Teseo
Mientras Heracles es elhéroe dorio por excelencia, ya que su padre fue Zeus y alcanzó la categoría de semidiós, Teseo, mucho más modesto, es el héroe ateniense por antonomasia, mucho más humano, aunque alguna versión dice que era hijo de Poseidón .
El propio Teseo se gloriaba de ser hijo de Poseidón y quería a todo trance que se le reconociera esta alcurnia. Se cuenta que al presentarse ante el rey Minos de Creta manifestó que quería ser tratado como verdadero hijo de posición y, como Minos cuestionaba tal ascendencia, Teseo aceptó realizar cualquier prueba que aseverara su afirmación. El cretense lanzó su anillo al mar. Si el héroe era hijo del dios de las aguas, recuperar la preciada joya dorada le sería fácil. Teseo se zambulló sin dudar un instante y «a caballo» de un delfín alcanzó el palacio subterráneo de la diosa Anfítrite, esposa de Poseidón. Tras un tenso período de espera, los cretenses y su soberano vieron surgir a Teseo hacia la superficie con aspecto triunfante, pues llevaba el anillo en una mano y una magnífica corona sobre su cabeza, regalo de la diosa.
Sea como fuere, la madre de Teseo era Etra, hija de Piteo, rey de Trecén. Sucedió que Egeo, soberano de Atenas, no tenía descendencia a pesar de haberse casado varias veces. Desesperado, fue a consultar al Oráculo de Delfos. La Pitia le contestó en forma oscura, puesto que le indicó que «no vaciara el odre de vino antes de volver a casa». De regreso, Egeo se hospedó en el palacio del rey de Trecén, Pireo, quien comprendiendo el significado oculto del oráculo se las ingenió para embriagar a su regio amigo y durante la noche colocarle al lado del lecho a su hija, Etra, quien de esta unión daría a luz al futuro héroe. La leyenda cuenta que Poseidón se aprovechó de aquella maravillosa noche e hizo también de las suyas. Otra , dice que el dios marino violo a Etra en el templo de Athenea .
Y sucedió que Egeo tuvo que volver a su patria estando adelantado el embarazo de Etra. Antes de despedirse de su amada escondió sus sandalias y su espada debajo de una enorme piedra y dijo a Etra que, si alumbraba a un varón, cuando tuviera fuerza suficiente levantara la piedra y calzado con las sandalias y ciñéndose la espada se dirigiera de incógnito a Atenas, donde su padre lo reconocería, pues le estaría esperando anhelante.
Como al parecer Piteo había sido el culpable de todo, no tuvo más remedio que perdonar el desliz de su hija (lógicamente, pues lo había provocado). Cuando Etra dio a luz un niño le puso por nombre Teseo, y lo crió y educó en su corte, argumentando firmemente que el padre era el mismísimo Poseidón, y así acalló las habladurías.
El niño creció día a día en fortaleza y belleza. A la edad de siete años conoció al gran Heracles, invitado a un banquete por Piteo.Heracles, para comer más cómodamente, se despojó de la piel del león de Nemea y, al apoyarla en un descansillo, algunos invitados que llegaban tarde a la mesa no osaban entrar creyendo que el animal estaba vivo. Teseo no se amilanó, arrebató un hacha a un criado y se abalanzó decidido sobre el despojo que parecía dotado de movimiento. Pronto salió de su error, pues el propio Heracles detuvo su brazo, pero le agradó la valentía del muchacho y le animó a que siguiera sus pasos.
Ya adolescente, Teseo ofreció como era tradición su cabellera al dios Apolo en Delfos, pero solamente lo hizo en parte, pues ofrendó únicamente el pelo de la parte delantera de la cabeza y así dicen los mitólogos que dio origen a una moda atestiguada en el mundo helénico ya muy entrada la época histórica.
