EL CORDERO EXRAVIADO
Después de la Guerra Santa, Mü decidió dejar el Santuario y vivir en Jamir, consideraba que no era necesario ya como guardián de la primera puerta y se dedicaría a entrenar a Kiki como sucesor por si algún día era necesario volver a luchar. Así lo hizo y a los 13 años Kiki ya era un digno sucesor de la armadura de Aries, en fuerza, cosmos, espíritu y conocimiento, todo. Sin embargo, Mü no contaba con el más grande cambio en la vida de Kiki; no se dio cuenta de lo mal que el chico la estaba pasando, “La Pubertad”.
Kiki adolescente empezaba a ser un problema para Mü, escapaba cada vez que podía a jugar con los muchachos de los pueblos cercanos a Jamir, Lassa era su lugar favorito, practicaba deporte con ellos y quería ir a la escuela, sin embargo el maestro pensaba que eso al final le aburriría pues el chico sabía más de lo que enseñaban en las escuelas tradicionales.
Mü nunca pensó que todo eso afectaría tanto a Kiki, pero al cumplir 15 años, el chico tomo una decisión, irse de Jamir, sediento de vivir, de conocer lo que había fuera, el chiquillo simplemente tomo lo poco que le pertenecía y escapo una noche ocultando su Cosmos lo cual no representaba problema alguno para el joven pelirrojo.
Su primera parada fue precisamente Lassa donde busco convencer a alguno de sus amigos de acompañarlo, se encontró con que todos tenían un padre, una madre, una novia, algo que los retenía, pero él no, el consideraba que no tenía a nadie, que Mü lo limitaba y que él mismo era un estorbo para que Mü hiciera su vida.
Así que Kiki emprendió su camino, a pie y en transportes colectivos con algo de dinero que Mü le había dicho que era para s futo, no iría a China, ni a Japón, ni a Grecia, ni ningún lado donde pudiera encontrar un Caballero o alguien del Santuario que lo encontrará y lo llevará de vuelta a esa aburrida vida.
Mientras tanto Shiryu estudiaba “filosofía y letras” en la universidad, a sus 22 años había crecido un poco más en altura, el entrenamiento ya no era tan exigente por lo que estaba más delgado, pero aún conservaba su buen cuerpo y siempre uso el cabello largo.
Cuando Mü no encontraba a Kiki, Shiryu fue el primero con quien se comunicó.
Shiryu llevaba años dedicado a estudiar, prácticamente había roto el vínculo con el santuario, pero cuando supo lo que ocurría todos sus recuerdos se removieron. Dejo todo por ir a buscarlo, no sabía porque pero su corazón lo necesitaba.
Usando los recursos modernos Shiryu público un perfil en Internet, sólo esperaba que Kiki no lo encontrará, afortunadamente no fue así, alguien pico el aviso de recompensa, en, ¿Alemania?, el joven pelirrojo estaba trabajando como mesero en un club nocturno, ¿cómo llego ahí?, usando su capacidad para crear ilusiones falsificó sus identificaciones y nadie se preguntó nada sobre su edad, además, alguien también lo identificaron en una universidad en, ¿Francia?, eran muchos los testigos, al parecer el joven lemuriano usaba sus habilidades también para vivir en dos lugares al mismo tiempo, y ganar dinero con un empleo que a pesar de ser sencillo le era suficiente para sobrevivir pues no tenía que pagar transporte entre otros trucos que hacía para sobrevivir, era todo un bribón.
Shiryu viajó a Alemania, no avisó a Mü, quería encontrarlo él, Kiki llevaba ya una año “extraviado” y el Dragón quería ver al pelirrojo de 16 años más que nada en el mundo. En Munich se encontraba el antro donde el chico trabajaba, el mayor no se vistió con su traje tradicional, usaba un atuendo moderno, adecuado para el lugar, se recogió el cabello y entró de la forma más discreta posible. Tomo una mesa y busco con cuidado, no quería que el chico lo viera y se asustará, era muy fácil que huyera con la teletransportación.
