Pereza, si, particularmente desmotivado a considerar la idea de ocuparse en algo, lo que fuera, cualquier cosa que brindará un poco de provecho a su tiempo. Y es que, para alguien que ha pasado toda su vida aferrado a la idea de un glorioso y temprano fin, haber sido juzgado, deshechado como trapo por los dioses y condenado a la oscuridad y el vacío eternos, hallarse de un golpe tendido mirando el blanco inmaculado del techo sobre él, con los ojos heridos por la brillante luz del día, lo había shockeado.
Si recordaba con precisión, dentro de su rígida preparación nadie hablo de cómo hacerle frente a este nuevo reto...
Vivir tras haber alcanzado su propósito, y no lo iba a negar todo esto lo tenía tan...
-Intrigado, no me imaginó hacia donde me encaminaran mis pasos a partir de hoy.-
Suspiró tras dejar libres al viento sus pensamientos, llevo su palma diestra a su cuello y Masajes los adoloridos músculos, si iba a continuar haraganeando un poco más en su búsqueda interna por un propósito que diera forma a una nueva rutina tendría que buscar un lugar más cómodo que el viejo sofá marrón con estampado marroquí de su estancia. Además claro está, de aprender a cocinar algo más que palomitas y cenas de microondas. Después de todo, él era Milo el apuesto e irresistible caballero de Escorpio y no podía perder su gallarda figura. ¿Estarían sus compañeros atravesando por algo parecido? Quizás en una hora o dos si la desidia lo abandonaba y tenía las suficientes ganas, lo averiguaría. En el templo de Acuario tal vez...