltó la sencilla respuesta y vio el gesto de dolor en el libriano.
-Lo siento, Dokho. No es tu culpa. Sólo es mía. Tú eres muy bueno y no mereces que te haga sufrir.
-¿Amas a alguien más?
-No.
-Entonces ¿por qué? – Dokho no creyó su respuesta y él lo sabía.
-Porque el amor de hace 243 años ya no es igual, Dokho. Creo que nos aferramos a esos maravillosos recuerdos durante tanto tiempo que…
-Que simplemente murió el amor. El tuyo a muerto Shion pero el mío nunca murió y nunca morirá.
-No digas eso. Sé que encontrarás a alguien que te merezca mucho más que yo.
-En este momento no lo creo, Shion. Quiero irme a Rozan unos días, ¿tengo tu permiso?
-Por supuesto. Tómate todo el tiempo que consideres necesario.
Dokho abandonó el recinto y Shion suspiró embargado de tristeza pero no arrepentido de su decisión. Sabía que el libra haría su duelo en los Cinco Picos para evitar que viera su sufrimiento y eso Shion se lo agradecía mucho.
Volvió a pensar en Mu y en lo que estaría haciendo en ese momento. Sabía que el ariano menor entrenaba toda la mañana con Kiki y que por las tardes le daba algunos ratos libres para poder ir con Saga a alguna parte. Le dolía el hecho de que fuera Saga el que lo llevara al pueblo a pasear, que fuera el geminiano el que lo llevara a escondidas al cine o el que le organizara cenas en la casa de Géminis. Y Mu le mostraba orgulloso los regalos que el geminiano le hacía: libros, ropa, películas. Y a Shion no le quedaba otra que sonreír mientras su corazón sangraba por dentro.
Deseaba con el corazón que Saga terminara con su Mu, que con cualquier excusa le diera la libertad pero al mismo tiempo no quería ver llorar al joven de cabellos lilas. Nunca había soportado que llorara y ahora mucho menos. Por eso se había jurado a sí mismo que no le revelaría sus sentimientos y que seguiría siendo ese padre que tanto apreciaba y valoraba.
Pero las cosas no suelen darse tal como uno las planea. La noticia de que Dokho de Libra había abandonado abruptamente el Santuario levantó los rumores de todos los caballeros que habitaban el lugar. Y cuando la noticia llegó a la casa de Aries un preocupado Mu sintió su obligación ir a ver a su maestro.
Usando su poder apareció frente al Recinto patriarcal y solicitó una audiencia que de inmediato le fue concedida.
-Maestro Shion – saludó Mu al ingresar al recinto donde el Patriarca contemplaba el anochecer pero que volteando su rostro prestó atención al menor en un instante.
-Buenas noches, Mu. Creí que habrías salido con Saga.
-No, Shion. Perdona que venga a esta hora pero hay un rumor muy fuerte corriendo en el Santuario.
-Esos rumores… ¿qué dicen?
-Que Dokho se ha ido a los Cinco Picos.
-Es cierto, Mu. Él y yo… terminamos.
-Lo lamento muchísimo, Shion
-Descuida, no es tu culpa – aunque el ariano mayor sabía que indirectamente si lo era, porque era por esos tranquilos ojos verdes y esa serenidad interior que lo amaba tanto y que su amor por Dokho se había borrado de su mente – simplemente se terminó.
-Yo siempre creí que su amor duraría por siempre. Si duró 243 años…
-No sé si fue amor o recuerdos, Mu. Yo fui quien terminó. 243 años es mucho tiempo, tiempo de ausencias compensado por una oportunidad de felicidad que no me alcanzó.
-No te amargues, Shion. Yo sé que Dokho te comprenderá, quizás no lo haya hecho hoy pero lo hará después. Ustedes son amigos y eso los sacará adelante.
Mu abrazó a su maestro y Shion notó mucho consuelo en ese abrazo. Aprovechó esa oportunidad para sentir el cuerpo de Mu, ese cuerpo que ahora anhelaba tocar a diario, era imposible no sentir la fortaleza del menor pese a que era más pequeño en comparación a su propio cuerpo.
