Aioros se encontraba rememorando viejos recuerdos del barrio, llevaba ya viviendo por allí alrededor de 4 meses, acababa de terminar la facultad con 24 años y se había encontrado como muchos de sus compañeros cuando acababas... es decir; en el paro, sin un curro y teniendo que volver a casa de tus padres. Por suerte eso a el no le deprimía demasiado, lo tenía asumido y prefería dejarse de sandeces, coger el toro/cabra/bichoconcuernos que pasase y tirar para alante, algo le aparecería y no, no andaba demasiado desencaminado.
Ademas, era un chaval atractivo! de 24 años, pelo castaño ondulado siempre adornado por una cinta roja y cuerpo entrenado pero no hasta el punto de resultar desagradable, ojos verdes muy expresivos y una expresión afable. Quien sabe, si las cosas iban muy mal siempre podía meterse a stripper, se rió con la idea.
click here~-
Me largo de aquí! me largo he dicho! Esta es una escuela del infierno! no entiendo como se pueden seguir inscribiendo alumnos, me escucha!? - la puerta principal del colegio se abrió de golpe saliendo un hombre totalmente cabreado, debía de rondar los 50 y tantos años, tenía un bigote muy grande cortado por la mitad a trasquilones, la cabeza rapada y unas orejas enormes totalmente rojas -
Esto tendría que convertirse en un puto reformatorio! Bestias! eso es lo que son!, solo piensan en fornicar! fornicar! y fornicar! - el hombre retrocedió un poco apuntando al director con ese dedo de salchicha que tenía -
me da igual cuanto me pague, ni lo influyentes que sean sus alumnos, o la calidad de su enseñanza, este... esto! esta evocado al fracaso! no pienso pasar por el aro ni una vez mas! -
El hombre salió hecho una furia pasando al lado de Aioros que totalmente flipado, pues no hay otra palabra para definir la situación, se apartó rápidamente antes de que el hombre directamente lo apartase a golpes.
Y no había mucho mas que contar, el director hablaba con su voz pausada en ese mismo momentos por los altavoces de la escuela, informando el cambio de profesorado a toda la escuela. Sin comerlo ni beberlo había acabado por cosas del destino siendo contratado como profesor de Gimnasia y el medico de la escuela. No estaba mal, a parte le habían hecho un considerable descuento en el alquiler de la habitación, así que el asunto de volver a casa de sus padres también estaba solucionado. Todo era cuestión de actitud!. O por lo menos eso pensaba por ahora... que equivocado estaba...
Pero era difícil creer las palabras de ese hombre furioso, el se había criado en ese colegio y se sabía cada uno de los atajos, escondrijos y tonterías varias que un chaval travieso podía aprender durante su estancia; fue el mejor de la escuela al tiro con arco y aun hoy en día en el despacho del gimnasio se podía vislumbrar la medalla que se le concedió al instituto, después de eso desapareció durante una larga temporada de casa en la que se dedicó a mejorar todavía mas sus habilidades y a sacarse la carrera. La gente en su ciudad incluso acabaron dándolo por muerto durante un tiempo.
Abrió la puerta de la enfermería y pasó dentro, por el olor a polvo que había daba la sensación de que ese cuanto había sido mas un trastero que una enfermería propiamente. Abrió la ventana para que asomase algo de aire y se agachó a comprobar las cosas con las que contaba y cuales había que comprar.
Por suerte los armarios estaban bien provistos de varias cosas, incluso de otras que en teoría no debían estar ahí. -
jeje parece que algunos están dejando de fumar - sacó una pequeña caja de parches y volvió a guardarla en el sitio junto a los guantes de plástico. También había ungüentos, pomadas, tiritas, condones, agua oxigenada etc etc.