Crystal Corporation. Penthouse

Estaba tranquilo en la casa, mirando por la ventana con sus pensamientos muy lejos de allí, preguntándose sobre el mundo exterior, sobre las personas que vivían en él... Hacía ya rato que el sirviente había venido a traerle su almuerzo. Hoy no le había prestado mucha atención, estaba distraído con un aparatito pequeño en el que tecleaba; por ratos sonaba, el sirviente miraba la pantalla y se reía. "Gua sap" le había dicho.
Seguro que Padre tiene una buena razón para mantenerle alejado de aquellas cosas humanas, sin duda cargadas de una extraña magia.
Estaba absorto en sus pensamientos cuanto sintió ese crujido tras de sí. Todo su cuerpo se tensó y la piel se le erizó: ya estaba aquí de nuevo. No la veía todavía, pero oía su voz llamándole; era una voz metálica que sonaba como un chapoteo inmundo y profundo. Le espeluznaba oír su nombre en aquella voz.
Corrió hasta un rincón y se acurrucó allí, recitando la oración contra el miedo.
La voz tomó forma, como ocurría siempre. Una mujer del color de la ceniza, luminosa y transparente, con largos cabellos flotando. De los dos, ella era la más aterradora.
-¿Qué quieres? ¡Déjame en paz!- le gritó protegiéndose la cara con los brazos.
No entendió mucho de lo que decía con aquella voz líquida, apenas cuatro palabras sueltas:

..."obedeces"... "se acerca"... "vete"...

Mu siguió recitando la oración que Padre le había enseñado, hasta que con un nuevo crujido la figura se desvaneció. Siempre venía en los momentos más inoportunos: mientras se duchaba, en mitad de la noche... Pero siempre cuando estaba solo. El otro tenía mejores modales.
Tardó un buen rato en tranquilizarse y volver a la rutina. Estaba recogiendo los restos de su almuerzo cuando oyó unos pasos en el salón.
-¡Padre!- corrió hacia él para arrodillarse a sus pies. Siempre era una alegría que viniese, pero en este momento mucho más; solo con verle su mente volvió a quedar en paz.

La sola idea de que a su padre le ocurriera algo le ponía físicamente enfermo. Había sido entrenado, en cierto modo, en la lucha, aunque no del modo que él quería.
Escuchaba atento cada palabra:
-Y quienes son? Por qué quieren hacernos daño?
Le alertó la última frase.
-Estoy preparado, ponme a prueba si lo deseas.
Levantó la cabeza para enfrentar su mirada.
-Jamás dejaré que nadie te haga daño, Padre.

Sí, sí padre...
Solo dime qué desas de mí, y yo obedeceré fielmente tus órdenes.

(Prepararme para la luz?? que kie O__o )

Sí, Padre, así lo haré.
Escuché atentamente toda la información que tenía para darme antes de empezar a pensar en prepararme.
-Debo ir solo?