Pestañeó confundido ante la mención de su hermano, supo de inmediato que no sería sencillo interpretar la complicada personalidad de Deathmask.
- Pero Aioria no está aquí. Y no porque seamos hermanos debemos estar juntos cada día. – Por más que adoraba a su hermano, consideraba igualmente importante compartir tiempo con el resto de sus camaradas.
Sonrió ampliamente cuando el otro tomó asiento a su lado y se permitió acomodar mejor su cuerpo, estirando los brazos hacia atrás, dejando que las palmas soportaran el peso.
Observó al canceriano de reojo, su apariencia no sólo había cambiado completamente desde la última vez que recordaba haberlo visto, sino que casi parecía de su misma edad, nadie podría adivinar que el italiano era un par de años menor.
Fijó su mirada en el perfil del canceriano, atento a sus palabras. Aquel hombre era mucho más profundo y pensativo de lo que quería aparentar. No pudo evitar que un leve rubor cubriera sus mejillas ante sus últimas palabras, agitó sus cabellos con una mano, intentando deshacerse de él, dejando salir una pequeña risilla. A pesar de eso no le había incomodado.
- Mejor puedo enseñarte yo a ti que hay más cosas en la vida que alcohol y sexo, Deathmask. – Propuso con su sonrisa de siempre. Sabía, o más bien intuía, que aquel hombre poseía mucha más experiencia que él en el arte de la seducción, algo que carecía al haber culminado su vida a la corta edad de catorce años.
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