Lo que Shiryu no sabía es que Kiki lo vio desde el momento en que cruzó la puerta, y lo observó, decidiendo entre huir y acercarse a él, el chico sentía igual que el Dragón, lo único que quería desde el momento que presencio su llegada era correr a él y abrazarlo, el joven reportó que se sentía mal y pidió trabajar dentro de la barra, apoyando el barman, desde ahí, tras un pilar lo observó el resto de la noche, con el cabello rojo cubierto por una red de cocinero.
La hora de cerrar se acercaba y después de varios cuencos de Sake, el joven Dragón decidió irse pensando que se había equivocado de lugar.
Con las manos en los bolsillos de la chamarra negra se alejó del lugar, mirando las luces de Munich rumbo a su hotel, al día siguiente iría a Paris, quizás realmente Kiki estaba en esa universidad, con los conocimientos que había recibido de parte de Mü no era nada extraordinario.
Sin embargo pocos metros avanzó cuando tras una luz cegadora Kiki apareció frente a él en medio de la calle vacía.
- ¡Shiryu! – dijo en un hilillo de voz ya con lágrimas en los ojos.
Shiryu camino hacia él y tomo el rostro colorado y lloroso de Kiki entre sus manos, dándole un beso en la frente. Kiki bajo el rostro y lo recargó en el pecho del Dragón, abrazándose a él.
- Pensé que nunca te volvería a ver, pensé que no te importaba – se apretaba más fuerte contra su cuerpo.
- ¿De qué hablas? Pequeño – le dijo levantando la barbilla con la punta de sus dedos de quien se comportaba como un chiquillo.
- Hace mucho que sólo pienso en ti Shiryu, pero no sabía cómo llegar a ti, pensé que siendo un universitario sería una buena forma de atraerte – dijo sollozando – y no niego que al fugarme mi principal objetivo era llamar tu atención, lo siento fui muy inmaduro.
Shiryu lo abrazo con más fuerza.
- Kiki, yo me siento igual – le dijo acariciando su cabello y hablando con mucha dulzura – desde que desapareciste te ha buscado por todos lados, cuando no te encontré en ese bar pensé que no te vería jamás.
- Sólo no estaba preparado, siempre esperé que me buscarás, pero cuando te ví simplemente no podía creerlo.
Kiki se tomó de la mano a Shiryu y lo teletransportó.
- Vivo aquí, fue el apartamento decente más económico que encontré en Europa.
Shiryu soltó una risa cuando se dio cuenta de que estaban en, ¿Nápoles?, Kiki no estaba escondido, Kiki estaba en todos lados.
- Ven conmigo – le dijo tomando su mano y corriendo por un camino empedrado que subía una colina, ahí estaba un edificio viejo.
Al entrar Shiryu se dio cuenta de que no era el mejor lugar para un muchacho, el lugar estaba bastante deteriorado, pero una anciana salió a recibirlos con una gran sonrisa.
- Mira Shiryu, ella es Natalia, hemos estado trabajando juntos para reparar todo, nos falta mucho de la fachada, pero las habitaciones están quedando muy bien.
Kiki le explicó a Natalia que Shiryu venía de lejos y se quedaría a dormir en su cuarto, ella le explico en Italiano que era un gran muchacho y que ella era muy feliz en su compañía, además de que ofreció llevarle de cenar a la habitación, a pesar de la hora, la señora no parecía tener ninguna molestia al respecto.
Cenaron juntos, reían recordando su niñez y Shiryu tomo un baño mientras Kiki se preparaba para descansar. Se acomodó en la orilla de la cama y cerró los ojos.
Unos minutos después Shiryu entro en la cama, se pegó a él por la espalda y lo abrazo con fuerza, el más joven sintió como su cuerpo se estremecía ante ese contacto, el mayor cerró los ojos y clavo su nariz en la cabellera colorada y le susurró.
- Kiki, ven conmigo a Japón, viviremos en la mansión, podrás seguir estudiando y lo más importante, estaremos juntos.