Poco después , Etra reveló a su hijo el secreto de su origen y le llevó al lugar donde Egeo había escondido los objetos. Teseo, animoso y lleno de júbilo, levantó ante el estupor de su madre la pesada piedra, se calzó las sandalias y se ciñó la espada, mientras exclamaba e interrogaba a la vez «¡Mi padre rey de Atenas! ¿pero dónde está Atenas?» Su abuelo Piteo, que le quería con pasión, le situó en un mapa de la época la esplendorosa ciudad donde reinaba Egeo. Para llegar a ella Teseo podía seguir dos caminos: el marítimo, fácil y seguro porque las naves de Trecén enlazaban constantemente con Atenas, y el terrestre, no recomendable por la cantidad de bandidos que infestaban su recorrido y que eran el terror de los viajeros. Teseo, para probarse a sí mismo, escogió este último.
El camino de Atenas fue un sendero de gloria para Teseo. Ya en el territorio de Epidauro , tuvo que luchar contra Corinetes, hijo del propio Hefesto, gigante que iba armado con una enorme maza con la que aplastaba a todo el que pasaba por allí. Teseo venció al malvado y una vez muerto , se quedo con el hacha como trofeo de su primera victoria.
Al pasar por el istmo de Corinto, Teseo topó con el cruel bandido Sinis, del que se decía que era hijo del propio Poseidón. Para matar a los infelices que caían en sus manos, encorvaba dos pinos hasta juntar sus ramas y ataba a ellos los brazos de sus víctimas: al recobrar los árboles su posición normal, el pobre prisionero quedaba partido en dos. Una variante de este suplicio era atar a la víctima a la copa de un pino encorvado por Sinis hasta el suelo. Cuando el bandido lo soltaba, el pino se enderezaba lanzando al infeliz lejos y estrellándose finalmente contra el suelo. Teseo se sometió a tan terrible tortura y salió ileso. Entonces cogió a Sinis y le aplicó el mismo suplicio.
Después Teseo se encontró con Escirón, bandido al que le entusiasmaban las tortugas alimentadas con carne humana. Apostado en los desfiladeros de las rocas bañadas por el mar de Salamina, obligaba a los viajeros a lavarle los pies, y cuando los desgraciados iban a realizar tal acción y se agachaban para ello, les pegaba un soberano puntapié que les arrojaba a las olas del mar, en donde tenía un vivero de tortugas hambrientas. Como se comprenderá, fue Teseo el que arrojó a su vez a las olas a Escirón y se dice que una vez devorado por los pesados animalitos, sus huesos se transformaron en los arrecifes y escollos que se hallan todavía en aquel lugar.
Junto a Eleusis, Teseo midió sus fuerzas con el arcadio Cerción, quien tenía una hija seducida al parecer por Poseidón y muerta por su propio padre al conocer lo ocurrido. Como Cerción no podía vengarse en el dios, mataba a cuantos viajeros pasaran por delante de la tumba de la infeliz doncella. Teseo llegó ante ella y dio muerte a Cerción, arrastrándolo por el suelo.
Poco antes de llegar a Atenas, Teseo se cruzó con Procuste , un hermoso bandido que tenía el hábito de tomar a los transeúntes para deformarlos. Primero los seducía, y los ataba a la cama y amordazaba; en ella daba entoces comienzo a una atroz tortura. A los altos los metía en una cama pequeña y les cortaba los pies y las manos hasta que cabían. A los más pequeños los metía en una cama grande y los estiraba con las cuerdas y a martillazos. Teseo lo mató de la misma forma en que él mató a sus víctimas: lo sedujo con juegos, lo ató y amordazó en la cama más pequeña, dada su altura. Luego lo torturó con el martillo y le cortó los pies y finalmente la cabeza.
También mató a una cerda llamada Fea, que era una fiera hija de Tifón y Equidna.
Tras haberse purificado de todos estos asesinatos a orillas del río Cefiso por los sacerdotes de Zeus, ya que alguno de estos bandidos no dejaba de ser pariente suyo, realizó su entrada en Atenas.
