Bienvenidos al Templo del Toro Dorado, segunda casa del Santuario.
Era una mañana tranquila, griega y soleada. La suave brisa alcanzaba a traer el olor a olivo y hierbas aromáticas. Incluso se podría llegar a sentir el olor del mar bañado por el sol mediterráneo con a poco que uno se fijase. El caballero de Tauro miraba imponente al horizonte viendo como poco a poco el solo iniciaba su camino por el cielo, cruzado de brazos con el yelmo aparte sobre los restos de una columna. Días así ayudaban a aliviar al cuerpo y templar el alma.
Era una mañana tranquila, griega y soleada. La suave brisa alcanzaba a traer el olor a olivo y hierbas aromáticas. Incluso se podría llegar a sentir el olor del mar bañado por el sol mediterráneo con a poco que uno se fijase. El caballero de Tauro miraba imponente al horizonte viendo como poco a poco el solo iniciaba su camino por el cielo, cruzado de brazos con el yelmo aparte sobre los restos de una columna. Días así ayudaban a aliviar al cuerpo y templar el alma.