-Ella nunca pediría la clemencia de otros dioses, por que su orgullo jamás se lo permitiría, además me parece que no lo necesita, en una diosa reencarnada en una chiquilla mortal y como tal su existencia se verá de cierta dorma limitada a las reglas de los mortales, a pesar de su divinidad interior...
Bajo la cabeza y sus parpados temblaron por un segundo, se tentó de abrir los ojos, más estos permanecieron cerrados, aquel comentario, quizás podría hacer acertado, pero la idea de escuchar aquel sobre nombre para su diosa no le causaba una pisca de gracia, entonces se percato de que con aquel sencillo vocablo aquella mujer expresaba más de lo que pensaba, ¿Qué Diosa olimpica odiaria a Athena como para llamarla "chiquilla"?, mientras sentia el movimiento del escaso viento entre ellos que le indicaba los movimientos de su acompañante, sus pensamientos se enlazaron de nuevo por un segundo, sin embargo, ella no podia...
-En efecto soy una diosa, mas bien soy la madre de muchos dioses y diosas, hermana de Poseidon, Zeus y Hades... Soy Hera, reina del Olimpo y no es mi deseo perturbar tu estadía aquí, ni tampoco iniciar una ilógica pelea en tu contra pues no me has hecho mal...
Alzó el rostro, por un momento virgo volvía a ser meticuloso, de nuevo la serenidad se apropiaba de su cabeza y la ponia fría, clara... Había acertado, se trataba de ella, con el mero movimiento de su cabeza siguió sus pasos y escucho una a una sus palabras, Micenas... Debio haberlo imaginado, pero, ¿por qué su inconciente le llevaría hasta aquel punto?.
-Ahora entiendo porque la he encontrado...-Se sintió avergonzado de si mismo, siempre se había jactado de saberlo todo, y lo sabia, quizás no todo, pero de esto si tenia conocimiento y había pecado, dejando que sus propios problemas lo llevaran al grado de no poder ni siquiera ordenar correctamente sus ideas. -Sería imposible que alguien como usted Diosa de Diosas pudiera molestarme a mi, un caballero de oro...-Curveo los labios en una leve sonrisa. -Pero, deberé admitirle que no esperaba tal clemencia de su parte, después de todo... soy un caballero que defiende a aquella Diosa que Zeus tuvo la infamia de crear por su cuenta...-Comenzo a caminar de nueva cuenta, mientras lo hacia junto sus palmas con sus dedos extendidos enfrente de su pecho, su cosmos volvió a elevarse, pero su energía no era agresiva, era pasiva, tal vez demasiado serena, proyecto una ilusión que los envolvio a ambos, las ruinas cobraron una inexistente vida, regalandole el prodigio de ver la obra culminada y entera.
-He recordado en donde me encuentro...-Respondió como justificando aquella escena. -Pero aún me falta descubrir porque llegue hasta aquí....-Se paro justo detras de ella. -Y quizás usted Diosa Hera, pudiera ayudarme a aclarar mis ideas....-No entendia del todo por que le hablaba, porque continuaba parado en aquel sitio, ella podria hacerle daño en cualquier momento y dificilmente podria salir ileso si ella le atacase aunque fuese solamente con una probada de su cosmos, pero... Continuaba siendo Hera, una Diosa a la que pocos tienen oportunidad de conocer y le intrigaba aun más, el que ella continuase allí de pie en el mismo lugar.