Para Dohko:
- Spoiler:
Perdona, desde el celular no puedo ver mensajes en spoiler xD... apenas lo voy viendo.
No te preocupes, este tema llevo posteándolo todo asi desde el principio, porque quise hacer algo diferente para ti.
Ya había cenado con Shura y Aioros, pero fue hasta que su nariz captó el delicioso olor de los panes que su estómago protestó como si llevara días sin probar bocado. Debido a aquél ruido involuntario, Aioria tuvo que colocar la mano en la boca del estómago y pedirle empleara un comportamiento mas apropiado frente al maestro.
Sonrió en forma de agradecimiento y observó lo que el librano había puesto sobre la mesa de madera, mientras él intentaba acomodarse junto a ella.
No quiso hacerse demasiada bolas entre una cultura y otra, así que esperó que Dohko tomara su lugar para hacerlo también; colocando las piernas y la espalda en la misma posición.
No pudo evitar sentirse atraído y embriagado por los olores que viajan hasta su nariz, y que provocaban exceso de saliva en su boca.
El té nunca era de su agrado en el templo de Shaka o de Mu; y de hecho, lo detestaba, pues no comprendía el gusto de agua hervida con hojas; pero la molestia que Dohko se había tomado, incluso, aquél recipiente de madera donde podría probarlo, lo tentaba demasiado. El color no ayudaba, pero de alguna forma lo beberia.
Aioria no era tan diestro en los idiomas como Camus, o Aioros, pero conocía algunos terminos occidentales como ese saludo que empleaban cordero y angel con las manos unidas, y que nunca se había atrevido a memorizar o emplear delante de alguien que no respetara.
Le restó un poco de importancia a la situación, y unió sus manos para verse apropiado mientras exclamaba:
—Itadakimasu!— Dijo, sin saber realmente si estaba bien emplearlo. Esperaba que fuese chino... aunque de pronto le entraba la duda si no era mas bien japonés... Si, creía haberlo escuchado de Seiya alguna vez.
Sonrió nervioso e intentó explicarse con Dohko.
—Quiero decir... Gracias por su amabilidad...— Intentó copiar la pose respetuosa de sus manos acompañada con la flexión de su cuello.
Estiró la mano para alcanzar uno de los panes que le había ofrecido, y que tenía un olor peculiar. Era como observar un melocoton pálido, y tocar un pedazo de algodón.
No resistió acercarlo a la nariz para llevar el delicioso olor hasta ella y permitirse aumentar las ganas de morderlo; cerró los ojos y dejó que sus dientes tomaran un pequeño trozo.
—¡Increible! Está delicioso...— Habló con la boca medio llena, cubriéndola apenas con la mano. — Muchas gracias maestro.
Tomó el cuenco entre sus manos, comparando la cerámica en las tazas de Mu y Shaka, con la madera lisa y caliente del recipiente. Lo moví entre ellas, con los ojos fijos en su color verde oscuro, decidiendo aplazar sólo un poco el trago.
—No quiero ser irrespetuoso, pero ¿usted realmente se siente un anciano? Es decir, ahora es mucho más joven que todos nosotros, y más atractivo que la mitad de los que habitan los doce templos. No tiene porque encerrarse aquí a fumar... ¿apio? Ni ser niñera del resto.— Mis ojos se levanton del contenido herbal hasta aquellos iris de verde profundo.