Cuesta visualizar a Vesta, ya que no hay representaciones de su arquetipo, sino sólo en forma difusa, puesto que los ritos para invocarla se hacían a través de la ceremonia del fuego. Esotéricamente, se dice que basta prender una vela color anaranjado en su nombre para sentir su presencia, amistosa y cálida.
Sus delicadas revelaciones hablan sobre las necesidades del mundo interior: el hogar simbolizando el calor de las emociones, el centro solar de cada persona, del grupo o la comunidad. Así, generalmente se la representa por un círculo, puesto que en la Antigua Roma, el círculo simbolizaba la totalidad y estaba en medio de la Ciudad.
Las vestales debían ser vírgenes, de padre y madre reconocidos, y de gran hermosura. Eran seleccionadas por el Pontífice Máximo a la edad de seis a diez años. Su mayor responsabilidad era mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta, situado en el Foro romano por lo que tenían restringidos sus movimientos. Estaban liberadas de las obligaciones sociales habituales de casarse y tener hijos y ya no dependían de su familia.
El servicio como vestal duraba treinta años, diez de los cuales estaban dedicados al aprendizaje, diez al servicio propiamente dicho y diez a la instrucción. Transcurridos estos años podían casarse si querían.
Además de privilegios y honores por todas partes, las vestales podían testar aún viviendo sus padres. Incluso disponer de lo suyo sin necesidad de tutor o curador.
Las vestales tenían el privilegio de absolver a un condenado a muerte que encontraran cuando éste era conducido al cadalso, siempre y cuando se demostrase que el encuentro había sido casual. Además, Socialmente también gozaban de muchísimo poder, no era frecuente que álguien se atreviera a llevarles la contaria. Incluso en los juegos de gladiadores, el emperador esperaba a que ellas emitiesen su voto antes de pronunciarse.
Sus delicadas revelaciones hablan sobre las necesidades del mundo interior: el hogar simbolizando el calor de las emociones, el centro solar de cada persona, del grupo o la comunidad. Así, generalmente se la representa por un círculo, puesto que en la Antigua Roma, el círculo simbolizaba la totalidad y estaba en medio de la Ciudad.
Las vestales debían ser vírgenes, de padre y madre reconocidos, y de gran hermosura. Eran seleccionadas por el Pontífice Máximo a la edad de seis a diez años. Su mayor responsabilidad era mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta, situado en el Foro romano por lo que tenían restringidos sus movimientos. Estaban liberadas de las obligaciones sociales habituales de casarse y tener hijos y ya no dependían de su familia.
El servicio como vestal duraba treinta años, diez de los cuales estaban dedicados al aprendizaje, diez al servicio propiamente dicho y diez a la instrucción. Transcurridos estos años podían casarse si querían.
Además de privilegios y honores por todas partes, las vestales podían testar aún viviendo sus padres. Incluso disponer de lo suyo sin necesidad de tutor o curador.
Las vestales tenían el privilegio de absolver a un condenado a muerte que encontraran cuando éste era conducido al cadalso, siempre y cuando se demostrase que el encuentro había sido casual. Además, Socialmente también gozaban de muchísimo poder, no era frecuente que álguien se atreviera a llevarles la contaria. Incluso en los juegos de gladiadores, el emperador esperaba a que ellas emitiesen su voto antes de pronunciarse.