Kiki no respondió, fingió estar dormido mientras disfrutaba del calor de ese cuerpo que lo cuidaba y lo protegía, nunca antes lo habían tratado así, no desde 8 años atrás, en aquel tiempo inocente e ingenuo, cuando todo era amor fraternal, ahora había algo nuevo naciendo entre los dos, este abrazó, este acercamiento, era sólo, el comienzo.
Kiki adolescente empezaba a ser un problema para Mü, escapaba cada vez que podía a jugar con los muchachos de los pueblos cercanos a Jamir, Lassa era su lugar favorito, practicaba deporte con ellos y quería ir a la escuela, sin embargo el maestro pensaba que eso al final le aburriría pues el chico sabía más de lo que enseñaban en las escuelas tradicionales.
Mü nunca pensó que todo eso afectaría tanto a Kiki, pero al cumplir 15 años, el chico tomo una decisión, irse de Jamir, sediento de vivir, de conocer lo que había fuera, el chiquillo simplemente tomo lo poco que le pertenecía y escapo una noche ocultando su Cosmos lo cual no representaba problema alguno para el joven pelirrojo.
Su primera parada fue precisamente Lassa donde busco convencer a alguno de sus amigos de acompañarlo, se encontró con que todos tenían un padre, una madre, una novia, algo que los retenía, pero él no, el consideraba que no tenía a nadie, que Mü lo limitaba y que él mismo era un estorbo para que Mü hiciera su vida.
Así que Kiki emprendió su camino, a pie y en transportes colectivos con algo de dinero que Mü le había dicho que era para s futo, no iría a China, ni a Japón, ni a Grecia, ni ningún lado donde pudiera encontrar un Caballero o alguien del Santuario que lo encontrará y lo llevará de vuelta a esa aburrida vida.
Mientras tanto Shiryu estudiaba “filosofía y letras” en la universidad, a sus 22 años había crecido un poco más en altura, el entrenamiento ya no era tan exigente por lo que estaba más delgado, pero aún conservaba su buen cuerpo y siempre uso el cabello largo.
Cuando Mü no encontraba a Kiki, Shiryu fue el primero con quien se comunicó.
Shiryu llevaba años dedicado a estudiar, prácticamente había roto el vínculo con el santuario, pero cuando supo lo que ocurría todos sus recuerdos se removieron. Dejo todo por ir a buscarlo, no sabía porque pero su corazón lo necesitaba.
Usando los recursos modernos Shiryu público un perfil en Internet, sólo esperaba que Kiki no lo encontrará, afortunadamente no fue así, alguien pico el aviso de recompensa, en, ¿Alemania?, el joven pelirrojo estaba trabajando como mesero en un club nocturno, ¿cómo llego ahí?, usando su capacidad para crear ilusiones falsificó sus identificaciones y nadie se preguntó nada sobre su edad, además, alguien también lo identificaron en una universidad en, ¿Francia?, eran muchos los testigos, al parecer el joven lemuriano usaba sus habilidades también para vivir en dos lugares al mismo tiempo, y ganar dinero con un empleo que a pesar de ser sencillo le era suficiente para sobrevivir pues no tenía que pagar transporte entre otros trucos que hacía para sobrevivir, era todo un bribón.
Shiryu viajó a Alemania, no avisó a Mü, quería encontrarlo él, Kiki llevaba ya una año “extraviado” y el Dragón quería ver al pelirrojo de 16 años más que nada en el mundo. En Munich se encontraba el antro donde el chico trabajaba, el mayor no se vistió con su traje tradicional, usaba un atuendo moderno, adecuado para el lugar, se recogió el cabello y entró de la forma más discreta posible. Tomo una mesa y busco con cuidado, no quería que el chico lo viera y se asustará, era muy fácil que huyera con la teletransportación.
Lo que Shiryu no sabía es que Kiki lo vio desde el momento en que cruzó la puerta, y lo observó, decidiendo entre huir y acercarse a él, el chico sentía igual que el Dragón, lo único que quería desde el momento que presencio su llegada era correr a él y abrazarlo, el joven reportó que se sentía mal y pidió trabajar dentro de la barra, apoyando el barman, desde ahí, tras un pilar lo observó el resto de la noche, con el cabello rojo cubierto por una red de cocinero.
