Tras la fuerza de cada embestida mi boca se abría para dejar salir la muestra del placer del que yo era victima, con la boca de Shura en aquél lugar tan sensible y con la virilidad de Saga profanando mi cuerpo de este modo tan violento, pero al mismo tiempo delicioso.
Me moví al ritmo que ambos marcaban y arañé sin reparo la pierna del griego mientras hacia lo mismo con el hombro de Shura, a quien no dejaba de ver con ese precioso aspecto excitado, su cabello enredado y su lengua recorriendo mi virilidad sin reparo.
Aquél cuadro era demasiado para soportarlo con algún tipo de cordura.
Moví también mis caderas y apreté las manos que las tomaban con fuerza, pidiéndole al mismo tiempo un poco más de aquél exquisito placer. Después de un momento, mis piernas se cansaron de la posición y me vi forzado a detenerme, haciendo a un lado a Shura y retirándome del cuerpo caliente de Saga.
Tomé a mi vecino del décimo templo del cuello y lo jalé para besarlo posesivamente y para degustar el sabor del liquido preseminal que bañaba su lengua y que me pertencia. El suelo estaba frío, pero a mi no me importaba, quería que Shura me tomara también, así que le obligué a recostarse en el piso para que yo pudiera montarlo.