La torre mas alta

Llegó un poco atrasado, aunque fue sólo un poco. Admira en verdad el espacio, cerca mira a Saga sentado en una silla, preparado especialmente a los vigías al parecer, al menos para el descanso. Kanon pestañea, revelando su curiosidad en sus pupilas.

-Es increíble... -se acerca a un extremo para ver el exterior, sus ojos se entrecierran un poco cuando el viento golpea su cara y hace revolotear infinitamente su flequillo azulado. A lo lejos mira las montañas, de verdad que están a una gran altura, pero no le asusta.

Cuando vuelve a pasear sus ojos, ve un pequeñísimo poblado, pero es diminuto. Luego vuelve a entrar, y se descubre todo despeinado.

Sus ojos quedaron fijos en el objeto, sus labios se suavizaron y lo recibió con sus manos.

-Sí, es ésta... -tocó con delicadeza los detalles, y de a poco tomó el cofre y lo sostuvo en su regazo. Tenía unos bellos bordes bañados en plata, tallado en madera, al parecer a mano. Era preciosa... y el dragón que permanecía en la tapa, imponente se encontraba sentado extendiendo sus alas. Kanon agradeció que no llevara llave.

Su boca enmudeció, sólo por instantes. Se alejó un poco de Saga para ir a sentarse en una de las sillas y dejó el cofre sobre sus piernas. Kanon destapó el objeto, sin dejar de mostrar en ningún momento su interés. Saltó a su sorpresa, cuando vio un montón de sobres y papeles desparramados.

-Son cartas... -anunció mientras comenzaba a urguetear en su interior. Comenzó a separarlas en orden para poder verlas mejor, y descubrió que; las tres más antiguas eran para la madre de Saga, y aún estaban selladas, parece que nunca se atrevió a enviarlas. Había una incluso para su propio hermano, que incluso también estaba sellada. Pero otra más llamó su atención, la tomó entre sus manos y buscó con su mirada al chico que le correspondía.

-Saga... es para ti y Camus, -dijo en un murmullo extendiendo el brazo y entregándosela.

-Está bien, -recibió el sobre de sus propios dedos y la tantea con algo de seguridad. Está tratando de evitar las preguntas en su mente en que si debería o no; pero sin más rompe el sello.

Al abrirlo, saca a mostrar la hoja de papel que no poseía mucha escritura, pero sí una letra muy pequeña y algo tosca. Kanon enclareció un poco su voz. Aspros no empieza saludando.

Han pasado tantas cosas; que de verdad me dan ganas de retroceder el tiempo y haber hecho las cosas de otra forma. No hay ni un solo día en que no pueda dejar de pensar en ustedes, aún menos borrar sus hermosas sonrisas. Resplandecen felicidad como su madre... ella es una gran mujer; cuidenla, amenla mucho.

A ustedes dos les gusta jugar en los campos de rosas, yo también tengo acá, la cree hace poco para sentirme más en casa, ahí en el castillo junto a ustedes. Pero el destino es cruel, hay cosas que se pueden disculpar, y otras no. Me gustaría que vinieran, Saga tal vez no me recuerde mucho, pero teniendo a su padre ya tiene una imagen viva de referencia. Hay alguien aquí que se parece mucho a tí, Saga, es un año mayor que tú; y adora escaparse e irse a los campos. Se llevarían muy bien, aunque hay temas que es mejor no tocar. Kanon no debe saberlo, porque... es mejor así.

Pasó algo hace mucho ya, pero las heridas siguen latentes. Y duelen aún al pensar en algo se pudo tener; y ustedes podrían haber sido más míos de lo que son y no de él. Por favor, díganle a su madre que la extraño mucho, y lamento mucho haber hecho esto. A ustedes... perdónenme.

Aspros.

-No fue tu culpa... Aspros solamente nunca pudo dejar el pasado atrás, eso fue.. prefiero quedarme con que al menos quería que estuviéramos juntos, aunque no señalara que fuera su hijo... al menos lo deseó -de pronto sonrió, no tenía el corazón para resentir a Saga, le era imposible culparlo por todos sus malos sabiendo como es. Simplemente no podía- me hubiera encantado crecer junto contigo y molestarlo -de pronto rió, olvidándose por segundos lo que decía la carta.

-Saga... -le miró sorprendido que dijera esas palabras, aún más que le quitara la carta de sus propias manos para hacerla trizas y arrojarla a suerte del viento. Entonces Kanon suaviza su mirada y esbozar la más cálida sonrisa que ni en su vida ha hecho.- entiendo... incluso eres capaz de proteger incluso de ellos mismos -fija sus ojos en él- me gustaría cuidarte en la forma en que tú lo haces

Kanon no desea sobreprotegerlo, ya hay muchos que lo hacen... Lo toma suavemente de las manos. Cuidarlo y entenderlo, dándole el espacio que merece y no por eso dejar de ayudarle.

Su corazón casi se había desprendido de su cuerpo al tener en un abrir y cerrar de ojos una daga amenazando en su cuello. Miró al hombre de castaños cabellos y piel tostada. Kanon frunció el ceño y apretó sus labios sin sacar palabras de ellos. Sin embargo no le temió en ningún momento. Saga había respondido por él, y el semblante de Kanon también se relajó de inmediato cuando supo de quién se trataba.

-Saga es como mi hermano, Dohko; no te preocupes -de pronto se levantó y acomodó sus ropas sonriendole. - mi padre era su hermano, -se ríe acomodando sus cabellos, hablaba como sí los hubiera conocido desde toda una vida, miró a Dohko con ternura y no niega que el también se emocionó cuando supo que tenia a alguien con quien se parecía tanto.

-¿Qué me recomiendas? -cuestionó con seguridad caminando en dirección hacia la puerta. -estoy en tus manos, creo

Le sonrió volteando la vista a la altura de su hombro. Cuando entraba en confianza, era lo más natural del mundo... pero por su carácter, tal vez atraiga unos pequeños problemas.