Sus palabras profesaban un voto de amor tan profundo, que incluso, no había comparativa con aquellos que nosotros, como seres divinos le hacíamos a Dios mismo. Me sentía tan dichoso de tener a esta criatura conmigo y ser a quien le entregara las exquisitas y dulces mieles del profundo y divino amor que había hecho nacer en mi alma
Mi virilidad se encontraba aprisionada sin escapatoria alguna por esas cálidas paredes de su cavidad, lo cual acelero la llegada del orgasmo, pero fue el sentir de su esencia regarse sobe mi vientre lo que hizo explotar vigorosamente y con ímpetu mi semilla en su interior, bañando todo el interior de su cavidad con mi esencia mientras mis labios hacían posesión de los suyos en un dulce y entregado beso
Me termino recostando acomodando mi cuerpo detrás del suyo sin romper aun esta magnífica unión, dejando regar caricias amorosas con mis dedos sobre su mejilla y besos en su nuca y parte de sus hombros, permitiéndole con ello a que su cuerpo se fuera relajando
-Al igual que tú, siempre seré tuyo mi amado Rafael. No habrá día en que deje de amarte, protegerte y mimarte
Estiro un poco mi cuello para alcanzar el lóbulo de su oreja y morderle suavemente y con travesura
-Así como no habrá día en que no tengas alguna mordidita angelical
Mi virilidad se encontraba aprisionada sin escapatoria alguna por esas cálidas paredes de su cavidad, lo cual acelero la llegada del orgasmo, pero fue el sentir de su esencia regarse sobe mi vientre lo que hizo explotar vigorosamente y con ímpetu mi semilla en su interior, bañando todo el interior de su cavidad con mi esencia mientras mis labios hacían posesión de los suyos en un dulce y entregado beso
Me termino recostando acomodando mi cuerpo detrás del suyo sin romper aun esta magnífica unión, dejando regar caricias amorosas con mis dedos sobre su mejilla y besos en su nuca y parte de sus hombros, permitiéndole con ello a que su cuerpo se fuera relajando
-Al igual que tú, siempre seré tuyo mi amado Rafael. No habrá día en que deje de amarte, protegerte y mimarte
Estiro un poco mi cuello para alcanzar el lóbulo de su oreja y morderle suavemente y con travesura
-Así como no habrá día en que no tengas alguna mordidita angelical