Definitivamente el sabor había cambiado. El sentimiento que tenía atorado en mi pecho y que efervecía en mi estómago no sólo me quitaba el apetito, sino que tenía la capacidad de impedir que mi lengua catara apropiadamente las texturas de la comida.
Me di por vencido con un suspiro, y dejé el tenedor sobre la mesa, mientras me hacia espacio entre ella y la silla haciendo esta hacia atrás.
Planeaba levantarme y volver por vodka para limpiar mi garganta, pero Hyoga aún estaba terminando su comida y había comenzado a hablar; lo que me hizo decidir quedarme con él mientras le miraba nuevamente a la cara y me perdía un poco en el movimiento de sus labios, y en la forma que sus pestañas se adherian a la carne cada vez que parpadeaba.
Observé que se levantaba y que venía hacia a mí, escuchando con atención su explicación y sintiendo molestia por saber que él no se consideraba lo bastante importante para mi. Realmente habría querido levantarme y hacerle entender que eso era un error, y que me ofendia gravemente que él tuviera esa idea.
¿Acaso no te he entregado todo? -me dije mentalmente- Yo morí por tí, por salvar tu vida, por asegurarme que pudieras llegar hasta el final aprendiéndolo todo.
Nunca me atreveria a decirlo de frente, y lo supe cuando apreté el puño bajo la mesa y desvié la mirada.
No sé cuando o cómo le permití a este chico herirme así.
Meneé suavemente la cabeza y regresé la vista hacia él cuando me preguntó quien era aquél que me encelaba. Realmente me molestaba la diferencia que había entre nosotros; sé que deberia ser mas directo, pero en las artes amatorias no soy un experto.
Observé sus movimientos, y sin darme cuenta reaccioné del modo que él hubiera esperado bajando la pierna y haciéndole espacio. Sentirlo en esa posición me provocó un vuelco en el estómago... Sus acciones y palabras, sus sutiles pero directos roces envueltos por sus palabras liberaron el nudo que sentía en el estómago.
Subí la mano por su espalda y besé sus labios guiado por el movimiento que Hyoga habia iniciado en los mios, de forma suave, segura, y apasionada. El sabor dulce de la gaseosa se mezcló con el salado del aderezo en la ensalada y el queso.
Deslicé mi mano por su pierna sutil, pero al mismo tiempo transmitiendo aquél deseo que yo también compartía por su cuerpo, y que era mucho mas claro al aspirar y oler la escencia perfumada del jabón.
Desde la espalda, subí mi mano hasta la nuca, profundizando el beso al profanar su boca con mi lengua, y acariciar sus gluteos con mi otra mano, delineando sus posaderas por encima de la tela; subiendo suavemente por ella y colando mis dedos por debajo de la polera en la parte baja de su espalda.
Suspiré entre sus labios, y antes de dejarme vencer finalmente, aparté mis labios de los suyos, dejando suaves besos por su mentón hasta permitirme reposar un momento sobre su hombro. Mi mano aún acariciaba y palpaba la piel de su espalda, tentándome demasiado a seguir, a beberla con mi lengua.
-- Yo te vi crecer... Cuando llegaste a mi eras un niño pequeño e inocente que lloraba la muerte de su madre, y que necesitaba afecto, demasiado afecto. Yo sé que aunque para muchos sea el mejor maestro, contigo nunca pude ser el mejor, porque tú siempre rompías mi barrera y te colabas a mi corazón... Yo te amo, te amo Hyoga, nunca te vi como un niño sino como algo valioso que deseaba proteger. Fui amante de otras personas, sostuve una relación con Milo, pero nunca dejé de pensar en ti ni desear tener conmigo.