-Gracias, Mu – susurró
-¿Por qué, Shion? – inquirió sorprendido el ariano menor sentándose junto a su maestro.
-Por estar ahí, siempre.
-Shion, tú sabes que eres lo más importante…
-Después de Saga – soltó con un reproche inconsciente que el menor no notó.
-Son dos cosas distintas, Shion. Saga es Saga y tú eres tú. Saga es mi amigo, yo lo quiero muchísimo y por eso estamos saliendo juntos… conociéndonos. Y tú eres muchas cosas en mi vida, mi maestro, mi padre, mi amigo, mi consejero… aquel que sé que siempre tendré a mi lado. Por eso yo siempre estaré para cuando me necesites.
-Hoy te necesito, Mu – susurró Shion acercándose al sorprendido ariano menor que recibió un beso en sus dulces labios.
-¿Shion? – fue la única palabra que soltó Mu
-¿Por qué, Mu? ¿Por qué tienes que amar a Saga? ¿Por qué perdí tanto tiempo con Dokho? Tú eres… todo… mi aprendiz, mi hijo, mi amigo… mi amor
El Patriarca asaltó de nuevo los labios del sorprendido menor que aún no le respondía preso de la sorpresa.
-Déjame, Mu… sólo esta vez… déjame sentirte… siénteme y decide si es… Saga… o si… puedo… tener una oportunidad…
-Shion… no. No puedo… por Saga y por ti y por mí… - gimió Mu suavemente cuando los labios del mayor se posaron en su cuello.
-¿Por mí? Yo sé… que… quiero… y ese eres tú…sólo tú
-Saga… no puedo… - Mu volvió a gemir ahora por las suaves caricias que comenzaron a recorrer su cuerpo.
-Él… no… sabrá…
-Sí… sabrá… Shion… no… por mí… me costó… sacarte…
Shion se detuvo sorprendido y miró al ruborizado ariano menor.
-¿Tú…? Mu… ¿cuándo?
-Eres mi ideal, Shion… durante… mucho… tiempo… soñé con un imposible… ahora… es… tarde.
-¡No! No lo es. Nunca es demasiado tarde…
Shion besó suavemente los labios de Mu ahogando cualquier respuesta o queja que hiciera su discípulo. Lo tomó con cuidado y sin dejar de besarlo lo introdujo en su habitación y lo depositó en su cama.
Mu hizo el intento de levantarse pero Shion estaba decidido a no dejarlo partir y sus manos recorrieron el cuerpo del menor quitando cada prenda y encendiendo los impulsos nerviosos de su acompañante que se fue rindiendo y dejando hacer.
Su lengua invadió el interior de la boca de Mu, rozando cada parte con movimientos suaves al principio y luego más intensos, buscando que la lengua del menor le respondiera y lo consiguió después de unos momentos.
Cuando la falta de aire hizo que el beso se rompiera bajó su boca al cuerpo del menor, comenzando por su mentón y deslizándose a su cuello. Lo humedeció con sinuosos movimientos, intercalando sólo sus labios con sus labios y su lengua. Escuchó los gemidos de placer de Mu y se atrevió a morder solo un poco ese cuello tan tentador.
-¡Shion! – Mu gimió cuando entre esos besos sintió las manos del mayor tomar su miembro comenzando a masajearlo para aumentar la incipiente erección.
-Eres… tan… perfecto – susurró Shion en voz baja – tan… único…
Una de sus manos se concentró en el miembro del menor y la otra comenzó a quitar su ropa patriarcal, revelando su musculoso y bronceado torso y después toda su anatomía.
Tomó una de las manos de Mu y la deslizó por su cuerpo, para sentir esa pequeña mano llenándolo de caricias forzadas al principio y luego voluntarias cuando el placer trastornaba a ambos hasta cerrar cualquier otro pensamiento que no fuera el de disfrutar ese momento.
Shion redujo las distancias con el cuerpo del menor aproximándose aún más, fundiéndose casi en uno solo mientras su lengua se posaba en el miembro de Mu arrancándole profundos gemidos a medida que lo introducía en su boca.