Las hazañas de Teseo habían llegado a oídos de los atenienses, considerando a éste como digno sucesor de Hércules en el mundo de los héroes, pero nadie pensaba que podía ser un heredero del trono. Un día, cuando vieron entrar por la puerta de la ciudad a un joven que vestía larga túnica blanca y portaba una hermosa cabellera rizada, algunos ciudadanos se burlaron del aparente afeminamiento del forastero. Cuando Teseo pasó junto al templo de Apolo Délfico, que estaba en construcción, los insultos de los obreros arreciaron contra el héroe. Teseo no hizo ningún comentario, pero cuando vio un carro muy pesado tirado a duras penas por dos bueyes llegó hasta él, desenfunció a los animales y tomando el carro con ambas manos lo lanzó con fuerza a mucha distancia de allí. Los obreros enmudecieron y los transeúntes comenzaron a rodear a aquella singular figura, que se dirigió a palacio.
Egeo, rey de Atenas, se hallaba casado entonces con la famosa y autoritaria Medea, cuyo anterior esposo había sido Jasón, el caudillo de la expedición de los Argonautas. En realidad era Medea la que gobernaba el país. Los reyes recibieron amablemente a Teseo y le invitaron a la mesa, pero Medea, sospechando que iba a suceder algo extraordinario, receló del joven y se dispuso a desembarazarse de él en el banquete ofrecido en su honor, envenenándole con una copa de vino. Teseo tuvo entonces una especie de premonición y dejó caer la copa de sus manos, derramándose su contenido. Entonces Egeo reconoció a su hijo primogénito, al darse cuenta de que la espada que llevaba era la misma que había escondido en Trecén y, sacando fuerzas de flaqueza, desterró a Medea y a su hijo Medo y asoció a Teseo en el gobierno.
Desde este momento todos los esfuerzos del héroe se encaminaron a reforzar el trono de su padre; en primer lugar luchó contra los Palántidas, primos de Teseo, quienes aspiraban a suceder a Egeo. Teseo les venció y la guerra se dio por terminada. Marchó después en busca de un furioso toro que desbastaba el territorio de Ática. Este animal era el mismo que Hércules ya había dominado en uno de sus trabajos. Teseo lo sorprendió en la llanura de Maratón, lo capturó vivo, se paseó con él por las calles de Atenas cogiéndole por los cuernos y finalmente lo ofreció en sacrificio a Apolo .
Viaje de Teseo a Creta
Atenas debía enviar un tributo al rey Minos de Creta, que consistía en el sacrificio de siete doncellas y siete jóvenes, que serían devorados por el monstruo Minotauro, y que fue una condición impuesta tras la expedición militar de Minos contra Atenas para vengar la muerte de Androgeo.
Teseo se presentó voluntariamente en el tercer envío ante su padre para que le permitiera ser parte de la ofrenda y le dejara acompañar a las víctimas para poder enfrentar al Minotauro.
Las naves en las que iban a viajar las personas ofrendadas llevaba velas negras como señal de luto, pero el rey pidió a Teseo que si regresaba vencedor, no olvidase cambiarlas por velas blancas, para que supiera, aún antes de que llegase a puerto, que estaba vivo. Teseo se lo prometió.
Durante la travesía, Minos, que iba también en la expedición, se enamoró de una joven llamada Eribea . Minos quiso unirse a ella por la fuerza y Teseo se le opuso. En la consiguiente disputa, Minos indicó a Teseo su filiación divina, y obtuvo de su padre Zeus truenos y relámpagos. Teseo replicó que el también tenía filiación divina, puesto que en realidad era hijo de Poseidón , y sucedio lo que contamos al comienzo , para probar esta filiación, Teseo tuvo que tirarse al agua y encontrar un anillo de oro que el rey Minos había arrojado al mar.
Al llegar a Creta, la princesa Ariadna se enamoró de él y propuso a Teseo ayudarle a derrotar a su hermano a cambio de que se la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. Teseo aceptó.
