Aún en mis sueños no podía evitar preocuparme de lo que acontecería en mi futuro, hijo de una familia noble en desgracia, el antiguo compromiso que el rey de un lugar lejano había concretado con mi abuelo parecía la salvación de la familia, por ser el mayor era mi responsabilidad cumplir con ese compromiso desde él día de mi nacimiento, mi hermano Kanon estaba exento por lo que hacia poco se había casado con una joven noble y que había permitido mantener algo las apariencias al ser su dote donada a la casa familiar, ahora solo esperaban que fuera convocado al palacio de la persona con la que había sido prometido.
Mis sueños siempre estaban plagados de la preocupación, mis padres siempre fueron buenos y se que les dolía en el alma pedirme algo así, pero no había muchas alternativas, no era solo por ellos sino también por la gente que dependía de ellos; sabían bien como manipularme para lograr sus propósitos, poner a los débiles en primer plano, sabían que no los abandonaría.
Había venido al bosque a descansar, porque en secreto ayudaba a aquellos que lo necesitaban, a media tarde regresaba a tiempo para las lecciones que me convertirían en el consorte perfecto que esperaban que fuera. Pero ahora era tiempo de un poco de paz lejos de aquellos que lo casarían con alguien de quien ni su nombre sabía.
Fue el ruido de los caballos lo que me despertó y las manos de aquellos hombres que revisaban mi ropa en busca de algo, sin embargo no llevaba nada encima, siempre que salía al pueblo dejaba todo para evitar preocuparme de no perder alguna cosa de valor, Resistiéndome y golpeando a algunos antes de ser sometido y arrodillado ante el recién llegado, reclame
--Que es lo que quieren de mi--