Aquella noche hacia un calor terrible; no conseguía dormir, solo daba vueltas y vueltas en la cama, sudando la almohada, así que se levantó y bajó a las termas a darse un baño. Quizá el fresquito le hiciera sentirse mejor. Dejó la poca ropa que llevaba sobre la cama, sin caer en la cuenta de que todas las ventanas estaban abiertas; no corría ni una pizca de aire.
Casi efervesció cuando entró en el agua. Se tumbó en los escalones que bajaban en el agua, dejando volar su mente entre el sueño y la vigilia, pues, aunque el día no había sido especialmente movido, aquel sofocante calor acababa con cualquiera.
Paseó las manos por su cuerpo para que el agua hiciera bien su labor, pero se detuvo a medio camino entre las piernas y el ombligo; a falta de pareja, bueno es uno mismo.
Allí tumbado, dándose cariño, se sorprendió pensando en el único hombre que jamas se le hubiese ocurrido para aquella situación.
"¿Como te has colado en mi mente Aldebarán?"