La reina olimpica se sintio enormemente satisfecha con el hermoso collar que le habia entregado. No en vano, los elfos y enanos que viven en Svartalfaheimr son afamados orfebres. Claro esta, el collar entregado a Hera es un obsequio sin mas, no como el otro famoso collar que ostenta la diosa Freya.
-Me alegra enormemente que os guste, senora.
Me quede un tanto sorprendida al ver que no tan solo aquel obsequio habia sido aceptado sino correspondido. Las joyas que ella me entrego tambien eran de una belleza increible. Desde luego quienquiera que las elaborara podia rivalizar con los hijos de Andvari.
-Son bellisimas, Majestad. Aunque palidecen en comparacion con el contar con el honor de visitaros en el Olimpo -sonrei al pensar en Odin recibiendo su Pegaso, !que calladito se lo habia tenido!, puesto que no me menciono nada y no pude evitar un travieso pensamiento- tan solo espero que Sleipnir no se ponga celoso.
Una vez cumplidas con las formalidades me invito a pasar a un bello salon y me ofrecio una copa de ambrosia. El liquido dorado desprendia un dulce y exquisito aroma, obviamente elaborado con la miel mas fina, pues tenia un gusto muy dulce pero que no empalagaba. Probe un sorbo.
-Es una verdadera delicia, nunca habia probado algo asi; lo mas parecido que he catado es aguamiel, el manjar favorito de Odin.
Sonrei al pensar que mi senor era un tanto curioso en su forma de comportarse, pues se decia que no probaba otra cosa y que preferia dar sus manjares solidos a Hugin y Munin. Tal vez era por eso que preferia que yo lo representara puesto que al ser un dios guerrero era probable que sus maneras fueran consideradas como poco refinadas e incluso insultantes, aunque no fuera esa su intencion.
-Aunque nunca en cantidades grandes -dije entre risillas- pues tiene un contenido alcoholico elevadisimo.