La ayuda de Ariadna consistió en dar a Teseo un ovillo de hilo que éste ató por uno de los extremos a la puerta del laberinto.Así Teseo entró en el laberinto hasta encontrarse con el Minotauro, al que dio muerte a puñetazos. A continuación recogió el hilo y así pudo salir del laberinto e inmediatamente, acompañado por el resto de atenienses y por Ariadna, embarcó de vuelta a Atenas, tras hundir los barcos cretenses para impedir una posible persecución.
Durante el viaje de vuelta Teseo decidió desembarcar en la isla de Naxos y de allí volvió a partir sin la presencia de Ariadna. El motivo de este abandono es controvertido: algunas versiones señalan que Teseo la abandonó por su propia voluntad, otros dicen que fue por orden de los dioses para que esta pudiera casarse con Dioniso.
Al divisar la galera desde el puerto de El Pireo en Atenas, el rey Egeo vio las velas negras puesto que Teseo había olvidado cambiarlas por velas blancas y, creyendo que su hijo había muerto, se suicidó lanzándose al mar, que a partir de entonces recibió el nombre de mar Egeo.
Muchas son las hazañas atribuidas al héroe después de su segundo regreso a Atenas; las más importantes y en general coincidentes en las diversas versiones son las realizadas junto con su amigo Pírítoo, rey de los lapitas, pueblo tesalio dedicado a la caza que interviene en no pocos pasajes mitológicos.
Se cuenta que Pirítoo, que había oído hablar de Teseo con admiración, quiso poner a prueba al héroe y le robó parte de sus rebaños. Teseo lo descubrió y cuando iban a llegar a las manos, la atracción del lapita por el joven soberano ateniense fue tal, que le solicitó el perdón Y deseó ser su esclavo. Teseo, atraído a su vez por la sencillez de Pirítoo, descendiente al parecer del propio Zeus, lo hizo entonces su íntimo amigo. Naciendo así un nuevo amor mutuo, rayano en la homosexualidad.
Precisamente Teseo asistió a la boda de su gran amigo Piritoo con Hipodamia, doncella de extraordinaria hermosura. Al banquete fueron invitados los centauros, por estar emparentados con los lapitas. Uno de ellos. Euriro, bebió más de la cuenta y preso de los vapores etílicos intentó propasarse con la recién desposada. Teseo, Pirítoo y los lapitas pudieron detener al insolente y, tras Cortarle las orejas y la nariz, lo echaron violentamente del banquete. Los centauros, compañeros de Eurito, quisieron vengarlo y se entabló una terrible lucha inmortalizada por Fidias en uno de los frontones del bellísimo templo del Partenón de Atenas dedicado a Atenea. Teseo y Pirítoo, tras ímprobos esfuerzos, fueron los artífices de la victoria y los centauros terminaron por batirse en retirada.
Siguiendo los pasos de Heracles, su admirado modelo, Teseo también luchó contra las Amazonas. Ayudado por su fiel Pirítoo raptó a la reina Antíope, quien se enamoró de Teseo a pesar de su exacerbado feminismo y accedió a vivir con él en Atenas. Las Amazonas no se conformaron con la traición de la que entonces era su soberana, pues después de la derrota de Hipólita ante Hércules les era difícil digerir un segundo triunfo masculino y atacaron a su vez a la ciudad de Atenas. Tras sangrientos combates, las supervivientes tuvieron que regresar nuevamente derrotadas a su país.
La bella Antíope vivió feliz muchos años con Teseo y le dio un hijo llamado Hipólito, que iba a tener un fin desgraciado. Al cabo de un tiempo se cansó de la amazona y la repudió. Entonces contrajo nuevo matrimonio con Fedra, hermana menor de Ariadna, en el aspecto político, para terminar de una vez para siempre con las tensas relaciones entre Atenas y Creta, y en el sentimental, porque no había olvidado nunca a su primer amor, un amor que físicamente no había podido consumar, y Fedra ¡se parecía tanto a su hermana! Además tenía la ventaja entonces de que era más joven. Por su parte, Fedra recordaba a Teseo de niña, conocía todos los detalles de su vida y sabía que ahora era un rey muy poderoso que tenía un hijo de Antíope llamado Hipólito...