-Ah… Shion… mmmh – los gemidos del menor colmaban de placer al poderoso Patriarca que trabajaba ese cuerpo con verdadera devoción hasta conseguir que el ariano se derramara en su boca. Se encargó de no desperdiciar nada de esa esencia íntima y después se la compartió en un devorante beso.
Acarició con devoción los cabellos de Mu mientras ensalivaba alguno de sus dedos y los bajaba por el cuerpo del menor hasta encontrar su entrada. Comenzó a introducir uno de sus dedos y escuchó el gemido de dolor en el menor.
-Duele – susurró Mu
-¿Saga y tú? – preguntó sorprendido el ariano mayor deteniéndose para besarlo con suavidad.
-No
-Mu… ¿estás seguro? Yo… puedo… parar aún
-No… pares – Mu besó los labios del mayor y Shion retomó su trabajo, ahogando con sus besos los gemidos de dolor del menor mientras dilataba su estrecha entrada.
Shion se acomodó en el cuerpo del menor y comenzó a penetrarlo empujando de a poco hasta terminar de invadirlo con una estocada más firme que arrancó un doloroso gemido.
-Lo… siento… - gimió Shion deteniéndose para que Mu se acostumbrara a su invasión y comenzara a mover sus caderas para incitar al mayor a continuar.
Shion comenzó a moverse en el interior del menor primero con suavidad y después cada vez con más fuerza mientras no dejaba de besarlo con distintos ritmos, besos dulces, besos apasionados y finalmente con besos tiernos cuando los dos alcanzaron el clímax.
El patriarca se separó suavemente del menor y los ojos de ambos se sostuvieron la mirada.
-Mu… yo te necesito. Necesito que me ames como yo te amo. Necesito tenerte a mi lado. Por favor, deja a Saga.
Mu acarició con suavidad los cabellos verdes de Shion antes de responder.
-Shion, esto…
-No digas que fue un error
-No. No lo fue.
Shion sonrió ampliamente y lo besó suavemente.
-Te amé en silencio, Shion… y nunca pensé que tendría esta oportunidad – continuó Mu con una sonrisa.
-Hemos sido tan tontos, Mu. Yo por aferrarme al pasado y tú por no hablar… quédate esta noche conmigo y mañana… júrame que hablaras con Saga.
-Te lo juro.
No podía comprenderlo, en realidad le parecía verdaderamente inexplicable todo lo que tenía que ver con sus malditos sentimientos. Hasta hace un mes estaba convencido de amar con locura a Dokho de Libra, aquel caballero que durante 243 años había dejado de ver excepto por breves instantes y que después de la derrota de Hades y su nueva vida gracias a Atena se había convertido en su pareja.
Pero claro hacía un mes había llegado él anunciándole que había comenzado a salir con Saga de Géminis. Él, el que era casi como un hijo hasta ese instante fatídico, el que había visto desde su más tierna infancia, al que había visto convertirse en su mejor alumno y en su orgullo personal, su excelente discípulo, siempre de alma generosa y noble corazón. Porque Mu siempre le había parecido perfecto y con orgullo sostenía que no podía haber tenido un mejor sucesor para su armadura, desde aquel momento en que lo había visto llegar al Santuario con sus ojos verdes llenos de vergüenza y timidez y los cabellos lilas cayendo sobre el pálido rostro se había sentido feliz de que él fuera su sucesor.
Por eso había sido tan exigente en su entrenamiento, quería que fuera el mejor y por eso pasaban tantas horas entrenando, estudiando y meditando pero el resultado había valido la pena. Mu era todo un caballero dorado que no combatía por placer sino para servir a su diosa en causas justas, no era un asesino despiadado como otros dorados y eso lo hacía sentir muy bien.
Pero en ningún momento se percató de que Mu ya no era ese niño tímido del principio sino que los años habían pasado en él y lo habían convertido en un joven sencillo, honesto y justo, además de hermoso. Shion no se había dado cuenta de todo eso, absorbido en ese amor que creía tener por Dokho de Libra pero que Mu le había arrancado de un plumazo cuando le informó que salía con Saga.
