Esa mañana era insoportablemente fría, de haber sabido que sería así se hubiese esperado a otro día para ir a comprar sus cosas, su hermano la tenía muy consentida y por ello la deja ir cuando quería a la superficie como una mortal más a comprar lo que deseara o simplemente por el capricho de hacerlo.
Sus pasos la llevaron a una pequeña pero acogedora cafetería en la cual entró sin mayor problema, se dirigió a una de las mesas del fondo que tenía una vista espectacular desde el gran ventanal que daba a un parque donde muchas parejitas paseaban abrazadas.
Observó entonces a todos los meseros vestidos de maid cosa que la hizo parpadear sorprendida sin creerse lo que veía, una sonrisa burlona y divertida se formó en sus labios, bueno... bien podría divertirse viendo mientras tomaban su pedido.
Un cosmos pequeño, apenas perceptible pero ya conocido por ella de antaño le advirtió que quizás se divertiría mas de lo que pensó, sabía que lo había conocido anteriormente pero no recordaba quien era, sin embargo; ¿Qué hacía un santo de Athena en una cafetería maid en Londres?, era una buena pregunta a la cual esperaba obtener respuesta.