Fedra, ambiciosa, casó entusiasmada con Teseo, pero pronto se dio cuenta de que su augusto esposo buscaba en ella un parecido con su hermana que ella no podía ofrecer, y pronto vino la rutina y el cansancio. Fedra entonces buscó la forma de vengarse...
La ocasión la encontró en el pobre Hipólito, que se había convertido en un apuesto mancebo. Fedra se enamoró apasionadamente de su hijastro y, tras declararle sus sentimientos, intentó una y otra vez entregarse a él. Hipólito, que había consagrado su vida a Artemisa, recibió con asco la proposición y rechazó todos los requerimientos. Fedra, despechada, terminó por ahorcarse. En una carta dirigida a su esposo contó la historia al revés, afirmando que había tomado aquella decisión porque Hipólito había intentado mancillar su honor . Al leer la carta de su esposa, Teseo montó en cólera y maldijo a su hijo, quien pronto sufrió un accidente y murió destrozado bajo su propio carro, cuando los caballos de éste se asustaron ante la presencia de un toro que se dirigía contra ellos y provocaron el vuelco.
Sin embargo, Hipólito recobró su dignidad gracias a que Artemisa hizo saber a Teseo la verdadera historia. El héroe comprendió entonces su error y cuán profundos eran el respeto y amor de su hijo, que desde entonces pasó a ser considerado como modelo de piedad filial.
Últimas hazañas del héroe
A los cincuenta años, Teseo continuaba deseando ardientemente la compañía del bello sexo y entonces se le ocurrió raptar a Helena, que a la sazón contaba apenas diez aíios y naturalmente todavía no era esposa de Menelao ni había sufrido el segundo rapto más famoso y trascendental. También acompañado de Pirítoo, inició la aventura. Ambos amigos se dirigieron a Esparta y se trajeron cautiva a Helena. Los dos se habían prendado de ella y la echaron a suertes: la fortuna sonrío a Teseo. Pero entonces los hermanos de Helena denominados los Dióscuros, Castor y Pólux, la recuperaron poco después y en venganza se apoderaron de la madre de Teseo, Etra, que pasó al servicio de Helena, quien se la llevó a Troya al ser raptada por Paris, hasta que los griegos la liberaron al ocupar la capital del reino de Príamo.
Teseo consoló a su amigo al no sonreírle el azar y le prometió ayudarle a conquistar otra mujer, por difícil que esto fuera. Pirítoo se encaprichó nada menos que de Perséfone, reina de los Infiernos. Nada acobardó a los dos héroes, que descendieron a las profundidades de los dominios de Hades.Pero el diosles tendió una trampa: les invitó a un banquete y una vez que los tuvo sentados a la mesa, los dejó adheridos a los asientos. Cuando Heracles, en su duodécimo trabajo fue en busca de Cerbero, estando en el Hades, los encontró encadenados. Al ver a Heracles, tendieron sus manos hacia él, como si fuesen a ser resucitados gracias a la fuerza de éste. A Teseo, agarrándolo de la mano, logró alzarlo, pero tuvo que abandonar a Pirítoo ya que, al intentar levantarlo, tembló la tierra, por lo que éste se quedó para siempre en el Hades.
Al regresar a Atenas, Teseo se encontró el reino en franca rebeldía contra él. Un pariente suyo llamado Mnesteo se había apoderado del trono, con el beneplácito del ejército y de parte de sus súbditos. Amargado por los acontecimientos. Teseo se exilió en la corte del rey de Esciros, Licomedes, quien envidioso de la gloria del ateniense y quizá sobornado por Mnesteo, despeñó a Teseo por un acantilado cuando más confiado se hallaba. Su cuerpo terminó por estrellarse contra la arena de la playa. Los restos del héroe fueron inhumados en Esciros y, recogidos más tarde por Cimón cuando conquistó la isla, fueron transportados a Atenas y colocados en la urna del Teseión.