¿Con Saga? ¿Por qué con él que lo había asesinado? No se atrevió a preguntarle porque sabía que el corazón no se mandaba y si los sentimientos de su discípulo correspondían al geminiano él no era quien para preguntarle nada ni pedirle razones.
Pero Mu le había pedido su aprobación, como se le pide a un padre, porque para Mu él era eso, un padre, siempre lo había sido. Más que un maestro el pequeño ariano lo había sentido desde siempre como aquel padre que había perdido muy temprano y al que ya no recordaba. Y Shion siempre había estado orgulloso de ese afecto inmenso que despertaba en su discípulo pero ahora no podía evitar odiar eso y desear que Mu, su Mu lo viera como un hombre, perdidamente enamorado de él.
Era imposible, ese anhelo era imposible. Si veía a Mu y a Saga muy felices mientras su relación con Dokho se enfriaba a pasos agigantados sin que hiciera el mínimo intento de evitarlo. Ya no buscaba al libriano como antes, pasaban días sin que lo recibiera en su recinto patriarcal inventando excusa tras excusa y Dokho no era tonto como para no darse cuenta. Por eso ahora lo tenía frente a él, escuchándolo hablar y con una sola persona en su mente: Mu.
-¿Por qué me evades, Shion? – escuchó en ese instante.
-Dokho, no te estoy evadiendo.
-¿No? Entonces porque llevas días sin verme y cuando nos vemos te muestras tan frío. No eras así y quiero saber que te pasa. Ya ni siquiera me besas al verme llegar y respondes mis muestras de afecto como si te pesara hacerlo. Somos lo suficientemente mayores para no andar con juegos. ¿Deseas terminar?
-Sí
Shion soltó la sencilla respuesta y vio el gesto de dolor en el libriano.
-Lo siento, Dokho. No es tu culpa. Sólo es mía. Tú eres muy bueno y no mereces que te haga sufrir.
-¿Amas a alguien más?
-No.
-Entonces ¿por qué? – Dokho no creyó su respuesta y él lo sabía.
-Porque el amor de hace 243 años ya no es igual, Dokho. Creo que nos aferramos a esos maravillosos recuerdos durante tanto tiempo que…
-Que simplemente murió el amor. El tuyo a muerto Shion pero el mío nunca murió y nunca morirá.
-No digas eso. Sé que encontrarás a alguien que te merezca mucho más que yo.
-En este momento no lo creo, Shion. Quiero irme a Rozan unos días, ¿tengo tu permiso?
-Por supuesto. Tómate todo el tiempo que consideres necesario.
Dokho abandonó el recinto y Shion suspiró embargado de tristeza pero no arrepentido de su decisión. Sabía que el libra haría su duelo en los Cinco Picos para evitar que viera su sufrimiento y eso Shion se lo agradecía mucho.
Volvió a pensar en Mu y en lo que estaría haciendo en ese momento. Sabía que el ariano menor entrenaba toda la mañana con Kiki y que por las tardes le daba algunos ratos libres para poder ir con Saga a alguna parte. Le dolía el hecho de que fuera Saga el que lo llevara al pueblo a pasear, que fuera el geminiano el que lo llevara a escondidas al cine o el que le organizara cenas en la casa de Géminis. Y Mu le mostraba orgulloso los regalos que el geminiano le hacía: libros, ropa, películas. Y a Shion no le quedaba otra que sonreír mientras su corazón sangraba por dentro.
Deseaba con el corazón que Saga terminara con su Mu, que con cualquier excusa le diera la libertad pero al mismo tiempo no quería ver llorar al joven de cabellos lilas. Nunca había soportado que llorara y ahora mucho menos. Por eso se había jurado a sí mismo que no le revelaría sus sentimientos y que seguiría siendo ese padre que tanto apreciaba y valoraba.
Pero las cosas no suelen darse tal como uno las planea. La noticia de que Dokho de Libra había abandonado abruptamente el Santuario levantó los rumores de todos los caballeros que habitaban el lugar. Y cuando la noticia llegó a la casa de Aries un preocupado Mu sintió su obligación ir a ver a su maestro.