La hora de cerrar se acercaba y después de varios cuencos de Sake, el joven Dragón decidió irse pensando que se había equivocado de lugar.
Con las manos en los bolsillos de la chamarra negra se alejó del lugar, mirando las luces de Munich rumbo a su hotel, al día siguiente iría a Paris, quizás realmente Kiki estaba en esa universidad, con los conocimientos que había recibido de parte de Mü no era nada extraordinario.
Sin embargo pocos metros avanzó cuando tras una luz cegadora Kiki apareció frente a él en medio de la calle vacía.
- ¡Shiryu! – dijo en un hilillo de voz ya con lágrimas en los ojos.
Shiryu camino hacia él y tomo el rostro colorado y lloroso de Kiki entre sus manos, dándole un beso en la frente. Kiki bajo el rostro y lo recargó en el pecho del Dragón, abrazándose a él.
- Pensé que nunca te volvería a ver, pensé que no te importaba – se apretaba más fuerte contra su cuerpo.
- ¿De qué hablas? Pequeño – le dijo levantando la barbilla con la punta de sus dedos de quien se comportaba como un chiquillo.
- Hace mucho que sólo pienso en ti Shiryu, pero no sabía cómo llegar a ti, pensé que siendo un universitario sería una buena forma de atraerte – dijo sollozando – y no niego que al fugarme mi principal objetivo era llamar tu atención, lo siento fui muy inmaduro.
Shiryu lo abrazo con más fuerza.
- Kiki, yo me siento igual – le dijo acariciando su cabello y hablando con mucha dulzura – desde que desapareciste te ha buscado por todos lados, cuando no te encontré en ese bar pensé que no te vería jamás.
- Sólo no estaba preparado, siempre esperé que me buscarás, pero cuando te ví simplemente no podía creerlo.
Kiki se tomó de la mano a Shiryu y lo teletransportó.
- Vivo aquí, fue el apartamento decente más económico que encontré en Europa.
Shiryu soltó una risa cuando se dio cuenta de que estaban en, ¿Nápoles?, Kiki no estaba escondido, Kiki estaba en todos lados.
- Ven conmigo – le dijo tomando su mano y corriendo por un camino empedrado que subía una colina, ahí estaba un edificio viejo.
Al entrar Shiryu se dio cuenta de que no era el mejor lugar para un muchacho, el lugar estaba bastante deteriorado, pero una anciana salió a recibirlos con una gran sonrisa.
- Mira Shiryu, ella es Natalia, hemos estado trabajando juntos para reparar todo, nos falta mucho de la fachada, pero las habitaciones están quedando muy bien.
Kiki le explicó a Natalia que Shiryu venía de lejos y se quedaría a dormir en su cuarto, ella le explico en Italiano que era un gran muchacho y que ella era muy feliz en su compañía, además de que ofreció llevarle de cenar a la habitación, a pesar de la hora, la señora no parecía tener ninguna molestia al respecto.
Cenaron juntos, reían recordando su niñez y Shiryu tomo un baño mientras Kiki se preparaba para descansar. Se acomodó en la orilla de la cama y cerró los ojos.
Unos minutos después Shiryu entro en la cama, se pegó a él por la espalda y lo abrazo con fuerza, el más joven sintió como su cuerpo se estremecía ante ese contacto, el mayor cerró los ojos y clavo su nariz en la cabellera colorada y le susurró.
- Kiki, ven conmigo a Japón, viviremos en la mansión, podrás seguir estudiando y lo más importante, estaremos juntos.
Kiki no respondió, fingió estar dormido mientras disfrutaba del calor de ese cuerpo que lo cuidaba y lo protegía, nunca antes lo habían tratado así, no desde 8 años atrás, en aquel tiempo inocente e ingenuo, cuando todo era amor fraternal, ahora había algo nuevo naciendo entre los dos, este abrazó, este acercamiento, era sólo, el comienzo.
S.T.G., 5 de abril del 2015