Habían pasado varios meses, incluso años podría ser, desde que Aioros comenzó su misión. bueno, el tema del tiempo nunca había sido su mejor punto. y para que engañar a la gente, no es que estuviese muy apasionado con su misión, hace 500 años? pf, habría sido el primero en lanzarse de golpe, emocionado, espada en mano, armadura y vibrando de emoción hacia lo que acontecía. Ahora? bueno.. tenía sentimientos encontrados.
Que no se malinterprete.. el fin del mundo? pf, aquello te podía conceder el primer puesto ahí arriba, el bueno, eso no lo necesitaba realmente, pero era como explicarlo... el fin del mundo! el acontecimiento mas importante desde la creación, la creación y el invento de los gofres, que buenos estaban joder.
Pal caso, había estado mucho tiempo excaqueandose de sus obligaciones hasta que los observadores, pequeños nerd con alas y con un ego comparable a un estadio de fútbol americano lleno hasta arriba por la superbowl, acabaron pillandole en un pequeño bar de las afueras de Australia. No es que no amase su trabajo.. es simplemente que quizás eran los milenios, o el continuo contacto con los humanos que estaba empezando a afectarle de una manera que nunca imagino, o quizás el hecho de ver como entre sus conocidos, y amigos cada vez eran mas los que morían, perdían las alas o directamente se les caían convirtiendo el cielo en un paraje cada vez mas... solitario, pero no era q no amase su trabajo, simplemente había algo que le estaba afectando mas de lo que creería.
Un petirrojo entro volando por una de las ventanas de la mansión conducido como si supiese claramente a donde iba pasó por varias de las salas hasta que atraído de forma inexplicable acabó localizando el lugar donde se encontraban los tres hombres. Entró por el hueco de la puerta sobrevolando las cabezas hasta aterrizar en el alfeicer de la ventana donde con un brillo parecido al que haría la magia si existiese realmente se transformó en un hombre joven que aplanaba la chaqueta concienzudamente con una mueca mientras parecía mas entretenido en limpiarse una mancha de la chaqueta que en lo que estaba haciendo. En su trabajo nunca había tenido la especial necesidad de ser.. como se diría "sutil".
Subió la cabeza y sonrió - Hola, siento molestarlos pero ando buscando a una persona - rebuscó por dentro de la chaqueta concienzudamente dejando de intentar borrar la mancha - Joder, tanto les cuesta imprimir una puta foto? - gruñó en voz baja