Las paredes vacías de su nuevo templo le recibían con un silencio carcomedor. A diferencia de otros tiempos, esta vez no existía el agonizante murmullo de los rostros que decoraban el interior de la casa, mucho menos ese aire denso al que estaba tan acostumbrado.
Toda una vida marcada por actos que envenenaron su alma, su cosmos, que lo ensuciaron hasta niveles de los que, incluso ahora, creía imposible poder regresar.
- Maldición... - murmuró entre dientes, frunciendo el entrecejo. No se creía capaz de comenzar de buenas a primeras una nueva vida. Muchos menos en aquel templo que distaba tanto de su anterior hogar.
Luz. Había demasiada luz. Ahora se arrepentía de haber cedido ante las insistencias de Atenea por 'limpiar' el Templo de Cáncer. Y no por la liberación de las almas que aprisionó en máscaras durante su vida, sino porque aquellas paredes mudas, ciegas, no representaban algo cercano a un... hogar.
Apesadumbrado por todo el temor al cambio, dejó caer la caja de su armadura con un golpe ahogado, despojándose en su camino a la ducha de todas las prendas que cubrían su cuerpo, dejándose en desnudez. Se dio un baño rápido, tan sólo mojando su cuerpo, buscando limpiar su aura, y de nuevo se dirigió a la pequeña sala que precedía la parte privada de su Casa, sirviéndose una importante cantidad de whiskey en un pequeño vaso de vidrio. Apresuró un cigarrillo a sus labios y lo encendió, y se quedó allí, acostado en un sofá, con una toalla rodeando su cintura, acostumbrándose al sonido del mismo silencio.
Toda una vida marcada por actos que envenenaron su alma, su cosmos, que lo ensuciaron hasta niveles de los que, incluso ahora, creía imposible poder regresar.
- Maldición... - murmuró entre dientes, frunciendo el entrecejo. No se creía capaz de comenzar de buenas a primeras una nueva vida. Muchos menos en aquel templo que distaba tanto de su anterior hogar.
Luz. Había demasiada luz. Ahora se arrepentía de haber cedido ante las insistencias de Atenea por 'limpiar' el Templo de Cáncer. Y no por la liberación de las almas que aprisionó en máscaras durante su vida, sino porque aquellas paredes mudas, ciegas, no representaban algo cercano a un... hogar.
Apesadumbrado por todo el temor al cambio, dejó caer la caja de su armadura con un golpe ahogado, despojándose en su camino a la ducha de todas las prendas que cubrían su cuerpo, dejándose en desnudez. Se dio un baño rápido, tan sólo mojando su cuerpo, buscando limpiar su aura, y de nuevo se dirigió a la pequeña sala que precedía la parte privada de su Casa, sirviéndose una importante cantidad de whiskey en un pequeño vaso de vidrio. Apresuró un cigarrillo a sus labios y lo encendió, y se quedó allí, acostado en un sofá, con una toalla rodeando su cintura, acostumbrándose al sonido del mismo silencio.