Usando su poder apareció frente al Recinto patriarcal y solicitó una audiencia que de inmediato le fue concedida.
-Maestro Shion – saludó Mu al ingresar al recinto donde el Patriarca contemplaba el anochecer pero que volteando su rostro prestó atención al menor en un instante.
-Buenas noches, Mu. Creí que habrías salido con Saga.
-No, Shion. Perdona que venga a esta hora pero hay un rumor muy fuerte corriendo en el Santuario.
-Esos rumores… ¿qué dicen?
-Que Dokho se ha ido a los Cinco Picos.
-Es cierto, Mu. Él y yo… terminamos.
-Lo lamento muchísimo, Shion
-Descuida, no es tu culpa – aunque el ariano mayor sabía que indirectamente si lo era, porque era por esos tranquilos ojos verdes y esa serenidad interior que lo amaba tanto y que su amor por Dokho se había borrado de su mente – simplemente se terminó.
-Yo siempre creí que su amor duraría por siempre. Si duró 243 años…
-No sé si fue amor o recuerdos, Mu. Yo fui quien terminó. 243 años es mucho tiempo, tiempo de ausencias compensado por una oportunidad de felicidad que no me alcanzó.
-No te amargues, Shion. Yo sé que Dokho te comprenderá, quizás no lo haya hecho hoy pero lo hará después. Ustedes son amigos y eso los sacará adelante.
Mu abrazó a su maestro y Shion notó mucho consuelo en ese abrazo. Aprovechó esa oportunidad para sentir el cuerpo de Mu, ese cuerpo que ahora anhelaba tocar a diario, era imposible no sentir la fortaleza del menor pese a que era más pequeño en comparación a su propio cuerpo.
-Gracias, Mu – susurró
-¿Por qué, Shion? – inquirió sorprendido el ariano menor sentándose junto a su maestro.
-Por estar ahí, siempre.
-Shion, tú sabes que eres lo más importante…
-Después de Saga – soltó con un reproche inconsciente que el menor no notó.
-Son dos cosas distintas, Shion. Saga es Saga y tú eres tú. Saga es mi amigo, yo lo quiero muchísimo y por eso estamos saliendo juntos… conociéndonos. Y tú eres muchas cosas en mi vida, mi maestro, mi padre, mi amigo, mi consejero… aquel que sé que siempre tendré a mi lado. Por eso yo siempre estaré para cuando me necesites.
-Hoy te necesito, Mu – susurró Shion acercándose al sorprendido ariano menor que recibió un beso en sus dulces labios.
-¿Shion? – fue la única palabra que soltó Mu
-¿Por qué, Mu? ¿Por qué tienes que amar a Saga? ¿Por qué perdí tanto tiempo con Dokho? Tú eres… todo… mi aprendiz, mi hijo, mi amigo… mi amor
El Patriarca asaltó de nuevo los labios del sorprendido menor que aún no le respondía preso de la sorpresa.
-Déjame, Mu… sólo esta vez… déjame sentirte… siénteme y decide si es… Saga… o si… puedo… tener una oportunidad…
-Shion… no. No puedo… por Saga y por ti y por mí… - gimió Mu suavemente cuando los labios del mayor se posaron en su cuello.
-¿Por mí? Yo sé… que… quiero… y ese eres tú…sólo tú
-Saga… no puedo… - Mu volvió a gemir ahora por las suaves caricias que comenzaron a recorrer su cuerpo.
-Él… no… sabrá…
-Sí… sabrá… Shion… no… por mí… me costó… sacarte…
Shion se detuvo sorprendido y miró al ruborizado ariano menor.
-¿Tú…? Mu… ¿cuándo?
-Eres mi ideal, Shion… durante… mucho… tiempo… soñé con un imposible… ahora… es… tarde.
-¡No! No lo es. Nunca es demasiado tarde…
Shion besó suavemente los labios de Mu ahogando cualquier respuesta o queja que hiciera su discípulo. Lo tomó con cuidado y sin dejar de besarlo lo introdujo en su habitación y lo depositó en su cama.
Mu hizo el intento de levantarse pero Shion estaba decidido a no dejarlo partir y sus manos recorrieron el cuerpo del menor quitando cada prenda y encendiendo los impulsos nerviosos de su acompañante que se fue rindiendo y dejando hacer.
Su lengua invadió el interior de la boca de Mu, rozando cada parte con movimientos suaves al principio y luego más intensos, buscando que la lengua del menor le respondiera y lo consiguió después de unos momentos.
Cuando la falta de aire hizo que el beso se rompiera bajó su boca al cuerpo del menor, comenzando por su mentón y deslizándose a su cuello. Lo humedeció con sinuosos movimientos, intercalando sólo sus labios con sus labios y su lengua. Escuchó los gemidos de placer de Mu y se atrevió a morder solo un poco ese cuello tan tentador.
-¡Shion! – Mu gimió cuando entre esos besos sintió las manos del mayor tomar su miembro comenzando a masajearlo para aumentar la incipiente erección.
-Eres… tan… perfecto – susurró Shion en voz baja – tan… único…
Una de sus manos se concentró en el miembro del menor y la otra comenzó a quitar su ropa patriarcal, revelando su musculoso y bronceado torso y después toda su anatomía.
Tomó una de las manos de Mu y la deslizó por su cuerpo, para sentir esa pequeña mano llenándolo de caricias forzadas al principio y luego voluntarias cuando el placer trastornaba a ambos hasta cerrar cualquier otro pensamiento que no fuera el de disfrutar ese momento.
Shion redujo las distancias con el cuerpo del menor aproximándose aún más, fundiéndose casi en uno solo mientras su lengua se posaba en el miembro de Mu arrancándole profundos gemidos a medida que lo introducía en su boca.
-Ah… Shion… mmmh – los gemidos del menor colmaban de placer al poderoso Patriarca que trabajaba ese cuerpo con verdadera devoción hasta conseguir que el ariano se derramara en su boca. Se encargó de no desperdiciar nada de esa esencia íntima y después se la compartió en un devorante beso.
Acarició con devoción los cabellos de Mu mientras ensalivaba alguno de sus dedos y los bajaba por el cuerpo del menor hasta encontrar su entrada. Comenzó a introducir uno de sus dedos y escuchó el gemido de dolor en el menor.
-Duele – susurró Mu
-¿Saga y tú? – preguntó sorprendido el ariano mayor deteniéndose para besarlo con suavidad.
-No
-Mu… ¿estás seguro? Yo… puedo… parar aún
-No… pares – Mu besó los labios del mayor y Shion retomó su trabajo, ahogando con sus besos los gemidos de dolor del menor mientras dilataba su estrecha entrada.
Shion se acomodó en el cuerpo del menor y comenzó a penetrarlo empujando de a poco hasta terminar de invadirlo con una estocada más firme que arrancó un doloroso gemido.
-Lo… siento… - gimió Shion deteniéndose para que Mu se acostumbrara a su invasión y comenzara a mover sus caderas para incitar al mayor a continuar.
Shion comenzó a moverse en el interior del menor primero con suavidad y después cada vez con más fuerza mientras no dejaba de besarlo con distintos ritmos, besos dulces, besos apasionados y finalmente con besos tiernos cuando los dos alcanzaron el clímax.
El patriarca se separó suavemente del menor y los ojos de ambos se sostuvieron la mirada.
-Mu… yo te necesito. Necesito que me ames como yo te amo. Necesito tenerte a mi lado. Por favor, deja a Saga.
Mu acarició con suavidad los cabellos verdes de Shion antes de responder.
-Shion, esto…
-No digas que fue un error
-No. No lo fue.
Shion sonrió ampliamente y lo besó suavemente.
-Te amé en silencio, Shion… y nunca pensé que tendría esta oportunidad – continuó Mu con una sonrisa.
-Hemos sido tan tontos, Mu. Yo por aferrarme al pasado y tú por no hablar… quédate esta noche conmigo y mañana… júrame que hablaras con Saga.
-Te lo juro.